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¿Modelo, o acciones y omisiones de la política y del Estado?

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Intercambios públicos de opiniones como el que han tenido el periodista Daniel Matamala y el empresario Bernardo Larraín, son un aporte al debate nacional pues representan visiones que contribuyen a la comprensión ciudadana de la compleja crisis que vivimos en nuestro país. Ambos son didácticos y directos en sus comentarios y dejan en claro aquello que comparten y aquello en que difieren. Comparten propósitos y difieren en el diagnóstico, es decir, en la manera de comprender por qué las cosas son como son, llevando a Chile a esta crítica situación.


Descartemos por esta vez el fatalismo que nos lleva a la resignación de aceptar lo que hay y encaremos con esperanza el desafío de resolver la crisis actual

En realidad, en la situación actual de nuestro país no es tan difícil compartir propósitos. La gran mayoría de las chilenas y chilenos estarán de acuerdo con lo que entiendo Daniel resume como su punto de encuentro con Bernardo: tomar la oportunidad y el deber de construir un nuevo pacto social para superar las desigualdades. Cuando se trata de momentos de crisis y de urgencia, como la actual, esta amplia visión compartida es ciertamente un gran logro que debe tenerse presente una y otra vez. Es nuestro punto de encuentro, desde donde partimos juntos. El lugar donde podemos volver a encontrarnos cuando nos extraviemos.

A partir de ese espacio compartido, Bernardo, basado en los dichos del filósofo español Daniel Innerarity, desarrolla una línea argumentativa para señalar lo que entiende como la diferencia que tiene con Daniel. Luego de fundamentar y dar ejemplos, concluye señalando que “… más que fallas estructurales del llamado modelo o la concentración del poder…, han sido las acciones y omisiones de la política y del Estado las que en buena parte explican la acumulación de estas desigualdades”, dejando en claro con ello, que ese es el punto de desencuentro entre ambos. No pasó mucho tiempo para que Daniel, argumentara y diera ejemplos para avalar su visión de la importancia del modelo y de la concentración del poder, como estructura que define lo posible.

Avanzando en este debate, cabe preguntarse si hay desencuentro en ambas visiones. ¿Se contraponen, se excluyen mutuamente?, ¿se trata de que una es la correcta y la otra no? Me parece que no. Más bien se trata de énfasis y de puntuaciones diferentes respecto a la influencia de cada una de estas visiones y la relación entre ambas. Mientras que para Daniel el modelo es causa principal de la crisis, dada la concentración del poder económico que genera y su capacidad de influir en las decisiones políticas, para Bernardo, son las acciones y omisiones de la política lo que explica la crisis, relativizando el rol que juega el modelo y la concentración del poder. Lo interesante de destacar es que, expuesta la diferencia, sus visiones dejan de manifiesto que comparten también el papel fundamental que le otorgan a la política, entendida, especialmente en este caso, como la actividad que tiene la responsabilidad de ordenar y organizar los múltiples intereses en conflicto propiciando la armonía social.

La puesta en escena y la práctica de la política no la hacen entes etéreos, la hacen personas, por lo tanto, no hay que darle muchas vueltas para entender que Bernardo pone la responsabilidad en los políticos, es decir, en ese conjunto de personas que desde el cargo que cada uno ejerce (principalmente en el gobierno y parlamento), con sus acciones y omisiones, tanto han provocado la crisis actual como también han sido poco efectivos para resolverla. Larraín pone el peso de la responsabilidad en nuestros actuales dirigentes políticos. Matamala le recuerda cómo el modelo ha generado una concentración de poder económico que ha ejercido directamente influencia en las acciones y omisiones que han realizado estos políticos, y muchas veces haciéndolo al margen de la ley, dejando en claro con ello, la capacidad que tiene el poder económico de intervenir en la política.

Planteados los puntos de encuentro entre ambos y en lo que difieren, ¿no les parece que es necesario, y podemos, avanzar tanto en mejorar el modelo como la acción política? Teniendo en cuenta lo que aportan Bernardo y Daniel para el entendimiento de las consecuencias del modelo y la acción política, me inclino a pensar que la gran mayoría de las chilenas y chilenos diría que sí. Sobre todo, recordando una vez más, que comparten el propósito de superar las desigualdades y el deber de construir un nuevo pacto social. Esta es una base sólida para avanzar en lograr acuerdos y compromisos por un Chile mejor.

Siguiendo la línea argumentativa de Larraín, vale recordar que las y los políticos al tener mayor poder y autoridad, tienen mayor responsabilidad en definir y gestionar el curso de la convivencia en nuestro país. Si ponemos atención en quienes son las y los políticos que tienen la responsabilidad de llevar adelante esta tarea, debemos reconocer que la mayoría llevan largo tiempo gestionando la política en nuestro país. Son las y los mismos que por acción y omisión de su quehacer político nos han puesto en esta crítica situación. Siendo práctico, necesitamos que sepan resolver bien la disonancia en que se encuentran. Salir de la mejor manera posible de esta encrucijada es parte de la solución, pues necesitamos que esta mayoría de actores políticos, miembros de las coaliciones que han gobernado Chile desde el retorno de la democracia, estén a la altura del trance histórico en que nos encontramos. Esta mayoría de políticos de centro derecha y centro izquierda, como gustan llamarse, saben que comparten la responsabilidad por el desprestigio y descrédito de la política, saben que ya sea por acción u omisión sucumbieron al poder económico, dando ejemplo, como señala Daniel, de malas prácticas que han dañado seriamente nuestra democracia y convivencia ciudadana. Para esta mayoría de políticos, que aún tienen poder de decisión y acción, no les cabe más que liderar su propia retirada lo más digna posible. Ese es el rol histórico que les corresponde. Estos acuerdos logrados últimamente, auguran que es posible.

