El incidente entre el Ministro Jorge Burgos con el Segundo Piso pone nuevamente en cuestión la capacidad de la gestión del gobierno para prever conflictos y desterrar inercias e ineptitudes subyacentes que obstaculizan la toma de decisiones más deliberativas para implementar las reformas de la agenda gubernamental.
La gobernabilidad de las reformas obliga a realizar esfuerzos adicionales para mejorar la eficiencia y gestión del gobierno, puesto que se ha aguzado el espíritu crítico de la ciudadanía ante las carencias observadas. Es un requisito inexcusable, entonces, resolver los déficits políticos y técnicos en el diseño de las políticas públicas a presentar, para generar una apreciación y diagnóstico positivo en la opinión pública.El camino es buscar la deliberación responsable para desarrollar una cultura más colectiva que evite la emergencia de tensiones intestinas
El affaire Burgos ha provocado al gobierno un enorme perjuicio político. Ha dejado a la Presidencia en una situación precaria y debilitado al Ejecutivo en su capacidad de aparecer como un actor que marca la agenda, que expresa liderazgo para convocar a la mayoría del país en torno a una acción colectiva tendiente a efectuar cambios estructurales profundos en la sociedad.
Es de suma importancia, entonces, resolver los temas de coordinación que afectan al gobierno, destrabando estos temas complejos y poner coto a desinteligencias que generan desafección y distanciamiento en la opinión pública. El camino es buscar la deliberación responsable para desarrollar una cultura más colectiva que evite la emergencia de tensiones intestinas. Los errores que se han cometido han sido un factor importante para acrecentar no sólo la desconfianza, sino que la capacidad para tener un diálogo virtuoso al interior de la Nueva Mayoría y entre los actores más relevantes del país.
La falta de deliberación estratégica en el seno de la Nueva Mayoría y en el Comité Político, ha desencadenado episodios que proyectan una imagen de discrepancias de toda índole, lo que ha dado pábulo a algunos asesores e instancias informales del Palacio a operar con absoluta autonomía y con más atribuciones respecto a la institucionalidad política, con un costo político altísimo para el gobierno y la Nueva Mayoría.
La acumulación de errores, aumenta el desgaste y devaluación del Ejecutivo y la coalición gubernamental, situándolos en el centro de las críticas de los opositores, los medios de comunicación y, por extensión, de la opinión ciudadana. El daño auto infligido es ya enorme. Poca duda cabe de que es necesario un radical rediseño de gestión, a nivel del Ejecutivo y en la coalición. La gobernanza y estabilidad de las reformas depende de aquello.
Como Michael Sandel dice: “la democracia prospera en el debate cívico”, es urgente buscar un mecanismo de gestión más eficiente, que procese eventuales diferencias; establezca la necesaria articulación política entre la coalición y el gobierno que les permita defender las reformas; defina en forma precisa cuáles son las funciones o atribuciones de las autoridades que tienen responsabilidades políticas acorde a la normativa legal y cuáles son las funciones de las instancias asesoras informales que no conllevan dicha responsabilidad.
La puesta en marcha de un nuevo modelo de gestión en el gobierno debe apuntar, además, a la “inclusividad”, incorporando al máximo de actores posibles, desde el diseño hasta las evaluaciones de las acciones llevadas a cabo, como también el uso de “mecanismos integradores” que provean la racionalidad para trabajar juntos y promover la “influencia mutua” en la toma de decisiones de manera de balancear las percepciones de poder. Asimismo, debe generar condiciones de dinamismo básico y reconfigurarse cada cierto tiempo de acuerdo a los clivajes políticos más significativos.
Adicionalmente, se tiene que estimular el escrutinio racional y la critica bien fundada tendiente a corregir eventuales desaciertos sobre temas específicos. Sólo así se vislumbrará una gobernanza que suscite en la ciudadanía una adhesión firme y perdurable en un escenario político cambiante y cuando las reformas tardan un periodo en materializarse y los beneficios que producen demoran un tiempo en llegar y los costos a pagar se manifiestan en tiempo real.
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