#Política

Pensamientos grises en poleras rojas. Aborto, pro-vida y deliberación

Compartir

Cuando crucé el pasado lunes por el centro capitalino y vi a los jóvenes de poleras rojas, imaginé una visita turística al casco histórico de algún colegio o grupos de ellos, provenientes de la precordillera. Nada de ello: era la defensa de la vida de los hijos de otras personas. Legítimo y respetable, es positivo que expresen su opinión sobre el aborto.

Es necesario mantener el debate siempre abierto ante temas polémicos. Es esperable que estos jóvenes, llenos de plasticidad neuronal y cognitiva, se adscriban con facilidad a los panfletos de defensa a ultranza “de la vida y de la libertad” sin concesiones, y rara vez sean incomodados para criticar los puntos de vista considerados “normales” que vivencian en su claustro cultural y para criticar el conformismo que los acompaña.

Lamentablemente no he visto a esos mismos personajes defendiendo en la calle el derecho a una educación, salud y vivienda dignas, o defendiendo el valor del trabajo y la necesidad de disminuir las desigualdades sociales. Quizás envolverse en un poco de smog del valle bajo de Santiago ha impedido otras manifestaciones, o simplemente estos jóvenes están en etapa de modelamiento intelectual y probablemente aún estén lejos de comprender los alcances y limitaciones de sus acciones.

En el mejor de los casos, crecerán imbuidos en la importancia del esfuerzo personal para el “exitoso” logro de sus objetivos y en la ausencia de relevancia de la multicausalidad sistémica para entender el “fracaso” de los otros.

La manifestación de ayer fue cándida y alegre, aunque astutamente provocadora, respaldada políticamente por la derecha chilena, más específicamente por la UDI y por fundaciones ultraconservadoras anexas. Desafortunadamente, ese respaldo y ese poder han sido ganados a costa de una acumulación por desposesión de la riqueza generada por el trabajo, de la vulneración de derechos fundamentales y de una moral rígida y hedionda a confesionalismo medieval.

Este sector político probablemente castigará a la adolescente del quintil más pobre que ha tenido que tomar una decisión terrible para ser protagonista de un aborto inseguro y estigmatizado en las peores condiciones psíquicas y sanitarias, y que eventualmente pagará con cárcel.  Un sector político que si ve los privilegios y la imagen pretenciosamente impoluta y sacralizada de sus familias amenazada por un embarazo no deseado o con riesgo vital materno-filial, podrá recurrir a su bolsillo para disfrazar sin asco un “aborto apendicítico”, en Chile o el extranjero.

Un sector político que se ha negado a una educación sexual desde la infancia y al acceso a métodos anticonceptivos en forma oportuna. Un sector político que se arrogó el derecho a decidir sobre la vida y la muerte de los otros durante 17 años (o al menos fue cómplice). Y por cierto, un sector político que, cuando se deba debatir sobre la eutanasia y la autonomía para decidir en etapas terminales de la vida, se opondrá pertinaz y absolutistamente.

Las premisas que sustentan el accionar de este sector político parecen claras: defender y pregonar la libertad individual y la capacidad de elección racional de las personas. No obstante, también defienden la amputación de la autonomía y de la autodeterminación de la mujer para tomar una decisión siempre difícil, reduciendo la solución del problema a un acompañamiento psicológico y espiritual, y a un apoyo autocomplaciente de asistencia a la madre desprotegida, apoyo provisto en gran medida por instituciones que ellos mismos diseñan y financian, en una suerte de ciclo de autoindulgencia de origen divino.

Triste paradoja con consecuencias peligrosas para el bienestar social y para estos mismos jóvenes, que incautos aprenden bajo su alero que el adoctrinamiento educativo único forma parte natural de la libertad de enseñanza. La extensión e impacto de dichas doctrinas ya las conocemos y son nefastas en cualquier sociedad.

Las premisas que sustentan el accionar de este sector político parecen claras: defender y pregonar la libertad individual y la capacidad de elección racional de las personas. No obstante, también defienden la amputación de la autonomía y de la autodeterminación de la mujer para tomar una decisión siempre difícil, reduciendo la solución del problema a un acompañamiento psicológico y espiritual, y a un apoyo autocomplaciente de asistencia a la madre desprotegida.

No se trata de ser pro-aborto o pro-vida. Esa dicotomía, como muchas de las existentes, resulta innecesaria y perniciosa para la deliberación, generando categorías artificiales que siguen alimentando posturas dogmáticas desprolijas que nunca se someten a escrutinio por sus propios actores.

Defender el derecho a la vida del “inocente por nacer”, pierde su sentido más esencial cuando no se defiende igualmente el respeto por la autonomía, los derechos y el bienestar de aquella mujer que, en vida, se enfrenta a una situación de riesgo vital, inviabilidad fetal o violación.

Brindar la posibilidad elegir libremente y no obligar por el peso del marco jurídico (precisamente aquello que tanto defienden los (neo) liberales), requiere ser discutido y revalorado en estas situaciones específicas de embarazo. Eso se pide ahora, abrir el debate para legislar, nada más. No creo que sea enriquecedor para las sociedades defender posturas viciadas por cápsulas de moralidad obtusa o por principios y valores rígidos e inamovibles, arraigados en contingencias históricas que necesitan ser revisadas y discutidas.

El texto puede resultar majadero, pero en ocasiones creo que hay que ser recalcitrante y obstinado (valga el exceso verbal de sinonimia) para seguir defendiendo el diálogo y el debate pluralista, la autonomía en vida y el respeto por los derechos humanos, sobre todo en asuntos controversiales y cuando los jóvenes manifestantes están envueltos por nubarrones turbios e ideologizados de algún sector político.

