Con el perdonazo de Pereira a Johnson’s el Estado, que “no perdió”, según ellos, pudo financiar cosas, tan pocas, como estas para los niños de Chile: 222.000 urgencias pediátricas, 278.000 atenciones médicas más todos los exámenes, imágenes y por supuesto, insumos totales para las prestaciones.
Mucho hemos hablado de lo que significó el perdonazo de Pereira a Johnson’s.
Muchos hemos visto la arista ética, los conflictos de interés y los rebencazos políticos que le pueden significar al ya alicaído gobierno del Presidente Piñera.
Yo hace unos días me pregunté qué se podría hacer con 125 millones de dólares, claro, que no fuera meterlos al banco y darme la vida de oso. Porque con eso, sin moverme del escritorio, podría ingresar (pagando 45% de impuestos) unos 100 millones de pesos mensuales a mis escuálidas arcas personales. Pero dejé de soñar con mis propias ambiciones terrenales y me instalé, calculadora en mano, a poner ordenados uno a uno, los millones de dólares, para llegar a una cuenta de lo que podríamos hacer en salud pública, en particular, en un hospital de alta complejidad pediátrica.
Los resultados, quiero explicar, son a partir del presupuesto anual de un hospital como el Calvo Mackenna o el Exequiel González Cortés, con más de 200 camas y sus producciones anuales.
Con esos 125 millones de dólares, podríamos financiar unos 3 años de operación de cualquiera de esos dos hospitales, emblemáticos de reconocida y altísima calidad. Se puede hacer todo lo que señalo a continuación:
– 222.000 urgencias pediátricas.
– 278.000 atenciones médicas.
– Todos los exámenes, imágenes y por supuesto, insumos totales para todas las prestaciones.
Para hacer estas cosas, usted sabe, se necesita gente. Nos referimos al no despreciable grupo de 410 técnicos clínicos, 190 profesionales clínicos, 240 trabajadores no clínicos y 160 médicos. Les cuento todo esto, porque uno no dimensiona lo que ha ocurrido, en la práctica, hasta que no ve los números en “blanco y negro”.
Así uno puede ver a gente que considera que los impuestos son “un robo”, una “expropiación” “ilícita” y el uso de esos recursos en la salud pública, una “coacción” del Estado sobre la “libertad individual y la fuerza creadora de la desigualdad”. Todas esas patrañas las veo con claridad en el despreocupado y arrogante despojo de 125 millones de dólares, que no causaron daño, como dicen los defensores de Pereira. Los que lo defienden sienten probablemente que es un héroe de la libertad de los hombres emprendedores.
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