La Concertación fue incapaz de integrar a nuevas fuerzas como Revolución Democrática para crear su “Nueva Mayoría”. No saben dialogar y discutir, mirar el asunto como si hubiera un interés común. Solo les interesa negociar, entrar en un juego de fuerzas y ver quién se impone finalmente. Andrés Velasco se replantea su participación en las primarias, ya que éstas no eran para los partidos, sino, “para fortalecer la democracia”. La promesa no se cumplió, la democracia no se fortaleció. Los estudiantes son nuevamente marginados y no queda otra que ir por afuera.
El movimiento estudiantil es uno de los fenómenos políticos más relevantes de los últimos tiempos. La caída de los grandes ideales, el desencanto con los partidos y la crisis de la democracia, son fenómenos globales, por lo que debemos mirar con buenos ojos que hayan jóvenes dispuestos a luchar por un Chile mejor. Esa lucha debe ser siempre aplaudida, independiente de la contingencia del resultado.
Las críticas a los estudiantes han sido muchas y varias (y algunas vergonzosas). Se ha tratado de satanizarlos como delincuentes, se les trató de inútiles subversivos, se les ataca con memes ofensivos, etc. Incluso hay un grupo en Facebook con el nombre de “Camila Vallejo para tu hueveo”, pero, ¿de verdad creen que todo esto es hueveo? ¿Qué son solo un puñado de jóvenes sacando la vuelta? Es fácil apuntar con el dedo a quienes asumieron el liderazgo, sin darse cuenta que detrás hay algo mucho más profundo.
Solo una miopía preocupante podría no darse cuenta del problema. Nuestro sistema político ha sido incapaz de canalizar el descontento de la mayoría. La falta de representatividad es evidente. Han ignorado las innumerables marchas, como también, han hecho vista gorda a las encuestas que ellos mismo hacen para legitimar el sistema. Entonces, ¿qué ocurre? La consecuencia es previsible: hay un desinterés por la política y una desconfianza en los partidos. Lo anterior tiene una serie de causas, siendo lamás obvia, el sistema binominal y la Constitución del 80’ con todas sus artimañas para maniatar a la mayoría. Pese a todo, hay algo que, aunque quisieran, no podrían cambiar. Aunque lo intenten nunca podrán determinan la opinión de la ciudadanía; tampoco podrán ignorarla eternamente. Y es que la política no se hace en cuatro paredes, no se hace en el parlamento. La política se construye en la calle, con la gente.
Solo desde el 2011 la educación pasó a ser el tema más importante del país. Antes nadie –al menos ningún político– se cuestionaba si era necesario reformar el sistema educativo. Hoy, ni siquiera los defensores del sistema pueden negar elproblema. Los estudiantes pusieron en el debate público la importancia de tener una educación gratuita y de calidad para todos; de poner fin al lucro; de tener un sistema educativo menos segregado. Fue la movilización estudiantil la que,como dice el profesor Juan Ormeño, nos liberó de “la tiranía platónica de los expertos en políticas públicas”. Hemos aprendido que los temas políticos no se zanjan con soluciones técnicas, se resuelven con deliberación y con un sistema, a lo menos, verdaderamente representativo. El tiempo juzgará nuestra época, pero creo que, guardando las proporciones, estamos ante una especie de mayo del 68’ nacional.
Apareció, con bombos y platillo, la esperanza de una “nueva mayoría”. La oferta sonaba interesante pero, para variar, se quedó en meras intenciones. Los estudiantes son ignorados y, representados por sus dirigentes, ante la impotencia de no ser escuchados ni representados, deciden ir al Parlamento y postularse a diputados.
Pese a todo, nada ha cambiado. Se criticó al movimiento por politizarse (¿cómo podría ser no-político algo político?); luego se les criticó por no saber cuándo parar, por no permitir que se“institucionalice” la discusión y llegue al Parlamento. Hace poco Escalona criticó la idea de una asamblea constituyente, según él, hay que respetar las instituciones y se debe discutir en el Congreso. Pero, ¿espera que confiemos en instituciones que han sido incapaces de representar a la mayoría?
Apareció, con bombos y platillo, la esperanza de una “nueva mayoría”. La oferta sonaba interesante pero, para variar, se quedó en meras intenciones. Los estudiantes son ignorados y, representados por sus dirigentes, ante la impotencia de no ser escuchados ni representados, deciden ir al Parlamento y postularse a diputados.
Camila Vallejo, Camilo Ballesteros, Giorgio Jackson, Patricio Contreras, Francisco Figueroa, y ahora, Gabriel Boric, han manifestado su intención de ir como candidatos a diputados. El binominal se resiste a caer y la “vieja mayoría” se niega a perder poder. Solo queda atacarlo desde afuera. Por eso, debemos apoyar a todos los líderes estudiantiles que vayan como candidatos. Incluso e Independiente de si van por un partido «tradicional», creo que ellos sí se preocuparán por discutir los cambios que necesitamos en educación dentro de las “instituciones”. Ellos sí llevarán la discusión de las calles al Parlamento. Los políticos ya nos han decepcionado muchas veces, es hora de darle oportunidad a nuevos liderazgos. No sé quiénes aparecerán finalmente en el voto, pero si va alguno de ellos (o todos), tienen mi completo apoyo. Y si alguno de ellos va por el distrito 14, tiene mi voto.
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