Comenzó el 2016. Arranca para muchas comunidades mapuche con un gusto amargo luego del modo como terminó el “año viejo”. Justo cuando muchos hacían sus preparativos para celebrar en familia el año nuevo, los medios de comunicación parecieron festinar con el nuevo impasse del gobierno y la renuncia -rechazada- del ministro Burgos. Todo un escándalo en la DC. Todo un problema en el palacio. Todo en Santiago. ¿Quién se acordó del Pueblo Mapuche? Nadie. Una vez más. Mientras el debate de políticos tomaba vuelo, volvía a desaparecer el gran olvidado: el pueblo Mapuche, quien debiera ser el primer y principal destinatario de un pensamiento de Estado renovado, dialogante y abierto a la diversidad. El Pueblo Mapuche en este contexto debiera ser el primero y principal sujeto de atención de una visita presidencial a su territorio histórico.
Grave nos parece además la nueva nomenclatura de supuestos polos en tensión que ha aparecido en la
prensa: «víctimas de la violencia» por una parte, y «comunidades mapuches» por la otra. Esto representa un increíble tergiversación de los hechos históricos donde las comunidades mapuches han sido -y siguen siendo- las principales víctimas de la violencia del Estado, de la desproporcionada acción policial y -quien lo desee revise los archivos de causas indígenas- de no pocos civiles.El Pueblo Mapuche en este contexto debiera ser el primero y principal sujeto de atención de una visita presidencial a su territorio histórico.
Por último, según la agenda oficial del ministro Burgos antes de terminar el 2015, este decidió pasar año nuevo en la Subcomisaría Temporal de Carabineros en Pidima, en el corazón del territorio mapuche. Con todo el respeto que nos merece Carabineros de Chile, ¿no se da cuenta el ministro la agresividad y la violencia que representa este gesto para el pueblo Mapuche? ¿Es intencional? Así es muy difícil presagiar un ambiente de diálogo, de verdad histórica, y de justicia en Araucanía, las tres condiciones básicas para la Paz.
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