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No haga política desde la universidad

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Estudiantes sin sentido de pertenencia son el mejor acervo para una democracia débil y con destino incierto. La despolitización de los sectores privilegiados en términos intelectuales ha manifestado lo peor de nuestra Patria; desde aquellos lugares en los que en algún momento se pensaron las grandes transformaciones sociales, hoy sólo se congregan las nuevas formas de generar intelectos ávidos para el mercado en sus diversas disciplinas.

En la generalidad de las Federaciones de Estudiantes de Chile, las elecciones se ganan lo más lejos posible de las ideologías, las historias, las trayectorias y para qué decir de los muertos vivientes con nombre de Partidos Poíticos. Lo más terrible no es eso, sino que se pretende ganar una elección política lejos de la política, gran paradoja.  

Guzmán y su cruzada por despolitizar las universidades de alguna forma está ganando, y por paliza. Él conocía muy bien el poder movilizador y transformador de las Universidades.

Las razones por las cuales el movimiento estudiantil hoy no es movimiento sino en muchos lugares una productora de eventos, es porque quienes votan y comprometen su apoyo, así lo quieren. Dado este contexto, las preguntas son claritas y no tienen que ver ya con la Universidad sino con el proyecto país, sabiendo que son estos jóvenes los que decidirán las próximas elecciones, participando o no, siempre serán un factor decisivo.

La pregunta que nace creo que tiene que ver con los otros, y es quiénes son los beneficiarios de este sistema.  Hoy nadie podría pensar que esto es producto de la nada o de los monos animados. Quien no piensa en los demás es servil a los intereses de una casta; así, quienes votan por quien les ponga en la mesa el mejor de los piscos serán los esbirros de un modelo que se juega siempre en la cancha de los injustos.

La realidad es cruda: hablas de lo que quieren escuchar o te mueres en el abismo de la derrota electoral universitaria, así de simple. Pero la vida no es tan fea, ni el más depresivo de los candidatos se pone un tiro o se deja crecer la barba por tener una derrotita electoral.

Los grandes movimientos universitarios han tenido como bandera de lucha, antes que sus ideales, la sinceridad en contar lo que son. Así el bendito test de la consecuencia, ese de la soledad multitudinaria del yo, el papel y el lápiz era mucho más fácil realizarlo al conocer la historia y acción de un determinado grupo humano con ideas. Hoy eso no está, ni en el Congreso de la República ni menos en una Universidad.

El contexto en que se realiza una elección en muchas universidades nacionales es el siguiente: todos somos hermanos, vivan el amor, el Papa, la paz, los mineros, la teletón, el rigeo, el yingo, la yendhelin, la maura, el negro, el Fulvio y así súmele y siga. Con todo eso, usted comprenderá que las diferencias de orden político que puedan existir al interior de una universidad son en grado de importancia cercanas a cero, ¿no?

Pero hay ciertos momentos en los que la sabiduría política le nace a estos cabros y es cuando te preguntan: ¿trabajarías por la otra lista si te invitaran? Ahí usted podrá encontrar la respuesta del político (perdedor) y del politiquero (ganador): si usted quiere ser candidato para el próximo año, deje lo que cree un ratito en el cajón del partido y corra a ser parte de la nueva federación. Así podrá "proyectar su liderazgo", como decimos los opinólogos.

En cambio si un día se levantó y dijo querer ser consecuente con lo que cree, piensa y actúa diga no, pero le advierto una cosa: le saldrán varios demonios chicos acusándolo de sectario, intolerante, resentido, mal perdedor y antidemocrático, por decir lo menos.

Se comprende entonces, que la distorsión del concepto de democracia existente entre los universitarios es el gran manifiesto de nuestros tiempos. Según éstos no corresponden las diferencias, se privilegia la independencia de un partido (culpa también de estos mismos), no existe análisis de futuro ni menos capacidad crítica de un movimiento, no corresponden las ideologías y la historia no sirve para nada.

Así y todo, estas feas historias que les cuento no tienen porque perpetuarse. Existen episodios muchos más tristes  y felizmente superados en la historia de nuestro Chilito. Por ejemplo, la Católica de Guzmán, en la cual en vez de votar por cerveza no se votaba y si era peludo y hablaba mucho era fiel pecador-candidato a sufrir los cariños típicos de la época.  

Sin embargo me preocupa una democracia que no encuentra sustento en ningún sector más que en los rincones empresariales. Hoy, y hace rato, la opinión de trabajadores, estudiantes y pobladores no tiene relevancia alguna en el debate público. Por ello lo sucedido en las universidades a nivel de debate público cobra gran importancia toda vez que los lideres que conformarán los círculos del poder dominante provendrán de la universidad, nos guste o no.  

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