Qué pena tener que lamentar la muerte de una persona, independiente de si sea una civil o un uniformado, sobre todo si esta es resultado de enfrentamientos de tipo ideológico o, peor aun, de vandalismo disfrazado de ideología.
Creo honestamente que el problema de fondo no está en recordar a un presidente muerto, ni en una sed de venganza de familiares de detenidos desaparecidos ni en las demandas estudiantiles y laborales. Todos los años debemos soportar el hecho de que se enciendan los ánimos de la gente como consecuencia de declaraciones o acciones (o bien la ausencia de acciones) de una serie de desubicados en el congreso, en el gabinete o en las municipalidades, lo que trae como resultado el enfrentamiento de compatriotas unos civiles y otros vistiendo uniformes. Lamentablemente, ninguno está culturalmente preparado para ejercer el poder que les da un arma de fuego en las manos. Vivo en un sector relativamente tranquilo, donde casi no tengo que lidiar con protestas ni con el gas lacrimógeno a diario. Sin embargo, me encabrona que las personas que propician estos enfrentamientos estén gozando de la seguridad de sus casas o incluso en alguna actividad con los mismos a quienes atacan ante las cámaras a manera de espectaculo mediático, mientras Carabineros tiene que ordenar el gallinero que queda como consecuencia de lo que hacen o dejan de hacer.
¿Quién tiene la culpa? Hace mucho tiempo se viene gestando la urgente necesidad de un cambio en la constitución, la que viene asegurando desde Pinochet un sistema plutócrata, fundamentado en el nepotismo y en el resguardo de la riqueza en un solo sector de la sociedad (y esto no es ninguna falacia)
Como resultado de este resentimiento social derivado de políticas públicas que han perpetuado la segregación, propiciando la creación de guetos (caldo de cultivo para el narcotráfico), la falta de oportunidades, los abusos, es que tenemos delincuencia, enfrentamientos de chilenos contra chilenos, agresión y muerte en las calles.
Me encabrona que las personas que propician estos enfrentamientos estén gozando de la seguridad de sus casas o incluso en alguna actividad con los mismos a quienes atacan ante las cámaras a manera de espectaculo mediático, mientras Carabineros tiene que ordenar el gallinero que queda como consecuencia de lo que hacen o dejan de hacer.
Bajo mi perspectiva, quienes se han hecho millonarios y entrado al círculo político internacional a costa de un sistema obsoleto y abusivo en vez de cambiarlo en pos de la creación de una sociedad más igualitaria y más justa son tan culpables como este niño apodado «el rata», acusado de disparar la bala que mató a el cabo Martínez.
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jorge1812
Concuerdo en que en general se ha estructurado un sistema social que produce a tasas preocupantes, una masa deseducada, carente de cualquier principio básico de convivencia y respeto con el otro, fácil de manipular, agresiva. En eso, las castas políticas y las élites de manera transversal han jugado un rol preponderante pues eso les favorece y les permite su propia reproducción como tales. Por eso, me parece que su lógica es esencialmente irracional en cuanto autodestructiva.
No obstante, y si bien puedo concordar en que en ese sentido tienen culpa en cuanto al sistema que han generado y mantenido, me parece que no es adecuado igualar culpas en cuanto a ciertos hechos específicos, como el asesinato de una persona, porque de ese modo, finalmente como todos son culpables nadie es culpable. Entonces, de ese modo se acepta la idea de que la desigualdad y la desidia de los poderosos son justificativas para el asesinato de una persona.
Lo anterior termina por dar paso a justificar el crimen en nombre de la Justicia.
El error es creer que en una supuesta sociedad más justa e igualitaria, no habrían desalmados para quienes la vida humano no vale nada. De seguro, muchas personas en condiciones más paupérrimas que “el rata” valoran más la vida de otros.
Saludos y paz