La muerte de Margot Honecker dejó en evidencia lo que venimos planteando hace un tiempo atrás, que la nueva mayoría tiene un doble estándar con respecto a los derechos humanos.
La esposa del líder de la RDA, no mucho antes de su deceso, dijo que no había razón alguna para pedir perdón por los abusos cometidos en el régimen de la dictadura de la Alemania comunista. A esto hay que sumarle las sentidas condolencias del partido comunista (partido de gobierno) alabando las condiciones humanitarias, democráticas y solidarias de Honecker.
Resulta legítimo que los chilenos nos cuestionemos sobre la preocupación real que dice tener la izquierda sobre los derechos humanos. Es preocupante que un partido de gobierno que tiene ministros y parlamentarios que participan activamente en las decisiones que toma el gobierno en el día a día, no tenga objetividad en un valor universal que supera toda ideología política. Un gobierno, cualquiera sea su tendencia, tiene la obligación de respetar y promover los derechos humanos para todos los ciudadanos y no solamente para un sector. Y claramente el partido comunista no tiene la convicción de defender estos derechos por lo que lo convierte de forma inmediata en un interlocutor inválido para tratar estos temas.
El mayor cuestionamiento que sufre la izquierda, a partir del error histórico que cometieron en no condenar los crímenes de la RDA, no viene de parte de la oposición. Lo expuesto por el periodista Daniel Matamala en CNN le da en el clavo a todos los reproches que se le pueden hacer a un sector que no tiembla en criticar correctamente a la dictadura de Pinochet, pero que se venda los ojos para no mirar a las víctimas que la ideología que defienden ha provocado en distintas partes del mundo.
¿Podrá la DC salir de su ostracismo y defender sus convicciones? Un partido de inspiración cristiana que quiera sobrevivir a la crisis política tiene que entender que la vocación de poder es importante, pero más importante son las convicciones que lo llevaron a transformarse en partido
Pero los dardos apuntan ahora a la Democracia Cristiana, Faud Chahín y Patricio Walker en distintas ocasiones han sido críticos a las dictaduras de derecha y de izquierda y han demostrado públicamente su incomodad al cinismo del partido comunista. Toda coalición política debe tener un mínimo común denominador: sistema económico, sistema político y valores que defiende; un gobierno que no logra ponerse de acuerdo en los valores que considera esenciales para el país, difícilmente puede ofrecer gobernabilidad y menos proyectarse.
¿Podrá la DC salir de su ostracismo y defender sus convicciones? Un partido de inspiración cristiana que quiera sobrevivir a la crisis política tiene que entender que la vocación de poder es importante, pero más importante son las convicciones que lo llevaron a transformarse en partido. Antes los amarraba la oposición a Pinochet, después el sistema binominal, ahora no hay excusas para ser aliados de los defensores de la RDA.
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Servallas
En realidad es difícil analizar, reflexionar, pensar siquiera como alguien, un colectivo, un grupo tergiversa evidencias y actúa con doble estándar, es verdad, alguien que le interese los derechos de los humanos, nuestros derechos, debería condenar las masacres de los gobiernos dictatoriales latinoamericanos y el chileno en particular, pero también, y claramente sin titubeos, lo que ocurrió y ocurre hoy en tantas partes del mundo, nuestra América, Asia, Oriente, donde el matonaje de grupos de asalto, los operadores políticos, la policía secreta del estado, los grupos de choque y los ejércitos hicieron y hacen sufrir a tantos miles, quizás millones de otros seres humanos, el problema es ¿cómo se lo explicamos para que lo entiendan ?