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Los ojos del futuro

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Hemos visto el ataque artero de un ex-delincuente asociado a los peores tiempos de las barras bravas (cuando las batallas campales cobraban víctimas fatales), un autodenominado “patriota” como es Pancho Malo contra una de las personalidades que luchan por mayores derechos e igualdad en nuestra sociedad como lo es Fabiola Campillay. Francisco, un tipo procesado, un asesino sin condena, un sátrapa del lumpen, ha sido reclutado por la campaña del RECHAZO para llevar a cabo la guerra sucia, amenazante y censuradora contra quienes son los rostros del APRUEBO y las fuerzas políticas y sociales que están tras ellos.

Escribo esto a altas horas de la noche, enrabiado, molesto, por lo que siento es un ataque a la democracia, pero por sobre todo a la memoria reciente de las violaciones a los DDHH. Fabiola es la consecuencia tangible de lo que Piñera provocó en nuestra sociedad: crear una imagen de delincuencia en personas que buscan la igualdad y la justicia.


Si la derecha y la izquierda se definen en frentes antagónicos imponderables, extremistas, no habrá consenso para nada. Es por eso que no podemos permitir que personas como ésta se posicionen como referentes. Es el primer paso para perder toda decencia en el debate.

Fabiola es la consecuencia de políticas de estado represivas, llenas de odio, que buscaban aplacar el clamor popular. Se convirtió en el rostro de los abusados, sin buscarlo. Mujer trabajadora que estaba en el lugar equivocado en el momento equivocado y terminó siendo el ícono de la lucha social. Seguramente Fabiola no quería estar donde está, la vida la empujó por culpa de policías inescrupulosos y crueles a estar en  una situación de lucha constante contra las injusticias. Fabiola es la cicatriz de esta transición a un Chile sin diferencias, un nuevo Chile. Pero todas las luchas tienen sus héroes y mártires. Fabiola y Gustavo Gatica lo son. Personas comunes, sin grandes sueños de poder, ajenos a la burbuja idiosincrática, seres llenos de sueños y anhelos. La vida los empujó a ser referentes, lo quieran o no. Los mártires como Romario Veloz, Kevin Gómez, Manuel Rebolledo, José Uribe, Alex Núñez, Mariana Díaz, Joel Triviño, Cardenio Prado, Robinson Gómez, Abel Acuña, Mauricio Fredes, Jorge Mora, Sergio Bustos, Ariel Moreno, José Matamala, Cristián Valdebenito y tantos otros que murieron calcinados en supermercados o muertos en circunstancias que no se han esclarecido, no tuvieron la amarga suerte de sobrevivir como Fabiola y Gustavo. Es por ellos y los cientos de encarcelados sin pruebas que aún esperan un juicio justo, que ambos han tenido la valentía de seguir adelante, tanto en la política (Fabiola) como en la vida común (Gustavo se tituló finalmente a pesar de su discapacidad provocada por la brutalidad policial).

Pancho Malo es uno de esos tipos que la historia nunca recordará. Es algo que ha sucedido una y otra vez a lo largo de las luchas sociales y políticas. Es el producto de un constructo social, un lastre, parte de ese lumpen del que negamos su existencia, pero está ahí, latente, recordándonos que lo que esta sociedad creó fueron ricos y pobres llenos de rabia y mucho individualismo.

Que Pancho Malo sea el “referente de calle” del Rechazo, dice mucho; no basta ser fuerte, no basta tener todos los recursos, hay que acabar con quien piense distinto. ¿Los militares no están? apliquemos lumpen. Pancho Malo es eso. Un abusivo, sin complejos que pretende crear su propio orden. Y es contra de ésto que hay que luchar. No podemos permitir que el futuro de Chile se escriba a base de insultos y bajezas, menos de parte de una persona como él, alguien a quien la vida humana le importa un carajo.

La derecha es una maraña de problemas, dobles discursos, progresismo de portada y fascismo en sus actos, pero jamás creí que caerían tan bajo. Los cantos de sirena de RN y Evópoli haciendo una mala caricatura de progresismo, intentando manipular a la opinión pública diciendo que después de 30 años, “ahora sí que sí vamos a hacer las cosas para la gente” eran esperables, pero usar al lumpen para amedrentar a la posición contraria (y mayoritaria) sólo se condice con una clase privilegiada que sigue pensando como latifundista y cree que las luchas sociales son sólo problemas y no el camino hacia las soluciones. Su pensamiento está más unido al del Chile de inicios del siglo XX que a los de un país del nuevo milenio. Si tuvieran un poco de decencia sacarían a este tipo de sus filas, pero no lo tienen. Están en un momento y postura en que “todo vale”, desde inventar Fake News hasta contratar matones para atacar a una mujer ciega e indefensa. Todo por mantener el statuo quo que les permite hacer y deshacer a su antojo.

Chile está en una encrucijada, no electoral, sino social. El plebiscito lo va a ganar el APRUEBO. Y no lo digo como un “octubrista” o “apruebista”. Lo digo como un chileno que entiende que el cambio es necesario. Pero la encrucijada no va por ahí. Va por el “después de”. Si derecha e izquierda se definen en frentes antagónicos imponderables, extremistas, no habrá consenso para nada. Es por eso que no podemos permitir que personas como ésta se posicionen como referentes. Es el primer paso para perder toda decencia en el debate.

Espero que luego del plebiscito la gran mayoría de los chilenos se centren en hacer más grande este país y relegar a los “Panchos Malos” a un tercer plano. No se merecen tribuna, no se merecen apoyo. El lumpen, ese mismo que se aprovechó del estallido para robar y saquear, no es lo que queremos. No queremos homicidas como referentes, ni ladrones de supermercados o de bancos, como Piñera. Tampoco corruptos como Karen Rojo, Barriga, Lavín, Moreira o Reginatto. Tampoco a quienes han traicionado la esencia y dogmas de sus propios partidos y se han pasado al bando contrario porque perderán el poder que tanto les gusta, como Ximena Rincón o Fuad Chaín. Queremos personas conscientes, llenas de ideas y buena voluntad. Sin ellas, el Chile que queremos no será posible y el lumpen será el rey indiscutido.

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