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Los cacique(as) de Valparaíso

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Cecilia Gutiérrez, empresaria porteña dueña de los bares «La Playa» y el mítico «Roma» de Playa Ancha, ha pregonado a los cuatro vientos sus serias intenciones de ser candidata a la alcaldía de Valparaíso, con el apoyo de Evópoli, sembrando dudas sobre la intención de una ex gobernadora de competir por el mismo cargo, pero que luego del estallido social se dedicara a las «asesorías» a la intendencia, no volviendo a referirse al tema nunca más.

No sería extraño que ganara. La actual administración de la ciudad ha hecho el mejor trabajo con sus constantes errores, su discurso contradictorio, su alejamiento de las bases y proyectos que los llevaron hasta la alcaldía, el estancamiento de la ciudad, la destrucción casi total, y la obsesión por instalar un proyecto político a nivel nacional desde Valparaíso que, seamos objetivos, ha resultado.

No conocemos el proyecto político de Gutiérrez, no sabemos de algún despliegue territorial, de propuestas, de ideas sobre los temas más trascendentes de la ciudad. No conocemos si emite juicios sobre las situaciones que nos aquejan y si tiene,para esos temas, una alternativa.

Sin duda ha participado de grupos ciudadanos, donde, seamos muy honestos, nadie guarda de ella buenos recuerdos,  donde miran con distancia y escepticismo sus intenciones de ser alcaldesa.

Los que apoyamos el proyecto ciudadano que llevó a Sharp hasta la alcaldía tenemos claro que se corre el serio riesgo de que vuelvan los populistas, los discursos llenos de promesas, que lleguen los de siempre a hacer lo que siempre hacen: aprovecharse de Valparaíso, y Cecilia Gutiérrez calza sobradamente con ese nefasto perfil.

Aunque muchos en el mundo y Chile entero creen que es así, Valparaíso no es un bar. La ciudad necesita profesionales comprometidos con su conservación, rescate y recuperación. Ya hemos tenido suficiente con los caciques designados, turistas políticos, afuerinos y sus plataformas, y discursos que lo único que han logrado es que sigamos donde siempre hemos estado, a pesar de «las manos limpias» y el ya manoseado discurso de que «amamos la ciudad».

Cecilia Gutiérrez, en medio de la pandemia, con decretos sanitarios estrictos, con prohibiciones que todos han acatado, ha mantenido el bar Roma abierto, sin que nadie en la ciudad, menos sus autoridades, hallan hecho absolutamente nada. No solo coloca en riesgo a sus fieles parroquianos, los vecinos hace rato que asumieron que ninguna denuncia, por la razón que sea, tiene resultados. Basta recordar los temas de ruidos molestos y otros más. La precarización de los que ahí trabajan, con sueldos que ni siquiera rozan el ingreso mínimo, con maltrato constante, es otra arista a considerar.

La ciudad necesita profesionales comprometidos con su conservación, rescate y recuperación. Ya hemos tenido suficiente con los caciques designados

Pero quiere ser alcaldesa, habla de justicia social, de oportunidades, de mejoras para todos y todas, mientras su discurso privado muestra otra cosa. Seguramente va a ser alcaldesa de Valparaíso, y cuando sea autoridad miles de episodios pasaran al recuerdo, para transformarse, por obra y gracia del ejercicio del poder , en anécdotas hasta simpáticas.

Si Cecilia Gutiérrez logra llegar a la alcaldía será el triunfal retorno de los caciques, ese grupo que lideró alguna vez el nunca olvidado Pinto, Cornejo y Castro en sus mejores versiones.

Mientras nos recomiendan lavarnos las manos muchas veces al día, mantener una saludable distancia social, muchos bares, restoranes y pubs debieron cerrar obligados por la pandemia, con el costo social que eso ha implicado.

En Playa Ancha, el mítico bar Roma, de propiedad de una candidata a alcaldesa de la ciudad, sigue abierto. Inmune a fiscalizaciones y sanciones. Ejercicio del poder que le llaman.

 

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