La emergencia de nuevas tecnologías de información, ha permitido novedosas formas de comunicación que han empoderado a la ciudadanía, a tal grado que se puede vislumbrar una incertidumbre generalizada en el horizonte, de todos aquellos que se encuentran vinculados a los medios de comunicación tradicionales (televisión, radio y prensa escrita).
Norberto Bobbio decía que, «la democracia no puede prescindir de la virtud, entendida como amor a la cosa pública, pues al mismo tiempo debe promoverla, alimentarla y fortalecerla». En este sentido, la democratización de los medios y el empoderamiento ciudadano, es un paso trascendental para la construcción, promoción y fortalecimiento de la democracia.La nueva cultura política es un fenómeno que instala nuevas reglas del juego político, que dan cuenta de las orientaciones de los líderes políticos, de la ciudadanía, así como de sus pautas de interacción, que debería instaurarse en Chile y en América Latina.
O sea, podemos decir, que estamos ante lo que algunos politólogos, denominan Nueva Cultura Política (NCP) ¿Qué se busca instalar con la NCP? La NCP es un fenómeno que instala nuevas reglas del juego político que dan cuenta de las orientaciones de los líderes políticos, de la ciudadanía, así como de sus pautas de interacción, que debería instaurarse en Chile y en América Latina.
Supone la aparición y la puesta en agenda de temas y/o demandas que antes no eran considerados por las instancias de poder, tales como los derechos sociales, las formas de actuación del Estado y la actuación de los partidos políticos. En el fondo, la NCP supone nuevas reglas para el juego político, que presenta características diferentes a los modelos clásicos de clientelismo y política de clases. En otras palabras, el empoderamiento ciudadano bien materializado, es la principal arma de una población informada y libre.
El clientelismo entonces, se podría caracterizar como una forma de vinculación política entre los partidos políticos y sus militantes o simpatizantes, a través del ofrecimiento de empleos estatales, donde se aprecia que la coalición gobernante debe tener la capacidad para organizar y distribuir sus fondos, esto sucede a menudo en Chile, y no es extraño ver familias enteras trabajando para el gobierno de turno. Desde un punto de vista más teórico, se puede mencionar que por clientelismo, se entiende la vinculación política entre un patrón y un cliente, construido sobre la base de transacciones asimétricas donde el primero controla importantes recursos de poder y garantiza, como un guardián, el acceso a ellos de su clientela a cambio de lealtad y apoyo político. En definitiva, un modelo basado en la dinámica del apoyo electoral a cambio de favores políticos. En este formato se privilegia el gasto público, por sobre cuestiones de tipo social.
El segundo patrón, la política de clases, se refiere a la distinción entre líderes demócratas y republicanos. Los primeros se caracterizan por la defensa de asuntos y derechos sociales, así como por proponer un mayor gasto público en la forma de política social. Los líderes están fuertemente integrados al partido, tanto de manera ideológica como organizacional; en el fondo, hacen del partido y de las organizaciones ligadas a éste, como las organizaciones sociales, sus canales de interacción con la comunidad.
Los líderes republicanos, en tanto, se caracterizan por un menor grado de tolerancia hacia los asuntos y derechos sociales. De la misma manera, su enfoque hacia el gasto público es considerablemente más bajo que el de los demócratas.
Los rasgos más distintivos de los modelos expuestos podrían considerarse como ejemplos de las definiciones clásicas de izquierda y derecha, tanto en las preferencias fiscales y sociales de los líderes, como en el papel del partido político y sus pautas de interacción con los actores de la sociedad civil.
La NCP enfatiza cambios hacia la estructura actual de hacer política, por lo que cuestiona la burocracia tradicional, los partidos y sus líderes. En este sentido considera que los nuevos movimientos sociales y las políticas tematizadas son agregados esenciales al proceso de toma de decisiones. Estos movimientos alientan a los gobiernos a responder más directamente a los interesados. Por otro lado, los partidos jerárquicos tradicionales, las agencias de gobierno y los sindicatos son vistos como anticuados y pasados de moda.
Los nuevos grupos buscan participar en la formación de políticas generales rivalizando con el establishment, y buscan presionar para participar en el reparto de servicios, rivalizando con los líderes clientelistas. En efecto, el Estado es el que debe acercarse al ciudadano y la ‘palanca’ más eficaz sería el reforzamiento y la extensión de la participación.
En la nueva forma de hacer política, la demanda de autonomía individual debería ser lo trascendente, lo determinante, ya que se sustenta en orientaciones que asignan prioridad a la libertad y la igualdad; la tolerancia hacia alternativos estilos de vida y la participación no mediatizada, en la que pierden peso organizaciones tradicionales de agregación de intereses como los partidos, los gremios y las asociaciones.
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