Los principales enclaves de resistencia por parte de quienes rechazan el desarrollo de una nueva Constitución dicen relación con (1) el éxito de la constitución económica, y (2) la estabilidad institucional que entrega la misma. Por esto, primeramente, refutaré el mito del logro económico en base la discusión que sostiene Edwards con Larraín para El Mostrador y luego, replantearé la idea de la estabilidad institucional a partir del psicoanálisis.
Sebastián Edwards plantea lo que define como “la paradoja chilena”. Que consiste en la diferencia entre la percepción de la ciudadanía de la desigualdad y la realidad. Edwards afirma que la desigualdad vertical ha disminuido apoyándose en el Gini y critica que la percepción de las personas ha ido en dirección a afirmar que la desigualdad ha aumentado. Sin embargo, el GINI a partir del regreso a la
democracia, ha disminuido del 0,58 en 1991 al 0,54 para el 2009; por el contrario, desde que se instauró el régimen militar subió de 0,46 en 1973 al 0,62 en 1998[1]. En democracia, se asignó especial prioridad al gasto social debido a la gran cantidad de personas que vivían en la pobreza y por ello se creó una reforma tributaria que permitió redistribuir el ingreso a través de una carga impositiva progresiva, logrando reducir la pobreza del 39% en 1991 al 22% en 1998, y al 15% en el 2009[2]. Entonces, debemos saber que la desigualdad vertical aumentó en el periodo de 1973 a 1989 considerablemente y que desde 1991 a 2009 solo disminuyó un 0,04 por ciento, lo que quiere decir que efectivamente la desigualdad vertical ha disminuido, pero no hay mayor elaboración en cuanto a los criterios contextuales y/o comparativos con los países del resto de la OCDE para afirmar que la disminución cumple con los criterios propios de la justicia social; ¿es una evolución justa en un contexto político mundial en donde los derechos sociales proliferan mientras en Chile estamos estancados en la protección de la propiedad privada?. La cifra más optimista lo tiene el Banco Mundial que ubica a Chile en 1992 con 54,8 por ciento y en 2017 con 46,6%[3], y ubica a Chile entre los países en que la redistribución de los ingresos es una de las peores del mundo, siendo superado en la OCDE solo por Costa Rica y Sudáfrica[4]. Chile es uno de los países más desiguales del mundo, lo que ha sido también criticado por el Banco Mundial, situándolo en el séptimo lugar en su informe del año 2016, justo después de Panamá[5].¿Quién podría tenerle miedo a que la gente participe en la creación del Estado que ellos mismos quieren?, cualquier éxito en el país debe, sobre todo, ir acompañado de una profundización de la democracia
En cuanto al segundo enclave, desde el análisis de la teoría Freudiana, el Estallido Social es una pulsión de muerte, destruye todo lo creado a través de las estructuras arraigadas en el pacto social, que, a través de la institucionalidad, logró formar un Estado de Derecho. Pero es también una pulsión erótica que apuesta por mejorar las condiciones existentes arriesgándolo todo por revindicar un nuevo orden de ideas. Nietzsche cuando habla de la naturaleza del ser humano, habla de la dualidad racionalidad e intuición[7]. En este sentido, la norma es el enjambre de sustancias que organiza el mundo institucional del ser humano. La Constitución como norma fundamental en el espacio político y jurídico de la organización humana, está en crisis cuando el mundo institucional deja de ser una alternativa viable ante la supervivencia del mundo. De esta forma, la dualidad institución/salvaje, hombre racional y hombre intuitivo, se presenta con pura y gran fuerza en las sociedades que llevan la norma jurídica hasta su extremo, como en los sistemas totalitarios, por ejemplo; “se ha dicho, en la sociedad soviética descrita por Zinoviev, todo individuo lleva una doble vida: como ciudadano acata las normas; como prudente desviacionista las bordea como puede para abastecerse, aumentar sus ganancias” [8]. Caber recordar que el régimen neoliberal es de esencia totalizadora, gana quien conoce las normas, abraza las normas, quien puede usar las normas para aprovecharse, para aumentar ganancias, generando las circunstancias adecuadas para que el “delito de cuello y corbata” sea una manifestación natural y diaria; esto es sin duda una de las piezas más fuertes del ajedrez de la revuelta social. En este sentido, conviene tener cuidado con que no sean las aproximaciones causalistas las que pretendan irrigar conclusiones sobre las particularidades de la rabia colectiva, correlación no implica causalidad.
En cualquier caso, es triste el pánico de algunas personas a desarrollar una Constitución democrática, ¿Quién podría tenerle miedo a que la gente participe en la creación del Estado que ellos mismos quieren?, cualquier éxito en el país debe, sobre todo, ir acompañado de una profundización de la democracia. Más democracia nunca será algo malo, y un plebiscito es la expresión máxima de la misma. Generar una nueva constitución con todos los actores políticos desplazados por el derramamiento de sangre abrirá el espacio a una nueva época de conciliación y paz social. Queremos un nuevo Chile.
[1] Encuesta Gran Santiago
[2] Rodríguez, Javier, Desarrollo y desigualdad en Chile (1850-2009). Historia de su economía política, (Santiago, Dirección de Bibliotecas, Archivos y Museos, Centro de Investigaciones Diego Barros Arana, colección Sociedad y Cultura, 2017, vol. lxi, p. 225
[3] Datos del Banco Mundial (2019)
[4] OECD (2019), Income inequality (indicator). doi: 10.1787/459aa7f1-en (Accessed on 05 December 2019)
[5] World Bank Group (2016), p.84
[6] NIETZSCHE, Friedrich (1873), Sobre verdad y mentira en sentido extramoral, traducción Simón Royo Hernández, Disponible en Internet: https://www.lacavernadeplaton.com/articulosbis/verdadymentira.pdf, p.1
[8] Aries, Philippe y Duby Georges (2005), Historia de la vida privada, Tomo V, Editorial Taurus, trad. José Luis Checa, p.139-140
Comentarios