La Asociación Internacional de Trabajadores, fundada en Londres de 1864 declaraba: “La emancipación de la clase obrera debe ser obra de los obreros mismos”. Esta frase cobra un sentido histórico cada vez que l@s trabajador@s del país y del mundo emprenden el camino de la dignidad.
Esto ocurrió el recién pasado 3 de diciembre en la movilización convocada por docentes, trabajadores de la salud y trabajadores portuarios, en diversas ciudades del país, en la que, además, se sumó a la nueva “inteligencia social» establecida en organizaciones político-sociales y fundaciones que ponen su conocimiento al servicio de las luchas sociales.A diferencia de lo que cree el Ministro Arenas, son l@s trabajador@s el corazón de la economía y el motor del bienestar.
Hoy en Chile se empieza a gestar, nuevamente, la política de los trabajadores. Esta política no es la política de la “CEP”, de la Nueva Mayoría o directamente del mundo empresarial, sino que es aquella que históricamente ha constituido los sistemas sociales y económicos de mayor bienestar y justicia en todo el mundo.
En la reciente Enade, el Ministro Arenas declaró que los empresarios son “el corazón de la economía y son el motor del crecimiento”. Adjudicando cierta verdad a las palabras del Ministro, podemos complementarlas con que son el corazón de la economía que busca la acumulación injustificada y el motor del crecimiento más desigual del mundo.
A diferencia de lo que cree el Ministro Arenas, son l@s trabajador@s el corazón de la economía y el motor del bienestar. Sus luchas a lo largo de los siglos XIX y XX, permiten una sola conclusión posible, y es que tras sus esfuerzos se han construido las formas democráticas más avanzadas que conocemos. El empresariado, en cambio, concediéndole cierto crédito, no ha tenido más opción que ser seguidores de sus pasos y, a su vez, los verdugos de los avances sociales de la humanidad. Por lo tanto, no hay horizonte democrático más que en los trabajador@s.
Ante la crisis de una política empresarial corrupta; un orden económico y social desigual y enfermo; una política ensimismada y cerrada a toda expresión fuera de los intereses de la burocracia estatal y el mundo empresarial; l@s trabajador@s de Chile ponen en marcha un nuevo proceso de democratización social bajo sus propias organizaciones y los mismos ideales y aspiraciones que los han levantado una y otra vez durante la historia: “el establecimiento de derechos y deberes iguales, y la abolición de todo privilegio social”.
Los empresarios no le temen a las siglas o las coaliciones de gobierno más o menos progresistas. Los empresarios le temen a los pueblos.
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