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No se acaba el mundo. La desconfianza de la CONFECH no es extraña

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Luego de las movilizaciones del 2006 se generó una mesa de trabajo con las mismas garantías que el plan de participación que propuso el gobierno actualmente. El resultado es una ley de la que las tres reformas que propone el gobierno reniegan, porque lejos de ajustarse a las demandas del estudiantado se dedicó a desmembrar el Ministerio de Educación y a fortalecer el lucro y la competencia entre colegios.

Ahora el CONFECH se retiró del plan de participación propuesto por el ministerio. Si se decidió bajo el mecanismo apropiado o no, no es tema para mi columna. Sucede que la bajada no es sorpresa, porque la votación para ratificar la participación tiene irregularidades que alteraron el resultado, y porque el mecanismo que propone el MINEDUC no es vinculante. Ello significa que lo que se discuta serán sólo opiniones y declaraciones de intenciones de un lado y de otro, pero no existen garantías de que lo discutido y prometido en las mesas de participación sea lo que efectivamente se envíe al congreso.

Después del desastre para la educación pública que significa la LGE, no es de extrañar que los estudiantes exijan participación vinculante

Después del desastre para la educación pública que significa la LGE, no es de extrañar que los estudiantes exijan participación vinculante. Tampoco es de extrañar que el gobierno no de esa garantía si tenemos en cuenta de que dentro de la misma coalición de gobierno hay diferencias sobre cómo debe llevarse la reforma, y hay sectores, dentro de los mismos partidos, con intereses en la educación, y con el suficiente poder como para hacerse oír. Ya lo vimos con los Walker y Mariana Aylwin, y en el futuro éstas y las nuevas voces que aún conforman la coalición de gobierno seguirán apareciendo para defender sus negocios.

Lo mejor para todos es que el CONFECH y el Gobierno resuelvan sus tensiones (tanto internas como externas) y se pongan a trabajar junto a los otros actores sociales en la educación del futuro, en cómo queremos el sistema nacional de educación pública, en cómo queremos educar y para qué queremos educar, en cómo evaluamos, en cómo formamos docentes, en cómo proyectamos un país distinto. Hasta entonces, sólo nos queda esperar que en lugar del CONFECH, no se dialogue con la derecha.

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2 Comentarios

Loreto Contreras

Es LA Confech (Confederación de Estudiantes de Chile).

Alfredo A. Repetto Saieg

En relación al movimiento estudiantil diría que sus encrucijadas se van resolviendo progresivamente en la medida que el gobierno, que no es progresista, mucho menos nuevo y mayoría, muestra su auténtico rostro, aquella lógica que lo convierte en parte de la continuidad y no del cambio. Entonces, por un lado las disyuntivas políticas se encuentran en la administración de Bachelet, que desde siempre optó por coartar de alguna manera las demandas de los estudiantes, pero por otro lado esos dilemas también están entre los trabajadores en cuanto no tenemos una clara posición estratégica a adoptar ante los cambios que Chile necesita para transformarse en un país auténticamente democrático.

Sabemos que hay que recuperar la propiedad sobre nuestros recursos, que debemos reivindicar la educación al modo que lo exigen nuestros jóvenes, que es necesaria una salud de calidad, el fin de las AFP y de cuanto negociado existe en Chile; además, somos conscientes que esa transformación radical no vendrán de parte de esta institucionalidad. Así, nos urge organizarnos políticamente, a través del movimiento social, insistiendo en la moral del bien común, de la solidaridad y del compromiso de clase, de los valores de la democracia y de la participación porque precisamente son los que le dan sentido a un proyecto de sociedad alternativo a la actual que se sostiene sobre el indvidualismo, el egoísmo y el libertinaje de los mercados. Gran desafío porque no olvidemos que la clase revolucionaria, los que protagonizamos la historia, no son los estudiantes sino los asalariados, quienes somos explotados en favor de la patronal.