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rlagos
Mauricio, se desprende de tu artículo que habríamos hecho todo mal y no habría razón para estar satisfechos con lo realizado. Sin embargo, una cosa está clara: el ingreso por habitante creció en estos 20 años tres veces y media más en Chile que en el resto de América Latina. Y esto señala una percepción de una mayoría de la opinión pública, que se declara optimista frente al futuro de Chile.
Pero, por cierto, el decir que que lo que se hizo está bien (entendiendo que hay muchas cosas que no fueron bien hechas) no significa que hoy no tengamos un tema mayor, como tú señalas. ¿Cómo la Concertación vuelve a conectar con lo más profundo del alma nacional? Es cierto, para muchos lo que ocurrió hace 20 años es historia, y en buena medida lo es. Pero no se trata de vender un estado de ánimo; se trata de reconocer lo que existe, así como se trata de reconocer que lo que le permitió a la Concertación gobernar por 20 años hoy debe ser revisado. Hoy día debemos avanzar hacia una nueva Concertación, una refundación de la misma. Otros liderazgos, otros actores sin duda surgirán. Es parte de un país que se mueve y hace historia.
No es mi ánimo defender una obra. Esa tarea la hace la historia. Pero en lo que no concuerdo es entender que todo lo que hay del pasado está malo. Acá no hay marketing, hay obras que son reales. Tan reales como la Comisión Valech, que nos permitió enfrentar nuestro pasado. No conozco otro informe sobre prisión política y tortura como ese en el mundo. Así como es verdad que pudimos avanzar con una ley de divorcio, o cuando hoy 7 de cada 10 jóvenes son primera generación en la universidad. Sí creo que ha faltado una autocrítica más profunda respecto de la derrota de enero pasado, o respecto de la necesidad de una nueva mirada al nuevo Chile que ha surgido. Este nuevo Chile es producto de los 20 años de la Concertación. Tal vez, el éxito de lo realizado, hizo que muchos no se dieran cuenta de que Chile había cambiado y que la Concertación también debía cambiar. En eso, Mauricio, tienes toda la razón.
mauricio-tolosa
Estimado presidente, primero muchas gracias por la lectura y respuesta. Se agradece la atención en estos tiempos de conversación escasa. Releo el artículo y lo que se desprende no es que «hayamos hecho todo mal». Creo que la obra está allí sólida y visible, sin duda con más luces que sombras; pero no era mi intención evaluarla.
Lo que sí creo que la Concertación hizo muy mal, o está haciendo muy mal, es la lectura de su derrota. Los dirigentes se olvidan de que la política además de liderar, proponer y ocupar la función pública, es construir comunidades, representar, escuchar y empatizar con las personas, para gobernarla hacia mejores destinos (de kybernan, manejar el timón). Para mí, el mayor atractivo de la Concertación fue su capacidad de mirar con libertad, de hacerse preguntas, de atreverse a desafiar un orden que no funcionaba, por decirlo de manera suave.
Los datos duros dicen que la obra fue buena, pero también los datos duros dicen que el apoyo a la Concertación fue de aproximadamente el 15% en la última elección. Creo que falta libertad y radicalidad en las preguntas sobre el qué se hizo mal. Creo que el argumento de que «la Concertación no cambió al ritmo del éxito logrado», merece ser revisado. Ese éxito no parece ser evaluado por todos con el mismo entusiasmo. El primer desafío de cualquier fuerza política que aspira a gobernar es recuperar la sintonía con la ciudadanía.
Cuando los líderes de la Concertación se sientan tranquilos y en paz con su obra, sin necesidad de defender lo obvio constantemente, a lo mejor recuperarán el entusiasmo, la vitalidad y la alegría para hacerse las preguntas y construir las respuesta a los desafíos que no sólo Chile, sino que la humanidad enfrenta en este difícil Siglo XXI. Reciba, presidente, el afectuoso saludo de siempre.
mica
Mauricio, comparto lo que creo que es tu estado de ánimo, un cierto «malestar bicentenario» con el Chile que hemos construido. Es cierto lo que dice Lagos: si obviamente Chile ya no es el mismo de cuando Aylwin entró a La Moneda y de eso hay una generación política que con justicia se siente orgullosa. Podríamos decir muchas cosas positivas en distintos ámbitos: desarrollo, infraestructura, cultura, etc., pero hay una evolución de nuestra sociedad que no supimos enfrentar y que quizás ayudamos a empujar: al final del día lo que tenemos es una sociedad de mercado. No una economía de mercado sino una sociedad de mercado, donde la salud y la educación se transan y cada uno tiene lo que pueda comprar; donde los abusos y ambiciones empresariales no tienen freno como ocurrió con las farmacias y la mina San José. Entonces, no es raro que el bicentenario se haya convertido en un show de luces y banderas, de aberrante agitación nacionalista, de escandalosa manipulación mediatica. Un asco de fiesta que por fin terminó.
vuranga
Hola Mauricio:
Me parece potente la imagen de los «mínimos comunes» …ante la dificultad de ensachar posibilidades pero desde las diferencias y desde una historia que tiene de todos los tipos de energía, el riesgo es que darse con un voladero de luces excesivamente básico. Yo fui a ver el «Pura energía, Puro Chile» y admiré su belleza, pero también me dolieron sus ausencias, que en un país como el nuestro son negar partes nuestras. Creo que el desafío es abordar los temas que nos dividen, pero con la base de los que nos unen. ¿Qué tal partir con la huelga de los mapuches que hoy cumplen 70 días?