Es bien sabido que los extremos proliferan en tiempos de crisis, reflejando de cierta forma una profunda división social, pero en este caso también generacional.
Boric seduce al votante joven, progresista, ese con ideas de cambios, pero no necesariamente por méritos propios, si no por el desacierto constante de su rival en algunas materias.
Cuesta pensar, por ejemplo, que una mujer joven se sienta atraída (o derechamente no sienta rechazo) por el proyecto de José Antonio Kast, considerando las pocas medidas relativas a igualdad de genero en su programa.
Es verdad que el nicho político del candidato del partido republicano es otro, pero asume costos de forma torpe en temas que no requieren mayor voluntad política y que mayoritariamente no confluyen con las aspiraciones contrapuestas de algún otro grupo de interés.Buscar el centro político también es la oportunidad que tienen las candidaturas de adecuar sus programas y quizás re-encantar a nuevos sectores.
Con el candidato de convergencia social sucede algo similar: la tibia respuesta a las urgencias relativas al orden público y a la crisis migratoria parecen no crear un mayor entusiasmo en su proyecto político por parte de la población de rango etario superior.
Si algo reflejó la primaria del 21 de noviembre es que la elección esta completamente abierta y que el capital político ya ganado es insuficiente para consagrarse en el balotaje final.
Exprimidos hasta la última gota de los polos políticos por ambas candidaturas, no les queda otra alternativa que envalentonarse, y con rifle en mano, ir en busca de los votos del centro.
La suma de los apoyos (casi absolutos) de la centro izquierda y derecha a ambas campañas en los primeros días post-elecciones nos parece indicar que el proceso no solo comenzó de forma apresurada si no que será de un carácter profundo y energético.
Buscar el centro político también es la oportunidad que tienen las candidaturas de adecuar sus programas y quizás re-encantar a nuevos sectores.
No queda más que mirar con atención en los próximos días, los cambios programáticos de ambas coaliciones y que tan dispuestos se esta de transar para alcanzar el sillón presidencial en marzo del año próximo.
El riesgo el claro: mutar de tal forma que la esencia de ambas candidaturas se disuelvan por completo transformándose en algo completamente diferente a la de la primera parte de sus respectivas campañas.
Quien lo diría, después de todo quizás el centro político no estaba muerto.
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