Ante un reciente cambio de gabinete y en medio de una crisis en la que muy pocos políticos se han salvado de estar relacionados con financiamientos irregulares, han surgido rostros nuevos que de manera insistente señalan que la única forma de que las cosas cambien es dando espacio a las nuevas generaciones, a esas que no están contaminadas con vicios que evidentemente han estado presente y lo peor, han sido aceptadas por muchos de quienes hoy gobiernan el país.
Uno de esos rostros es el de Diego Ancalao, un joven mapuche que hoy se posiciona como vicepresidente nacional de la Izquierda Ciudadana, quien asegura pertenecer a esa generación que se ha esforzado por avanzar en pro del bienestar de los suyos: los más desprotegidos.
¿Por qué cree que su discurso puede ser distinto al de los otros políticos?
Porque nací en la ciudad de Purén indómito, provengo de una familia humilde que me enseñó el respeto a las personas y a mi pueblo mapuche. Porque he crecido con necesidades, pero gracias a Dios y a la gente que él puso en mi camino, he logrado superar las adversidades. Para ello mi principal herramienta ha sido el trabajo persistente y mi convicción de ser cada día mejor. Cuando hablo de la pobreza, no lo hago desde fuera, sino desde la verdad, porque sé que para los humildes todo es más difícil. Pero ojo, la pobreza no es una condena. Es un obstáculo más que hay que superar, un desafío a la inteligencia y a la voluntad. Esa es la fuerza que quiero compartir y que me diferencia: el evidenciar que es posible alcanzar tus sueños y vivir en un mundo más justo cuando somos capaces de trabajar en función de esa construcción de sociedad y de imaginario colectivo pendiente .
¿Cuál es su meta?
Aspiro a ser un actor en el desarrollo de una forma distinta de enfrentar los conflictos políticos y las deudas que la sociedad chilena tiene con los más postergados teniendo como capital mi experiencia de vida. Los obstáculos son situaciones que me desafían y me invitan a dar mi mayor esfuerzo. Como todo en la vida, nada ha sido fácil y he debido vencer las incomprensiones y los ataques de todos quienes se han sentido amenazados por quienes como yo estamos convencidos de nuestros valores y principios.
Consciente de esta dificultad, ¿Qué lo llevó a persistir en su idea de dedicarse a la política?
La necesidad de avanzar en la construcción de una sociedad más digna y justa, la resistencia continua del pueblo mapuche, mi vocación de servicio que no sólo proviene de mis convicciones, sino de la de muchas personas que me han ayudado. Muchos hombres y mujeres se sienten parte de este avance y que creen en mí para ser parte de sus luchas, nuestras luchas. Por eso estoy aquí para dar una batalla por la dignidad, con un proyecto político que mira primero a los más vulnerables y a los que se han decepcionado de una manera de ver la socieadad Chilena sólo a partir de las conveniencias de unos pocos.
¿Es una lucha personal?
No, de ninguna manera. La invitación es abierta, aquí cabemos todos, sin importar su condición económica, social, origen o religión. La construcción de este proyecto requiere de todas las manos y todas las mentes. Todos lo sabemos muy bien, aquí muchos viven en condiciones indignas que nadie se merece. Somos una realidad que muchos ignoran o simplemente no quieren ver. Yo no estoy dispuesto a que esta situación se mantenga. La apatía y la resignación no son opciones para nosotros. Las cosas deben cambiar y nosotros somos ese cambio.
¿Cuál es el mensaje entonces?
Hoy se ha levantado uno de ustedes para sacar la voz y demostrar que podemos alcanzar lo que queremos. No necesitamos que vengan otros a decirnos lo que somos y lo que queremos ser. Nadie puede hablar por nosotros. Somos capaces de reconocer lo que valemos. Venimos a cambiar la historia y terminar con esta larga espera. Ya no necesitamos intérpretes, padrinos, poderosos, ni garantes. Nadie puede decir mejor lo que nos pasa que nosotros mismos. Entonces: ¿Quién puede representarnos mejor que uno de los nuestros? Seremos esa voz que resuene en los templos del poder. ¡Nos hemos levantado, porque ya estamos cansados de falsas promesas que terminan sólo en palabras! Requerimos hechos, no palabras. Exigimos nuestro derecho a vivir una vida digna.
¿Y al mundo político?
Les digo a los que administran este sistema injusto, que no esperen ingenuidades. Nos hemos puesto de pie una y otra vez, para luchar contra grandes adversarios, pero no contra un diputado u otra autoridad, sino que nuestra verdadera batalla es contra la pobreza, la falta de oportunidades, la discriminación y la injusticia. A estos enemigos venimos a vencer. Soy un hombre joven, luchador, sin temores, nacido en esta tierra, capaz de ganarle a la adversidad que conozco desde niño. Si ustedes tienen el convencimiento y la fe, seremos invencibles.
¿Cómo se enfrenta a los grandes de la política?
Por supuesto que enfrento adversarios que no me quieren y que intentarán desprestigiarme, pero mi fe y fortaleza nacen de una vida dura lo cual me enseñó a resistir frente a cada intento de quiebre de mis adversarios que son los mismos adversarios de aquellos que aún viven en condiciones inhumanas. Por eso este proyecto no se sustenta en el desprestigio de nadie. Para mí todas las personas merecen igual respeto, aunque estén equivocadas o se sientan dueños de la verdad.
Reconozco el aporte de algunas autoridades, pero lo que está claro, es que no ha sido suficiente…¿Cómo es posible que hoy la mayoría de Chile viva en una isla de marginación, frente a un mar de crecimiento económico?
¿Cuál es el desafío?
Podremos en la agenda pública del Estado los problemas que hoy nos agobian y buscaremos las soluciones. No es posible que aún no se pueda resolver nuestra problemática. Aquí todos debemos ser evaluados por nuestras actuaciones y hechos concretos, no por las buenas intenciones. Mi juventud no me descalifica para hacer bien esta tarea. Mi condición de mapuche no es un estigma. Mi origen humilde no me deja en desventaja respecto a otros. Por el contrario, esas son mis fortalezas y mi orgullo. He construido mi vida desde estas raíces que le dan sentido y no tengo que disculparme por ello.
Hay algunos agoreros de malas noticias, que dicen que hoy no es el día para transformar nuestras vidas, que habrán de pasar muchos años para que alguno de nosotros esté en este lugar donde se resuelven los problemas del país. No obstante, yo digo que hoy es ese día, que llegó la hora de pensar y ejecutar un proyecto para vivir una vida más digna, tarea que es posible si todos participan.
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