En primer término, y de forma convencional, se denomina metafísica a todo aquello que se encuentra más allá de toda experiencia comprobable (Dios, la idea de Platón) y, por ende, experiencia negativa (Kant). Por lo tanto, y siguiendo a Phillipe Lacoue-Labarthe, la metafísica, en último término, y siendo esta su esencia, es la presentación de lo impresentable. El discurso liberal, en todo su volumen, muestra las huellas que permite identificarlo como la gran apuesta metafísica, el nuevo dios de la razón moderna. Y si este se nos presenta, es sólo por medio de un Estado —institución más importante del sistema político— que rutiniza estos valores. Se trata, sin más, de un liberalismo absurdo y sospechoso.
Muchas veces se asocia el liberalismo con el capitalismo o con la clase burguesa, pero esto es un error. Tanto Isaiah Berlin y John Rawls, baluartes del pensamiento liberal, sugiere un tratamiento alejado de este modelo económico y esta clase social. El liberalismo es un discurso filosófico que comienza con Thomas Hobbes y cristaliza con John Locke.
La triada liberal es la siguiente: individuo, libertad y propiedad. La razón es promotora de estos tópicos, la razón es el guía de la libertad.
La primera propiedad es la vida, es uno mismo. ¿Cuál es, en el fondo, el problema que lo convierte en un discurso metafísico? Que esta razón no se tensiona ni problematiza, que esta razón no se da cuenta que está sujeta, que esta razón no atisba, ni por un momento, que lo que habla —ocupo la palabra de Foucault— es su historia. Se trata de una historia (lo sido) que tecnifica, y muy bien lo señala el Prof. Ricardo Espinoza en Hegel y las Nuevas Lógicas del Mundo y del Estado: ¿Cómo se es revolucionario hoy?, el presente. Y este punto de partida es uno falso, uno que no dimensiona la realidad material, uno que se salta la historia, y que vive, tal como manifiesta Hegel, en la inmediatez indeterminada.
La triada liberal es la siguiente: individuo, libertad y propiedad. La razón es promotora de estos tópicos, la razón es el guía de la libertad
Este ser liberal no tiene libertad, pues no entiende que el interese siempre es desde un marco referencial que lo dirige (la historia, lo sido); no entiende que es un sujeto sujetado (sub eyectum: hay algo por debajo de lo eyectado) a otros y nunca un individuo solo. Más allá de esto, y sin ser metafísico, la esperanza queda en saber que, así como surgió el liberalismo, este puede cambiar: sólo falta que hagamos algo.
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Francisco Peñaloza Carrasco
Interesante comentario, en estos tiempos en que los integrantes de la sociedad le dan poca importancia a la Metafísica y siento a Dios sin mayor análisis.