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Migración en Chile ¿La sociedad civil al rescate?

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La migración en Chile es un tema relevante que ha tomado una mayor visibilidad en la agenda pública durante los últimos años. Las cifras nos dicen que un 2,7% de la población chilena (es decir, 465 mil personas) es migrante (encuesta CASEN 2015). Y claro, en comparación a los países de la OCDE (13% promedio) es baja. Las cifras marcan la toma de decisiones a nivel político, tanto en lo económico, laboral, social, etc. Sin embargo, este mismo rasgo es el que nos ha hecho un país que tiende a mirar cifras por sobre realidades (pobreza, empleo, migración, entre otros), configurando a las personas como meros indicadores que determinan una variable o dimensión de análisis. Solo un número.

En el caso de la migración, esa realidad es dura, cruda y sin censura. Marcada por problemáticas de discriminación, exclusión, falta de trabajo, demoras en los procesos de regularización de papeles, barrera idiomática, cobros excesivos en los arriendos de las casas, entre muchas otras cosas. En consecuencia una pésima calidad de vida.

Es por ello, que la intención de esta columna es incentivar el debate sobre la temática e invitar a la gente que tome conciencia de la real condición de los migrantes haitianos (en este caso a nivel local). 


Si las alternativas de solución están siendo ideadas desde la sociedad civil ¿Por qué no se dan herramientas y las estrategias no están siendo dirigidas hacia la articulación entre sociedad civil e institucionalidad?

Para la presente, he querido exponer el caso de dos ciudades de la Región de Valparaíso, la ciudad de Quillota y La Calera. Estas, han tenido un marcado aumento en el número de migrantes haitianos en el último año. Esta realidad es impactante, por lo bajo. En su mayoría son migrantes que llegan al aeropuerto de Santiago y toman buses directamente hacia estas ciudades, manifestando (desde su propia perspectiva) que prefieren la tranquilidad que les brinda esta zona de producción agrícola. Si bien no existen cifras oficiales sobre el número de migrantes dentro de estas dos localidades, la estimación se realiza en base a la óptica de los que trabajamos en organizaciones sociales con migrantes en estas dos ciudades.

Ante esta explosión migratoria es que la estructura institucional (municipios, gobernación y servicios públicos) se ha visto colapsada por una demanda de problemáticas que tienen como principal obstaculizador la barrera idiomática y el letargo burocrático en la regularización de los «papeles». Esto configura un primer punto de inflexión o variable que determina la realidad de los migrantes haitianos a nivel local.

Hablemos de esta realidad. Como trabajador social, mi labor profesional implica trabajar con comunidades, desarrollando procesos de intervención para activar capitales sociales y humanos que vayan enfocados en solucionar determinadas problemáticas. De todas las comunidades con que me ha tocado trabajar, tanto urbanas como rurales, siempre he detectado, por medio de los diagnósticos participativos, que existe un cierto dejo del Estado y de las instituciones locales en cuanto a articular estrategias efectivas de solución a problemáticas comunes. Me atrevería a decir que la idea de un trabajo intersectorial es casi una utopía. Veo una mala administración en recursos humanos, físicos y económicos por no actuar de manera coordinada.

Es a partir de dicho trabajo comunitario, que me ha tocado conocer y presenciar situaciones que rozan la línea del ser (Fanon, 2010), donde hay personas que por no conocer el idioma, por venir a un país del cual tenían otra visión (de oportunidades), que no tiene una política migratoria acorde a la realidad actual, que posee un racismo estructural en sus instituciones, es que viven y siguen viviendo en condiciones paupérrimas, configurando un nuevo tipo de pobreza; la pobreza del migrante excluido. Carente al acceso de servicios básicos (por desinformación y/o nula conexión con las redes), que come una vez por semana porque no puede tener trabajo (por su “condición administrativa”), al cual los chilenos le arriendan piezas por más de 200.000 mil pesos, viviendo 8 personas en un espacio de 2×4 mts, prefiriendo quedarse en su pieza antes de salir a la calle por miedo a la deportación. De esa realidad es la que hablo, no del 2,7% de la población, no de una cifra carente de alma, hablo de una realidad que se ve, se siente, convive entre nosotros.

Es en este escenario en el cual la sociedad civil ha tomado un rol fundamental. Por una parte, me llena de orgullo ver que esta se ha movilizado, activando sus capitales sociales, humanos y físicos para intentar solucionar ciertas problemáticas de los migrantes; dando clases de español gratuitas para los haitianos, los almacenes de barrio realizando acciones solidarias para alimentar a los mismos (que como dije, muchos están comiendo una vez por semana), realizando actividades de organización para de alguna forma incluirlos e incentivar la su participación en la comunidad y algunos empresarios brindándoles trabajo. Sin embargo, por otra parte me encuentro decepcionado y frustrado al ver cómo la institucionalidad se resguarda en las cifras, sin herramientas para dar con la gran demanda de problemáticas y necesidades de esta población a la deriva. Sin una política local que se ponga los pantalones ante la carencia de una política estatal migratoria que garantice un nivel mínimo de lo humano para estas personas. Quedando muchas veces a las voluntades de los mismos profesionales de los servicios, que fuera de horario y con la mayor disposición colaboran con las soluciones que son generadas desde las mismas comunidades y organizaciones sociales y no con el soporte institucional que amerita.

Entonces ¿Es la sociedad civil la llamada a solucionar una problemáticas de la cual debería hacerse cargo el Estado a través de sus instituciones?

Si las alternativas de solución están siendo ideadas desde la sociedad civil ¿Por qué no se dan herramientas y las estrategias no están siendo dirigidas hacia la articulación entre sociedad civil e institucionalidad?

TAGS: #Migración #MigraciónHaitiana #SociedadCivil #Haiti

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Pablo

14 de enero

Mas allá de las consideraciones humanitarias que podemos compartir, hay una parte de este texto que no me parece «..hay personas que por no conocer el idioma, por venir a un país del cual tenían otra visión (de oportunidades), que no tiene una política migratoria acorde a la realidad actual, que posee un racismo estructural en sus instituciones, es que viven y siguen viviendo en condiciones paupérrimas». Cual seria el «racismo estructural» de nuestras instituciones al que haces referencia?, este país niega ingreso, pasaporte o derechos a personas por su color de piel?, si es así tienes cifras de esto o es simplemente tu «impresión»?. Me parece ademas que hablamos de adultos que no vienen en condición de refugiados, son gente que elige venir acá y que llegan en un 99% mintiendo (son todos turistas al ingresar), si viven en esas condiciones es por su falta de planificación y conocimiento respecto del país donde migraron, no es responsabilidad del estado chileno adaptarse a ellos, y es mas el estado chileno ha sido bien complaciente, permitiendo el ingreso de miles, deportando a un numero minimo a un cuando la gran mayoria no cumple la ley migratoria actual, y haciendo cosas como capacitar a su personal en creole un idioma que solo entienden los haitianos, tu crees que en europa van a obligar a los medicos a capacitarse en español porque están llegando muchos turistas permanentes? . Hay un articulo muy bien fundamentado en esta pagina sobre esta migración te recomiendo leerlo.

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