Hace un par de días el conocido fundador de Trabajando.com, Juan Pablo Swett, comenzó la incesante búsqueda no sólo de culpables de los incendios que afectan al sur del país, sino también de una cierta santidad y bondad por medio de estos. Se sentía algo así como un héroe subiendo fotos que luego fueron refutadas por diversas evidencias que botaban por la borda su paranoia disfrazada de contribución a la sociedad.
Cuando actualizaba su cuenta de Twitter con nuevos posteos, siempre lo hacía acompañando las imágenes con textos que dejaban entrever sus ansias de ser justiciero; de que todos sus prejuicios tuvieran sentido. Era como si estuviera logrando el cielo terrenal por medio de estas acusaciones infundadas en las que se refugiaba para dar rienda suelta a lo que pensaba, ya que cada vez que se lo acusaba de entregar información inventada, él argumentaba que la rabia por ver a los agricultores perdiendo sus tierras hicieron que se confundiera.Ese es tal vez el gran problema de la actualidad: las ganas de ser buenas personas. Las ganas de esconder la poca racionalidad bajo la idea de “querer hacer el bien”, cuando realmente el único objetivo que se pretende conseguir es validar mañas ideológicas y percepciones que no pasan por mayor elaboración
Ese es tal vez el gran problema de la actualidad: las ganas de ser buenas personas. Las ganas de esconder la poca racionalidad bajo la idea de “querer hacer el bien”, cuando realmente el único objetivo que se pretende conseguir es validar mañas ideológicas y percepciones que no pasan por mayor elaboración que la simple construcción dogmática sobre lo que es ser buena o mala persona.
Swett corrió para arrimarse al carro de los buenos, estigmatizando así a todo el que no luciera de acuerdo a lo que él tiene identificado como lo aceptable y lo correcto. Porque si bien las fotografías eran difusas, parecía que eran lo suficientemente “ambiguas” para sostener una idea conspirativa sobre lo que sucedía con el fuego que arrasaba con terrenos.
¿No es acaso este el gran peligro de hoy? ¿No estaremos arriesgando la cordura y el buen criterio solamente por intentar llegar a ser justos y nobles? Pareciera que sí. Pareciera que las mayores injusticias las ocasionan quienes sin más argumento que sus prejuicios de clase intentan acudir a cierto y curioso llamado que los hace sentirse más fuertes que las instituciones democráticas con tal de acostarse con la sensación del “deber cumplido”. Deber que nadie les ha impuesto.
Por ello es que urgen menos héroes y más ciudadanos responsables en los días que corren. Ya que sentir superioridad moral por sobre los otros muchas veces ha detonado grandes conflictos y crisis precisamente morales al interior de diferentes sociedades. Sobre todo si quienes asumen el discurso forman parte de una elite, como Juan Pablo Swett.
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