#Política

No más democracia en la medida de lo posible

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Quienes buscamos el cambio radical no hemos pensado siquiera en abandonar esas batallas, por más pequeñas que sean, que nos conducen eventualmente a crear poder popular a través de la participación y del compromiso del trabajador. Lo que le exigimos al movimiento social es tomar conciencia del objetivo final, además de organizarnos políticamente y de reafirmar que acá se trata de superar esta “democracia en la medida de posible” porque en los hechos ésta implica que el sistema político sólo será viable si lo bendice esa élite que es la propietaria de los recursos, del trabajo y de la vida de la mayor parte de los chilenos.

Esto es inaceptable si lo que buscamos es la reconstrucción de nuestro país desde una visión y un proyecto soberano, independiente, profundamente democrático y respetuoso de los derechos del hombre y de la mujer de la Patria. Plantear claramente las tareas en beneficio de la transformación se traduce políticamente en reivindicar el protagonismo de las mayorías en el cambio, quiere decir no rebajarnos hasta las consideraciones oportunistas que tratan de convencernos que sólo nos queda aceptar que el neoliberalismo acaba con la historia y con las ideologías y que, por lo tanto, es el cénit de la civilización.

¿Tendremos derecho a vencer en esta batalla que, precisamente, busca el bienestar común, el de todos? ¿Estará permitido ganar? ¿No es peligroso hacerlo? ¿Nos conviene realmente triunfar por sobre la élite hoy en el poder? Es necesario interrogarnos sobre estas cuestiones porque por más extraño que parezca esas preguntas son formuladas todo el tiempo y a cada momento por los reformistas, actualmente en el Gobierno, que les asusta la victoria de los trabajadores. Le temen al pueblo, los intimida la clase de los asalariados en el poder. Este miedo se manifiesta en las campañas del terror, en los pronósticos llenos de calamidades y en la falta de argumentos mínimamente racionales para debatir cualquier tema; inclusive usan la descalificación constante como arma política para desacreditar a los que no aceptamos la situación actual.

Seamos claros: esta pretendida Nueva Mayoría no inaugura un nuevo ciclo histórico, porque el gobierno de Bachelet es parte de la continuidad y no del cambio. No soy ultrón ni resentido, mucho menos utópico. Simplemente me parece que los irracionales, que los fundamentalistas y los ingenuos son quienes siguen creyendo en una forma de hacer política «en la medida de lo posible», que en estos 25 años se mostró incapaz de acabar con el legado de la dictadura y más bien lo que hizo fue consolidarlo.

Seamos claros: esta pretendida Nueva Mayoría no inaugura un nuevo ciclo histórico, porque el gobierno de Bachelet es parte de la continuidad y no del cambio.

Hoy más que nunca con Allende en la memoria, también en la conciencia y en el corazón, deberemos plantear un “No” radical, bien humanista, aquel que rechaza toda herencia de la tiranía y de esta dictadura del capital que nos impusieron por la fuerza hace más de cuatro décadas. Es necesario terminar con esta realidad que nos somete a través del miedo a lo desconocido, pero que principalmente lo hace a partir del libertinaje de los mercados y de sus políticas que flexibilizan y tercerizan el trabajo ajeno para convertirmos en consumidores patológicos antes que en ciudadanos con derechos.

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2 Comentarios

Guadalupe Rojas Gonzalez

Hace un par de dias que he leido tus articulos y valoro la objetividad con la cual te refieres al tema politico, en el que no queremos opinar ni participar de manera comprometida…y creo que se debe en gran parte a que no comprendemos lo que se nos habla….Un saludo.

    Alfredo A. Repetto Saieg

    Guadalupe: Gracias por tus palabras. Por desgracia la falta de participación y de compromiso con lo colectivo también se relaciona con la ideología neoliberal que nos insiste en el individualismo. Y esa es otra de las tremendas falacias y mitos de aquella postura porque en definitiva los neoliberales no creen en el hombre. De hecho, lo destrozan porque nos quitan la libertad, el derecho a la educación, a la salud, a la alimentación y hasta a vivir. Saludos.