Respecto al modelo, es decir las reglas que definen lo posible en la convivencia, el foco debe estar puesto en el proceso constituyente, es ahí donde todos, políticos, empresarios, organizaciones sociales, la ciudadanía en general, debemos poner nuestra inteligencia, esfuerzo, creatividad, para asegurar que este proceso se lleve bien de punta a cabo. Este es un proceso acordado y comprometido que ya no tiene vuelta atrás. Asumir este compromiso con madurez cívica es la que requerimos como país. Necesitamos hacerlo bien desde ya, creando las mejores condiciones para su puesta en marcha, desarrollo y cierre. Estoy convencido de que seremos capaces de llevar adelante este proceso para culminar con una nueva constitución democrática, justa y legitima que, entre otras cosas resuelva los problemas del modelo que plantea Daniel y, por otro lado, redima a esa cuestionada mayoría de políticos, haciéndolos parte importante en la solución de la crisis que ellos mismo contribuyeron a crear, como señala Bernardo. Este es el nuevo pacto social.

Mientras tanto, y en paralelo, debemos dar pronta solución a la urgente crisis sanitaria, económica y social en la que estamos inmersos. Es importante distinguir entre ambos focos de atención y acción. Uno, es la urgencia de dar soluciones a la crisis que nos afecta, cuya duración crítica se estima en dos años, – aproximadamente el mismo tiempo que tomará el proceso constituyente-, y otro, es el acuerdo y compromiso de darnos una nueva constitución, cuyo alcance es por las próximas décadas. En esto, nuevamente les cabe importante cuota de responsabilidad a esa mayoría de políticos a los cuales me he referido. Es la última oportunidad que tienen de pasar más dignamente a la historia política de nuestro país. Confiemos en sabrán atender la demanda de la gran mayoría de las chilenas y chilenos. Descartemos por esta vez el fatalismo que nos lleva a la resignación de aceptar lo que hay y encaremos con esperanza el desafío de resolver la crisis actual y darnos una nueva constitución democrática, legítima y justa.

TAGS: #Coronavirus #CrisisSanitaria #EstallidoSocial Crisis

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11 de agosto

Jorge

Si hay algo en que la derecha ha tenido un logro muy relevante es el de descargar o traspasar toda la responsabilidad de las continuas crisis en la llamada clase política. Es fácil, es gratis, y salen bastante bien parados ante la opinión pública.

En el acuerdo alcanzado en Chile sobre el modelo de estado alcanzado en los 80 y que permitió el plebiscito del 88 , la izquierda no tuvo en cuenta o a lo mejor consintió los profundos amarres y las graves consecuencias de la constitución del 80. La subsidiariedad y privatización de los bienes y derechos públicos aún hoy constituyen el origen de muchos de nuestros fracasos cómo sociedad.

Aún mas, siguiendo las lecciones de Chicago, la única responsabilidad empresarial es maximizar las ganancias para los accionistas, y en el caso chileno, socializar las pérdidas. En el colmo de la frescura, Larraín señalaba hace unos meses la gran inversión en innovación y desarrollo que significaba la actividad extractivista, desechando cualquier inversión en darle valor agregado a las exportaciones chilenas.

El economista Schumpeter, uno de los precursores de la innovacion y del concepto de destrucción creativa, señalaba que el gran responsable del crecimiento de un país era la clase empresarial y su aporte en creatividad e innovación.

Chile ocupa el lugar 72 en patentes a nivel mundial, el 45 en innovación y gasta 0.38% del PIB en investigación y desarrollo.

El echarle toda la culpa a los políticos es una vergüenza.

13 de agosto

Tienes razón Guillermo al señalar que la derecha (económica-social) históricamente ha buscado responsabilizar a los políticos de las crisis que hemos tenido en nuestro país. Ese desprestigio de la política es funcional al propósito de lograr afectar el rol fiscalizador de la acción política y con ello mantener y acrecentar su posición de privilegio.
Mi punto es que en estos últimos 30 años ha sido evidente el continuo descenso de la credibilidad y confianza en la acción política. Desde el entusiasmo inicial que significó el triunfo del No hasta la situación actual, podemos observar como se fue produciendo un creciente desencanto con la élite política gobernante a partir de sus acciones y omisiones, expresadas en corrupción, desatención de las demandas sociales, responder primeramente a sus intereses personales y corporativos, etc
El modelo liberalismo que rige la economía de nuestro país, naturaliza que la élite económica que acumula gran riqueza, tengan como principal objetivo maximizar las utilidades en sus negocios, eso es lo que los moviliza y para ello ejercen presión, e incluso corrompen a los políticos para que se creen leyes que los favorezcan. Lo harán mientras puedan.
Corruptor y corrompido son las dos caras de la misma fea moneda. Ambos tienen que concurrir para que se produzca el acto de corrupción. Ambos son responsables, pero me atrevo a señalar que mayor responsabilidad les cabe a los políticos pues de ellos esperamos integridad, que velen por el bien común.

