Luego de los resultados de las elecciones del pasado 21 de noviembre, la sorpresa embargó a gran parte de los interesados en el proceso electoral chileno, pues el candidato por el “Partido de la Gente (PDG)”, Franco Parisi, quien hizo campaña política de forma telemática de su parte desde EEUU y con despliegue territorial de la gente de su partido, obtuvo el tercer lugar de las preferencias detrás de Kast y Boric, respectivamente.
Sorprende el fenómeno de la irrupción tanto del PDG, una organización político-partidista de reciente formación, específicamente para enfrentar las pasadas elecciones generales, y que haya logrado formar una bancada en la Cámara de diputadas y diputados, así como el desempeño electoral de la carta presidencial ubicándose como la tercera preferencia con 900.064 votos válidamente emitidos y corroborados por el SERVEL, lo que representa 12,81 % del total de votos válidamente emitidos y corroborados por la instancia competente (lo que se traduce a 7.028.345 de votos válidamente emitidos, escrutados y verificados por el TRICEL y el SERVEL).Un apoyo expreso de Parisi a una u otra candidatura, sin duda alguna generará efectos; deseados o no, que no dejarán indiferente a alguien, y que traerá coletazos de diversos grados, pero que no pueden ser mensurables o medidos a prior
Dadas las cifras y la emergencia de un interés estratégico o táctico, si se prefiere, en la figura de Parisi y su formación política por parte de las candidaturas que lograron sortear la primera vuelta para llegar al balotaje, y con las características que representan cada una de las candidaturas, antípodas tanto en ideologías como en oferta programática, los votantes de Parisi y compañía parecen ser un trofeo preciado para lograr la presidencia de la República.
Sin embargo, para una de las candidaturas resulta un “activo tóxico” un apoyo explícito por parte del líder de y otrora candidato del PDG. Y su apoyo puede considerarse tóxico en tanto que Parisi; más allá de los cuestionamientos por haber llevado a cabo una campaña presidencial desde territorio extranjero sin presentarse un solo día en suelo nacional para enfrentar debates o poder ser requerido y responder a las dudas sobre su propuesta y programa de gobierno ante la prensa, pero principalmente ante la ciudadanía, sino principalmente porque el excandidato del PDG ha sido denunciado de acoso contra mujeres y, más recientemente, demandado por pensión impaga de alimentos a los hijos en común con su exesposa por más de 200 millones de pesos.
Son estas circunstancias (bastante graves y de público conocimiento) que vuelven un lastre más que un impulso la declaración de apoyo de Parisi a una de las candidaturas. Pero ¿por qué a una las candidaturas y no a ambas? Sencillamente, como también es de público conocimiento, las declaraciones de principios, así como también lo expuesto en su programa de gobierno, de la candidatura del Frente Social Cristiano es más cercano y no le genera mellas (al parecer) los cuestionamientos a Parisi sobre su situación judicial, familiar, pero principalmente frente a su relación con las mujeres y sus actitudes calificadas abusivas o discriminatorias para con el sexo femenino.
Asimismo, considerar a Parisi como la “guinda de la torta” de la segunda vuelta de las elecciones presidenciales en Chile, para algunas voces es darle tribuna o publicidad y, por medio de esto, validar o; si se prefiere invisibilizar, los problemas de fondo que evidencian los cuestionamientos al excandidato del PDG (no pago de pensión de alimentos, acosos sexuales, machismo, etc.), y que resultan más lesivos para las pretensiones de la carta presidencial de Apruebo Dignidad que la candidatura contraria.
Por tanto, se debe considerar que un apoyo expreso de Parisi a una u otra candidatura, sin duda alguna generará efectos; deseados o no, que no dejarán indiferente a alguien, y que traerá coletazos de diversos grados, pero que no pueden ser mensurables o medidos a priori. No obstante, por lo ya indicado, y porque la candidatura de Apruebo Dignidad a esta altura se convierte en la opción de toda la oposición política al actual gobierno de Sebastián Piñera (convirtiendo a la opción del Frente Social Cristiano como la candidatura del oficialismo), es que un apoyo explícito de Parisi a la opción de izquierda puede generar un desincentivo a votarle, especialmente en el electorado femenino; al menos a un grueso de este, que considera que los problemas de respeto, reconocimiento de igualdad y de valoración efectiva hacia las mujeres es un asunto que supera la querella entre izquierdas y derechas o de ideologías en el espectro ya indicado, y que es un problema que debe abordarse como comunidad política, particularmente en lo relativo al reconocimiento efectivo de la calidad de ciudadanas, sin calificativos, al género femenino, como ocurre con los varones actualmente.
Es menester reconocer que la candidatura del pacto Apruebo Dignidad dio pie atrás a la confirmación de asistencia al programa de Internet de Parisi se debió principalmente por la presión de grupos feministas, y ello no deja de ser un acierto, en el evento que su objetivo sea aislar la figura de Parisi tanto del conglomerado de izquierda como de la propia figura del candidato. Sin embargo, una segunda lectura puede sostener que es un error restarse, como lo expresó Alberto Mayol en su columna en radio Sonar. Para el sociólogo este no es momento de “sutilezas”, por ello la candidatura de Apruebo Dignidad comete un error en restarse del programa, y con ello perder un hipotético trasvasije de votos desde el feudo de Parisi.
Sin duda alguna esta es una época y elección resolutiva donde se debe resolver entre dos opciones o alternativas radicalmente opuestas y que ofrecen, asimismo, dos resultados distintos igualmente radicales. No obstante, ni porque sean tiempos de decisiones radicales o vitales, ni por la excepcionalidad de la época, se debe dejar de considerar que los principios y convicciones son siempre normas de conductas vitales, y si los principios que dices cultivar está el feminismo; por ejemplo, su defensa es en toda época y condición, y no supeditados a las necesidades de una campaña.
Parisi es, en consecuencia, un lastre más que un apoyo desde la perspectiva de la primacía de los principios y valores éticos, y lo es en el sentido de la coherencia con el compromiso con el feminismo, porque las conductas mostradas por Franco Parisi, son cuestionables tanto ética como políticamente.
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