Durante la historia de la humanidad, las mujeres nos hemos hecho cargo de las labores domésticas, de la crianza y el cuidado de terceros no autovalentes. Con la llegada de la era industrial y el establecimiento del capitalismo, estas labores han recaído individualmente en nosotras, dejando de lado otras prácticas colaborativas para enfrentarlas, impidiendo de esta manera desarrollarnos en igualdad de condiciones que los hombres. Es así como según la Encuesta de Caracterización Socioeconómica Nacional (CASEN, 2017), el 71,6% de los hombres de 15 años o más está inserto en el mercado laboral, y solo un 48,9% de las mujeres lo está. Del total de mujeres “inactivas”, un 38% lo está por no poder conciliar una actividad remunerada con las tareas domésticas y de cuidado.
Uno de los grandes problemas a los que nos enfrentamos, es que estas “labores” son en realidad un trabajo productivo que generan una plusvalía que actualmente es absorbida por los capitalistas (o empresarios). De acuerdo al estudio “El trabajo productivo no remunerado dentro del hogar: Guatemala y México” de noviembre del 2008, la producción no remunerada dentro del hogar representa el 20% del PIB en México y el 30% del PIB en Guatemala, siendo esto calculado con el costo de oportunidad derivado del sueldo en el mercado, además de aplicar las diferentes medidas de su costo de reemplazo.Uno de los principales efectos del no reconocimiento de estas labores como un trabajo productivo, es que quien las realiza no puede adquirir conciencia de la clase a la que pertenece, no puede valorizar su fuerza de trabajo ni insertarse dentro de la cadena productiva.
En Chile, Comunidad Mujer realizó en octubre el estudio “¿Cuánto aportamos al PIB?” en al cual determinó que el trabajo doméstico y de cuidado no remunerado equivalía al 22% del PIB ampliado, lo que supera la contribución de todas las otras ramas de actividad económica. Un poco después, el Banco Central valorizo el trabajo doméstico y de cuidados para el año 2020, llegando a un 26% del PIB, impulsado por el efecto adverso de la pandemia sobre el mercado laboral femenino. La crisis sanitaria ha hecho que trabajar remuneradamente sea un privilegio para las mujeres chilenas.
Frente a estos antecedentes es claro que sin las labores domésticas, de crianza y cuidado no se puede reproducir el sistema económico y social, por lo que quienes realizamos estos trabajos llevamos siglos subsidiando el desarrollo mundial.
Uno de los principales efectos del no reconocimiento de estas labores como un trabajo productivo, es que quien las realiza no puede adquirir conciencia de la clase a la que pertenece, no puede valorizar su fuerza de trabajo ni insertarse dentro de la cadena productiva, y por ende no participa de las luchas que levanta la clase trabajadora ni se siente digna de ser sujeto de la repartición de las ganancias que genera el trabajo productivo nacional.
Son estas las razones por las que es tan importante para las mujeres feministas de levantar la bandera del reconocimiento de las labores domésticas, de crianza y cuidado como un TRABAJO productivo, y de esta manera incorporarla con plenitud de derechos en las luchas de los y las trabajadoras, más allá de que cuente con un trabajo formal remunerado. Reconocer que nuestro trabajo genera plusvalía y valor para la sociedad en conjunto y que por ende nos corresponde disfrutar de los avances en protección social y seguridad social. Esto nos permitirá incorporarnos en las actuales luchas de la clase trabajadora chilena de manera protagónica.
Las mujeres exigimos que se reconozca la importancia de nuestro trabajo para el bienestar social y el funcionamiento de la economía del país. Requerimos que, a la brevedad, se determine que somos trabajadoras domésticas más allá de los contratos y remuneración, para alzarnos como un sujeto en lucha que reivindica el derecho a gozar de las ganancias y el desarrollo social y económico que con nuestra fuerza de trabajo generamos. En el marco del debate constituyente, avanzar en esta demanda permitirá construir una sociedad justa, equitativa y digna.
Comentarios
01 de octubre
No lo entiendo en parte, considerando el contexto actual, es decir, harta pega (hijas ,casa, pega), mas considerando los retiros del 10% , y las posteriores perdidas de los fondos…probablemente tanto las que tenemos un trabajo remunerado como no remunerado llegaremos a tener las mismas pensiones de gracia que todos ( excepto fuerzas armadas y de orden, y politicos)….solo mas deterioradas en terminos de salud por la sobreexigencia, sin nada regalado, entonces….el fondo deberia ser….
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01 de octubre
Desde el minuto que alguien deba ser un especie de empleador de personas que deciden hacer una actividad que el empleador no solicitó, la relación empieza a cambiar ya que se trata de transformar una relación de dependencia a una relación laboral. Por lo mismo, el empleador podrá exigir un nivel de actividad, resultados educativos, y regular cosas como la natalidad, etc,etc. Porque si quieren que el Estado remunere cosas que las personas deciden, abre la puerta a que el Estado deba remunerar a la persona que le gusta pintar piedras porque lo considera bonito, o a quien piensa que viajando por el mundo genera beneficios a la humanidad, o quizas que.
No es raro escuchar este tipo de cosas de alguien comunista, que cree todavía que el valor viene del trabajo unicamente , ya que entonces la mujer estaría «creando» fuerza laboral al criar niños, por lo que ella sería parte de la cadena productiva social de generación de proletarios. Claramente es un discurso de fines del siglo XIX, pero esta vez apuntalado por el avance femenino. Pero, lamentablemente llegó tarde a la historia: el proletariado está en extinción, la mayoría de las personas son personas con un grado de capacitación relevante (y creciendo), y las tasas de natalidad van en retirada. Por lo tanto, teorías como estas basadas en realidades anteriores están placé.
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01 de octubre
Pero, y si yo no dependo del Estado, porque me las tengo que arreglar solita, pero el Estado me exige….entonces. Mal su comparacion pintar piedras o viajar, compararlo con el trabajo domestico y de crianza, me faltan horas del dia y vacaciones, muy ofensivo su comentario, para madres trabajadoras, dueñas de casa y multitareas, muy bajo.
01 de octubre
Estimada, por favor lea bien lo que escribí y vea que la analogía tiene que ver con pedir ingreso por cosas que no fueron solicitadas. El ingreso es producto de un trabajo; trabajo que no nace por la necesidad del trabajador, sino que por solicitud del empleador. Hay que tener claro eso
Saludos
02 de octubre
Sr. Arturo, segun sus palabras antes descritas » el empleador podra exigir un nivel de actividad, resultados educativos, y regular la natalidad…», es decir, no trabajar, ser vulnerable, tener muchos hijos, eso EXIGE el estado…. y reciben casa, bono de alimentacion,trasporte, salud, hasta hay programa de vacaciones para dueñas de casa, educacion superior para sus hijos, etc…. me siento discriminada.
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02 de octubre
Estimada. Para resumir y hacerlo simple: que el Estado deba pagar por trabajo doméstico, con los argumentos dados, establece finalmente una relación laboral; al ser así, el Estado podría exigir resultados y establecer como debe ser hecha esa labor. Si nos parece que el Estado no puede opinar en como se hace la labor hogareña, no se le puede exigir que pague por ello. ¿Se entiende?
Saludos