Levi Mansur Vergara

11 de agosto

Excelente columna! Es equilibrada, clarísima, contingente, lúcida y bien pensada. Además enciende una luz en la oscuridad en que se encuentra el país buscando acercar posiciones, potenciales acuerdos y caminos que nos saquen de la difícil encrucijada en que nos encontramos. Debería ser material requerido de lectura para los grandes empresarios y politicos en el congreso.
Creo yo, que lo que esta pasando es la consecuencia de la traición a Chile de dos clases privilegiadas La clase política y la clase del gran empresariado. Gozan de privilegios desbordados y un egoísmo ciego para con el resto de los chilenos. Los políticos, como clase, traicionan a Chile por que son elegidos para que trabajen por y para nosotros pero, ellos buscaron mayormente excesivos e inmorales privilegios. Los grandes empresarios traicionan no solo a Chile pero a su propio modelo capitalista, el mismo que impusieron, aborreciendo de lo que hace que el capitalismo funcione: la competencia. Se coludieron IMPUNEMENTE por años y nos robaron a vista y paciencia de los politicos y sus defectuosas leyes. Este estallido de descontento se venia venir por la indolencia y ciego egoísmo y falta de compromiso de estas poderosas élites. Cómo señala Jorge Amigo «No les vale mas que liderar su propia retirada lo mas digna posible»

12 de agosto

Comparto Levi tú apreciación respecto a la necesidad de que las élites política y económica asuman con valentía y honor,- cualidades que necesitamos recuperar,- sus malas prácticas que han llevado a nuestro país a la actual crisis institucional. Sin duda son los principales responsables.
Si bien comparto con Daniel Matamala, que el modelo crea las condiciones para la acumulación de poder económico en manos de pocos que presionan, incluso corrompiendo, como los hechos así lo han demostrado; me inclino a pensar que los políticos son más responsables, (gobierno y parlamento principalmente), pues son ellos precisamente los llamados a velar por el bien común y resguardarnos de las presiones que alteren esta principal misión, los encargados de mantener a raya los embates de la corrupción. Lamentablemente en la élite económica, dado el modelo vigente, prevalece el propósito de maximizar las utilidades y buscarán los vericuetos para lograrlo aún a costa del bien común y de ensuciar la democracia. Definitivamente necesitamos dignificar la acción política, necesitamos políticos íntegros. El proceso constituyente y la crisis sanitaria y económica les brindan una oportunidad a la élite política actual

pablo valdivieso

13 de agosto

Interesante articulo el de Jorge Amigo. Tensiona posiciones que a primera vista podrían parecer irreconciliables y propone pistas para el encuentro de las mismas.
Uno de los aspectos más interesantes es el llamado a vencer el fatalismo en el que nos encontramos como sociedad. Buen aporte, invito al autor a incorporar en su análisis el conflicto (y su tramitación) como herramienta de cambio social.

13 de agosto

De acuerdo Pablo con la importancia que tiene actualmente vencer el fatalismo que casi se ha naturalizado. La situación actual requiere que la enfrentemos con decidida esperanza y optimismo. De esta salimos para adelante, salimos mejor.
Respecto al conflicto, bueno, lo cierto es que estamos en un conflicto nacional de envergadura y como digo en el texto, es precisamente la política, es decir, los políticos los que tienen la responsabilidad de ordenar y organizar los múltiples intereses en conflicto propiciando la armonía social. Tomo tu invitación como la necesidad de recordar permanente a nuestros políticos esta importante misión.

J.A.

18 de agosto

Que interesante columna, lúcida como pocas. Pienso que es correcto el análisis, hay dos visiones en oposición, estimo que el periodista no es un analista político, es un periodista comprometido, con ello, es un actor duro más que un observador neutro, en el caso del empresario también es un actor comprometido, tiene intereses y los va a defender. Ambos representan sectores que son irreconciliables, pueden conversar como personas civilizadas pero sus convicciones no cambiarán, son credos. Sobre el tema de fondo, y después de varios autores a cuesta, me doy cuenta que construimos la forma en que vemos la realidad, y es en base a caricaturas de ella, porque al ser esta tan compleja, es también oscura, difícil de comprender y muy manipulada, así, se resaltan segmentos, partes, áreas, e inclusive porciones a modo de bosquejos que muchos creen que es la realidad, pero es una ilusión. En línea con el artículo, se ve la necesidad de un tercer actor, una sociedad civil culta y organizada, depositaria de un civismo que nos podría salvar de los totalitarismos y de otros males, pero estamos tan lejos de crear condiciones para su desarrollo que duele decirlo, es una utopía para nosotros.

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