Sobre la inoperancia de las políticas neoliberales solo diré que éstas se expresan en esta realidad de crisis e incertidumbre que vuelve improbable la resolución de los asuntos que afectan a la paz y al bienestar del mundo. En ese contexto, parece ilógico confiar en el reinicio de una fase prolongada de crecimiento del sistema comercial globalizado y de una mejoría general de las condiciones de vida de los trabajadores sin superar las cuestiones críticas relacionadas con la forma neoliberal de hacer las cosas.
Esos dramas (como lo son la falta de crecimiento, el narcotráfico o el desempleo) son consecuencias de la ineficacia del régimen para conducir al bien común. Un ejemplo claro al respecto es el tema de la droga. Desde hace mucho las políticas relacionadas con el consumo y el tráfico de las mismas aplicadas por regímenes políticos varios siguen la lógica de la prohibición, es decir, colocarán el acento en tratar a los adictos al mismo nivel que a los narcotraficantes. Se olvida entonces el derecho a la salud del hombre.
Por una parte, la corrupción y complicidad entre el poder político y el policial muestran el daño social que se genera con estas medidas regresivas. En países como Chile la prohibición para el consumo fue total a pesar que hasta los ‘70 no existía ni el consumo masivo de drogas (reducido al ámbito bohemio) ni mucho menos organizaciones criminales, ni relación entre el narcotráfico y la élite política, ni redes de corrupción en la policía o en el Poder Judicial.El paradigma de la prohibición es una falacia al centrar la discusión en la tenencia para consumo personal como si ése fuera el tema central. Y esta forma de simplificar la discusión impide ver a las drogas como una problemática educativa, sanitaria, social e inclusive de reconstrucción de nuestra ciudadanía.
Es a partir del neoliberalismo -que llega con su desregulación del mercado de los medicamentos- que se permitirá que remedios que antes estaban bajo la supervisión pública ahora se consigan sin restricciones. Esto provoca la cultura de la automedicación, nos induce a perder el control sobre qué fármacos consume la población y hasta tiene incidencia en el aumento de delitos como el tráfico ilegal de drogas.
El paradigma de la prohibición es una falacia al centrar la discusión en la tenencia para consumo personal como si ése fuera el tema central. Y esta forma de simplificar la discusión impide ver a las drogas como una problemática educativa, sanitaria, social e inclusive de reconstrucción de nuestra ciudadanía. La lógica prohibicionista fracasa y se muestra inoperante porque no desciende el tráfico, la producción ni menos el consumo. Por el contrario, países como Méjico se convierten en “estados fallidos” porque ya no podrán siquiera resguardar la vida de su población que se transforma en rehén de la mafia.
Quien nos debe preocupar es el régimen como conjunto. Si obviamos la complicidad de los funcionarios, las redes de corrupción en la justicia, en la policía y en el sistema político equivocamos definitivamente el camino. Y errar es grave porque el narcotráfico acaba por violar los derechos humanos no solo del adicto sino de toda la población. Es la ruta a la que nos conduce el neoliberalismo que solo le interesa la acumulación privada del capital a cualquier precio, incluso por sobre la vida de los hombres.
¿Acaso a nivel global los mejores negociados, los más rentables digo, no son las drogas, la venta legal o ilegal de armamento, la guerra y el tráfico de personas sea para fines sexuales o de explotación laboral y todo lo que ello implica, es decir, la prostitución, etc? Después ese dinero mal habido es lavado en los paraísos fiscales para ingresar al circuito de las finanzas y de la especulación. De hecho, las bolsas del mundo están manchadas con la sangre y el sudor de millones de víctimas del sistema. Esta vez fue el turno de 43 estudiantes mejicanos.
Comentarios
18 de noviembre
Creo que hay un error, al parecer estos jóvenes fueron víctimas de los narcos y sus socios políticos, cierto sector que ha dominado siempre la politica del estado de Guerrero. El neoliberalismo (famoso) se esta conviertiendo en el niño de castigo del rey, vamos a terminar culpándolo hasta de los terremotos.
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