Es lamentable que hoy la única política del Instituto Nacional de la Juventud conocida sea la “Tarjeta Joven”, política que se arrastra de los años 90. El resto han sido programas con temáticas dirigidas, que en ninguna medida representan las necesidades políticas, educacionales, culturales y deportivas de los jóvenes.
Es necesario abrir el debate en torno a la política juvenil del próximo gobierno. Quien sea el próximo Director del INJUV no se puede conformar sólo con realizar investigaciones cuantitativas bien intencionadas. El gobierno de la Nueva Mayoría debe marcar la diferencia en cuanto a la inclusión de jóvenes. A nuestro juicio es necesario crear un Ministerio de la Juventud con mayor presupuesto, fortalecer su rol de interlocución y articulación frente a otros ministerios, y cambiar el diseño de políticas dirigido por uno de carácter participativo.
Es lamentable que hoy la única política del Instituto Nacional de la Juventud conocida sea la “Tarjeta Joven”, política que se arrastra de los años 90. El resto han sido programas con temáticas dirigidas, que en ninguna medida representan las necesidades políticas, educacionales, culturales y deportivas de los jóvenes. Es necesario aplicar un enfoque participativo en el diseño e implementación de programas y proyectos, que otorgan mayor legitimidad, se abre la posibilidad de integrar a la comunidad y se recogen las necesidades desde los propios actores.
Es al menos cuestionable que el INJUV en los últimos diez años se haya mantenido totalmente al margen del desarrollo del movimiento social juvenil. Por otra parte, no existe vinculación con las federaciones de estudiantes ni menos con las juventudes de partidos políticos. El próximo organismo de Estado orientado a la política juvenil debe hacer una inflexión en cuanto al desarrollo que ha tenido esta cartera en los ultimos años, asumiendo un rol preponderante en cuanto a la interlocución con los jóvenes que están pensando Chile. Para ello, se debe partir teniendo claro que las necesidades de las regiones son distintas a las de la capital y que el actual Instituto Nacional de la Juventud no da abasto frente a este escenario.
Por otra parte, es preocupante la crisis de participación que sufre la juventud. Hoy, en nuestro país la mayor proporción de personas habilitadas para votar se encuentra entre los 20 y 34 años, correspondientes a un 34% del total del electorado. En este rango etario, la abstención llegó casi al 75%, versus un 39% en promedio entre personas mayores a aquel tramo de edad. Lo anterior no es menor, pues las personas de entre 20 y 34 años conforman el mayor grupo etario del país, abarcando el 23% de la población total, y representan sólo el 18% de los votos emitidos. Sabemos que esto obedece a la falta de legitimidad y representatividad del marco normativo y político, pero también es producto de las deficientes políticas públicas orientadas a incluir a la juventud en la política.
Según datos entregados por el propio Instituto Nacional de la Juventud, sólo el 3,3% de los jóvenes siente que su opinión cuenta en el país. En contrapartida a esto, la mayoría de los jóvenes (90,3%) cree que como grupo etario son un aporte para la sociedad y 89,9% cree que debiesen tomarse medidas para mejorar su participación en ella (7ª Encuesta Nacional INJUV, 2013).
Es urgente recuperar la cultura cívica desde los liceos y espacios comunitarios como las juntas de vecinos, clubes deportivos, talleres culturales, y que los jóvenes puedan aumentar su participación en la sociedad. No es posible que para crear una empresa tardes dos días y para organizar a la sociedad civil en una ONG o fundación tardes meses. ¡Los jóvenes queremos participar! Tenemos capacidad de propuesta, de decisión y responsabilidad, por lo que hacemos un llamado al gobierno de la presidenta electa Michelle Bachelet a definir con visión la nueva directiva del INJUV e implementar una comisión los primeros cien días de gobierno para estudiar la posibilidad de crear un nuevo ministerio que de espacio a estas propuestas.
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