Cuando en la Concertación perdimos el gobierno hace más de un año, muchos chilenos y chilenas lloraron de manera amarga. Extrañamente, quizás, a mi ni siquiera se me pasó por la mente. Es posible que la razón esté en que el resultado de la elección no me sorprendió como a tantos, porque era consciente desde hace mucho que esa era una posibilidad real si éramos objetivos en el diagnóstico de cómo iban las cosas en los gobiernos de la Concertación.
Entre los sueños surgidos desde la derrota, estaba el que quizás la lección que nos daba el pueblo iba a ser una oportunidad para aprender algo poco y/o muchas cosas; iba a servir para la reflexión política táctica y estratégica; iba a provocar una profunda reflexión colectiva e individual sobre lo acontecido a cada uno de nosotros, a cada una de nuestras organizaciones, y sobre cada uno de nuestros actos, a la luz de los resultados positivos y negativos que habíamos alcanzado. El más relevante, el hecho indesmentible que la mayoría había decidido restarnos la confianza por esta vez para ver qué pasaba.
En este marco, lo más lógico era que las lecciones aprendidas fueran de impacto directo en lo que nos había quedado, y que se expresaba materialmente en las comunas que estaban en manos de la gente de la Concertación y la izquierda en general. Ese era la más noble de las esperanzas de muchos y muchas, pero no se qué es lo nos pasa a los chilenos que divagamos tanto en el quehacer concreto y nos farreamos tanto las oportunidades que la vida nos va poniendo al frente.
Farrearse La Florida me produce el mismo espanto que me produjo el flagelo del saqueo en condiciones de la desgracia nacional que fue el terremoto y maremoto últimos, quizás de la impotencia que sentimos ante la miseria humana que se desvela con estos hechos que parecieran irremediables, pero que en realidad lo son en tanto no tengamos la capacidad de mirarlos con crudeza y madurez, para poder superarlos.
Trabajé dos años en la gestión de Gajardo y conozco la situación. Puedo repetir como dijo alguna vez Martí, sobre el enemigo antiguo de Cuba "conozco al monstruo desde adentro". Todo pudo ocurrir de forma diferente. Mi sensación tremenda fue que los socialistas no eran mis hermanos de antes. Esto ya me había ocurrido antes, pero en La Florida no solo era yo la que tenía esa sensación sino que éramos casi todos. Para que decir entre otros actores cercanos, primos-hermanos, primos y amigos, de tal forma que tampoco me extraña la posición de la concejala Inés Gallardo, si es que es verdad lo que se ha dicho en la prensa estos días (lo cual no ha sido desmentido en todo caso por ella, pero hasta que no ocurran los hechos le doy el beneficio de la duda).
Cuando había que hablar las cosas, los problemas, los sueños, los proyectos, las soluciones posibles, las dificultades, no encontrábamos nunca al interlocutor disponible para avanzar en la gestión y en la solución de los temas. Pero nada de esto es novedad ni patrimonio de La Florida, ni tan terrible que no pudiera tener solución, si hubiera existido la calidad humana acorde con la que se espera de una gente socialista o de izquierda o progresista o humanista. Ahí es donde andan los problemas.
Esa revelación es la que nos duele a los puros y sinceros. Esa constatación es la que nos hace pensar que parece que todo estuviera perdido, y esos hechos y resultados son los que me hacen preguntarme: ¿Dónde estaba el PS local? ¿Y el PS regional? ¿Y la dirección nacional? Porque me consta que los problemas eran conocidos. En diciembre , cuando aún trabajaba en La Florida, desfilaron dirigentes y particularmente nuestro Presidente Andrade, con quien Gajardo auscultaba soluciones y buscaba alternativas para un mejor equipo que estuviera a la altura de los hechos y salir del hoyo en que se hundía la gestión. Supongo que Jose Luís Alegría, el concejal que además es el Presidente comunal, asumirá su responsabilidad en la debacle. El diputado Montes estaba preocupado y con mucha razón del problema que se venía y que tenía destino anunciado y muerte segura. Así y todo, desde adentro en vez de aunar las fuerzas se buscaba cada vez más la división y la nula posibilidad de acercar posiciones. Yo no soy nueva en estos asuntos y tampoco muy imberbe. Aquí el diablo metió la cola y lo logró limpiamente, usándose de nuestras propias mediocridades, ¡qué barbaridad!
Tengo la convicción que aún falta mucho por pasar para que finalmente podamos salir del actual estado de cosas. Quizás nuevas generaciones, quizás más Gajardos infartados de pena por la incapacidad colectiva de hacer la tarea que tenemos en la política chica y en la grande. Por eso es que la pena me inunda el alma y me cala los huesos; por eso es que estoy contenta de haber venido a Lota, donde las cosas -aunque también difíciles-, tienen un futuro esplendor porque la autenticidad de su gente sufrida y trabajadora, logrará enterrar las miserias humanas se enfrentan con la buena voluntad de sus hombres y mujeres. Y estamos construyendo en conjunto, las salidas a los temas y problemas que siendo muchos, no asustan a nadie, estén en la posición que sea que se encuentren.
(*) Elinett Wolff, ex subsecretaria de Transportes, es militante del Partido Socialista y fue asesora del alcalde Jorge Gajardo en La Florida.
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Foto: La Nación
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