El cambio de gabinete era esperado y demandado desde que comenzaron las movilizaciones sociales; no sólo desde los círculos políticos cercanos al Presidente, sino también desde la ciudadanía en marchas, consignas, blogs y redes sociales. A nadie sorprendió la “renovación” de ministros. Lo que sí impresionó fue la fórmula implementada para que, en educación, al menos, haya un cambio sin que nada se modifique en lo sustancial. Lo que sí resulta novedoso es el llamado desde el parlamento al gabinete de políticos fuertes de la UDI y el fortalecimiento de este partido frente a RN en su poder e influencia en el gobierno. La Coalición por el cambio, ya no tiene mucho de coalición.
El cambio en el ministerio de Educación, puede ser leído como una forma de cambiar a quien parecía ser el principal problema para continuar el diálogo con los estudiantes y lograr que este movimiento se calme y -ojalá – desarticule en las próximas semanas. Sin embargo, da la impresión que se cambia el ministro, pero no la política estatal en torno al problema de la educación y el lucro. Las demandas más profundas del movimiento estudiantil, en torno al rol del estado en educación pública, aún no han sido debatidas en los términos que dejen conformes a todos los sectores involucrados, en especial a los estudiantes secundarios. El nuevo ministro Bulnes ha llamado al diálogo y a conversar con los estudiantes. Sin embargo, por ahora todo es una nebulosa que apunta a pensar que se ha cambiado la forma y no el fondo de la supuesta reforma al sistema educativo.
Algunos medios hablan de un fortalecimiento del círculo de confianza del Presidente mediante la confirmación del ministro Hinzpeter y el nombramiento de Bulnes en Educación, sin embargo, el reforzamiento de la UDI en los ministerios sociales y en su hegemonía al interior del gobierno, indican que la continuidad del Ministro del Interior tuvo un alto precio político, que va a terminar potenciando las aspiraciones presidenciales de la ultraderecha, con Golborne en Obras Públicas y Longueira en Economía.
Frente a los efectos secundarios de este cambio de gabinete cabe preguntarse si le hace bien a nuestra democracia que la carrera presidencial en la derecha de adelante y se potencie desde el gabinete. Por otro lado, con esta práctica de trasladar políticos desde el senado a la moneda, ¿es sano para nuestro sistema electoral que ahora la derecha cuente con cuatro senadores designados en el Parlamento? ¿Qué importancia tiene la voluntad de los electores que votaron y confiaron en los recién nombrados ministros Chadwick y Longueira? Al parecer el voto y la representatividad ciudadana, no tienen valor en nuestro actual sistema político. Este cambio de gabinete ha develado nuevamente la prevalencia de intereses personales y las pugnas internas de este gobierno por sobre la voluntad de solucionar problemas de relevancia nacional.
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Foto: El Tipógrafo
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