En suma, seguir reiterando una y otra vez aquello que incomoda, que molesta y que cuestiona la estructura invisible heredada de las malas prácticas de antaño y que hoy muchos asumen como naturalmente dada, es útil y necesario para la deliberación y avance societal. Creo que ésta es una de esas ocasiones.

—–

Foto: Cooperativa.cl

Tags

9
5

Los contenidos publicados en elquintopoder.cl son de exclusiva responsabilidad de sus respectivos autores.
Te invitamos a conocer nuestras Reglas de Comunidad

Comenta este artículo

Datos obligatorios*

9 Comentarios

Arturo

El aborto, la educación «gratuita y de calidad», salud y vivienda dignas, etc…..son todos elementos de un mismo saco: pobreza, o falta de recursos.
Los ABC1 que protestaban no tienen el problema de la falta de recursos, por lo que claramente les es mas fácil protestar.
Por la (casi) única razón que un ABC1 aborta es por la vergüenza social; algo que, felizmente, ya casi no es un tema.
PERO, el punto es que, viéndolo desde este ángulo, EL PROBLEMA ES la falta de recursos; para subsanarlo, se mata.
Esa ética es la errada, es la venta del sillón de don Otto.
El camino debe ser siempre como lograr que una persona NO tenga intención de abortar, NO cruzando los brazos y decidiendo que, como la falta de recursos es inevitable, mejor matemos a los niños que vendrán a agravar el problema.

    Sebastián Villarroel González

    Comparto plenamente su énfasis preventivo de la decisión de llegar a abortar. La falta de recursos siempre se puede transformar en un recurso argumentativo polifuncional que difícilmente se puede soslayar y que debe ser posicionado reconociendo las especificidades de los distintos sectores sociales. Juzgar moralmente la intencionalidad de abortar aislándola de los múltiples escenarios en que puede ocurrir, no creo que colabore a la comprensión del complejo contexto social de quienes han decidido «escoger» abortar.
    El énfasis debe estar puesto en la deliberación pública, más que en la búsqueda de un marco legal inmóvil. Cuando en 1989 se prohibió legalmente toda forma de aborto, se clausuró el diálogo por mucho tiempo. Legislar para imponer un marco normativo legal es necesario, otorga un piso de trabajo, pero no debiese agotar la posibilidad de continuar el diálogo pluralista y la deliberación de todos los representantes de los distintos actores implicados.
    Saludos

andres

Discusión sin sentido… todos se creen dueños de la verdad… no apoyan ningún tipo de aborto pero no dan soluciones o se oponen a los diversos métodos de anti concepción…. mujeres que creen que en cualquier momento se puede abortar por que es un «derecho», cuando deben darse cuenta que tener sexo sin protección o sin ningún cuidado es una irresponsabilidad (entendiendo que es irresponsabilidad de la pareja, pero mal que mal, es la mujer la que siempre corre mayores riesgos)…. ninguna propuesta, pura conversación banal y sin un ápice de visión de salud pública…. educación sexual en todos los colegios, sin sesgo religioso y una política que reconozca que la edad sexual es cada vez menor y que requiere de intervención y no de taparnos los ojos… dar la opción (no la obligación) del aborto en violaciones y casos de feto inviable… mejorar la red de atención de menores del SENAME, mejorar las leyes de adopción… miles de cosas hay que hacer… pero el debate de mierda es tan pobre… lleno de gente ignorante…

    Sebastián Villarroel González

    La discusión y el debate es precisamente lo que hay que rescatar. La falsa sensación de propiedad de la verdad resulta fútil a estas alturas y no contribuye a fortalecer la deliberación. Para asumir responsabilidades, un sujeto debe contar disponer de herramientas cognitivas personales y de herramientas de apoyo social (educación, servicios sanitarios, acceso a viviendas dignas, entre otros), que son aquellas que van a sostener el desarrollo de las primeras. Es por ello, que el «deben darse cuenta» de las conductas potencialmente calificadas como irresponsables, debe ser cuidadosamente utilizado, considerando que realizar juicios morales por conductas socialmente poco deseables, tiene el sesgo de asumir que todos conocemos y elegimos racionalmente cómo comportarnos. La importancia de ciertos modelos de salud pública, como los determinantes sociales y las responsabilidades colectivas, tratan de rescatar y relevar que el bienestar individual necesariamente es garantizado en primer lugar por el trabajo colectivo de la sociedad y de sus instituciones.
    Saludos

Johng344

I gotta favorite this internet site it seems handy very useful deddfafeccbe

Patricia

Estos muchachitos no han entendido que es un problema sanitario, de salud pública (difícilmente entienden qué es lo público) y no un debate «valórico» como dice la derecha. De otra forma habrían protestado igualmente cuando en Chile se violaban masivamente y a beneplácito de muchos otros tantos chilenos los derechos humanos (porque aún se violan en la Araucanía y en las cárceles) y miles de seres humanos, hombres, mujeres, niños, ancianos, bebés en el vientre de sus madres fueron torturados, asesinados y hechos desaparecer.

    Paulo Quinteros Costa

    El debate sobre DDHH es esencialmente valórico. No es un problema de salud pública. Ese es justamente el argumento que se usó en los 70’s para violar, torturar y matar personas. Ojalá puedas debatir sin menospreciar al que no piensa como tú. Eso sí es de salud pública.

magaly meza

Quiero tener una polera

magaly meza

quiero tener una polera en contra del aborto. Quiero saber donde poder adquirirla. De esta forma usarla mientras se discute este infame y cruel ley pro aborto. gracias