El candidato de Chile Vamos, Sebastián Piñera, ha anunciado su intención de hacer cambios a la Ley de Pesca, un anuncio que podría determinar la elección presidencial. Ya lo supo leer bien su ex contendor Manuel José Ossandón durante las primarias, el senador no solo escuchó el daño que causó la ley de pesca a los pescadores artesanales, a las pequeñas plantas procesadoras, al consumo humano de productos del mar entre los chilenos, sino que optó por embarcarse en una causa que terminó abrazando con valentía. Llevar por bandera la derogación de la ley de pesca.
Esa causa le permitió al Senador cruzar fronteras políticas y recibir el respeto y apoyo de una gran parte del sector. Debo decir que Ossandón ha sido el único candidato presidencial que solicitó visitar nuestras empresas, recorrer nuestras instalaciones, tomar los cuchillos y filetear una jibia codo a codo con los trabajadores, degustar los productos del mar que nosotros fabricamos y escuchar por casi toda una mañana lo que necesitábamos decir.
La ley de pesca es mucho más que pesca, es una deuda pendiente con Chile. Es la luz de alerta para entender que nuestra democracia es frágil y las políticas públicas pueden conllevar privilegios inexplicables cuando el lobby y el dinero acechan.
Lo propio hizo cuando visitó las caletas de pescadores, navegó, se entumió, escuchó, pero lo más importante empatizó y supo leer bien la pena de esta causa y al sector en su conjunto.
Piñera enfrenta hoy una encrucijada, cuan profunda será la reforma a la ley de pesca que promete, cuanto de la empatía de Ossandón está disponible a experimentar, cuán valiente será para enfrentar sus miedos y los errores propios y ajenos. Bien sabe que sea cual sea su opción esto lo hará navegar por aguas turbulentas.
Lo hemos visto con nobleza aparente defender el rol de Longueira en la ley de pesca, pero no sabemos lo que su corazón realmente siente, a veces, creo que lo que Chile quiere oír de Piñera es otra cosa, que se equivocó con Pablo Longueira, que condujo mal la discusión de la ley de Pesca y que él como presidente no pudo contra el poder y la fuerza de su ministro, porque los presidentes son personas normales y no son infalibles, se equivocan y enmiendan. Pero claro, aunque lo sienta no lo dirá y si no lo dice esta ley no será perdonada.
Chile hace mucho rato que abrió los ojos, ya no estamos en el año 2012 cuando un lobby feroz acallaba la voz de los que perdíamos ante la fuerza de los industriales pesqueros y extenuábamos recursos y creatividad para hacernos oir. Se acordará Piñera que en solitario un muchacho indignado lo interrumpió en medio de un acto público en Talcahuano para exigirle consecuencia entre el Senador Piñera que luchaba por una ley de pesca justa y competitiva, contra el Presidente Piñera que construía una ley de privilegios eternos.
La ley de pesca es mucho más que pesca, es una deuda pendiente con Chile. Es la luz de alerta para entender que nuestra democracia es frágil y las políticas públicas pueden conllevar privilegios inexplicables cuando el lobby y el dinero acechan.
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