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Lagos, el capital y la empresa

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El ex presidente Lagos entra a la coyuntura hablando del largo plazo, valorando el rol de los mercados, del sector privado, e invitándonos a pensar el Chile de los próximos 15, 20 y 30 años. Se muestra al país como un estadista que “piensa en grande” y que está más allá de la “cosa chica”. La irrupción comenzó a fines de agosto cuando habla en Icare, en el marco del 3er Congreso “Empresa y Sociedad”, sobre la colaboración “público-privado”.

Los medios rápidamente convierten algunas frases de su discurso en un “hecho político”. Lo que se mostró y difundió con más intensidad fue cuando afirma que “falta voluntad política… «, y que «todo lo consecionable, hay que concesionarlo”. Obviamente, el impacto de estas frases oscurecieron las profundidades de sus planteamientos al sacarlas del contexto.

Lagos fue invitado a hablar sobre la colaboración público-privado. En esa perspectiva, su intervención comienza afirmando que la relación público-privado ha existido siempre y que es “un tema recurrente… desde tiempos inmemoriales”. Ahora, el tipo de relación que se da entre ambos espacios y el peso o influencia que cada uno tiene, depende de las condiciones particulares de cada sociedad. Para él, esta relación puede entenderse como una triada que vincula y articula –de un modo históricamente determinado- “sociedad, mercado y Estado”.

Muchos son los ejemplos que muestran la “colaboración público-privado”, o si se quiere, la colaboración entre el Estado y el capital privado (empresa capitalista). Para ilustrar un tipo de relación y cooperación, pone atención en lo que ocurre en Chile entre 1992 y 2008, momento en que se comienza a producir un distanciamiento entre ambas esferas de la sociedad. De hecho, afirma que “se han perdido 8 años” y que ha llegado el momento de “ponerse los pantalones” y volver a “pensar en grande”.

Para Lagos, el primer requisito para que exista de modo eficiente esta colaboración tiene que “iniciarse compartiendo una mirada, una visión, un sueño, de cómo entendemos y ordenamos el Chile de los próximos 15, 30 años”. Aquí, una primera reflexión:

El país, para su desarrollo, necesita que el Estado y los privados colaboren sobre miradas comunes de largo plazo en relación a distintos aspectos a definir e identificar para el país. Uno de ellos, es el área de la infraestructura y la opción por las concesiones, cuyos comienzos los ubica en 1992. Sobre todo desde el ’94, cuando se convierte en Ministro de Obras Públicas. El mismo relata que en ese momento “me metí en los números y el déficit de infraestructura era gigante”.

Había un problema: no había plata. No había cómo financiar las obras. ¿Qué se hizo? Según Lagos, no sólo “se hizo una mirada larga y ambiciosa”, sino también “se explicó” a los privados, los beneficios que podían obtener y “terminamos en una industria de doce mil millones de dólares”, sin considerar los activos del metro y aeropuertos. En consecuencia, “llegamos hoy a los 20 mil millones de dólares en activos”. Para el ex presidente, “esto se planteó entendiendo que teníamos que tener un sistema de concesiones e incorporar capital privado” para poder financiar las obras que el Estado demanda.

Lo interesante, es que para Lagos estas inversiones en infraestructura no sólo generan rendimientos para el capital, sino también son una forma de “inclusión social”: “esta inversión con recursos privados es lo que nos permite mantener la inversión de alta rentabilidad social para hacer una infraestructura inclusiva”. Con esta lógica, por tanto, “estoy liberando recursos para hacer inclusión social en infraestructura”. E insiste en que esto “hay que explicarlo al país… así lo hicimos”.

En este momento de su relato se instala en la coyuntura –desde el Olimpo- y afirma que hemos terminado un ciclo político, económico y social, y que ello requiere “una nueva mirada de cómo entendemos Chile los próximos 20, 30 años”.

¿Eso es lo que falta en el Chile de hoy?

Lagos es categórico. En efecto, hay que construir una visión de país que fomente la colaboración público- privado “con una mirada de largo plazo y no respecto de la pequeña cosa cotidiana…porque ahí es normal que exista una diferencia…hay que tener una mirada común en lo grueso…en el largo plazo, y desde ahí comenzar a construir…eso es lo que falta hoy…porque estamos acostumbrados a mirar el próximo período…(es, por tanto)… indispensable esa mirada y planteamiento común”.

Luego, se pregunta por las áreas o espacios en que se puede dar hoy esa colaboración. Siguiendo su documento de marzo del 2011 (“Chile 2030”) identifica 5 áreas en las que hay que avanzar en esta colaboración: infraestructura, energía, cambio climático, desarrollo de las ciudades y procesos migratorios. Insiste en que en cada uno de estos espacios de cooperación debe tener no sólo “una mirada común y de largo plazo”, sino también hay que generar una “relación fluida” entre el Estado –sus autoridades- y el mercado –los empresarios-. ¿Este es otro déficit del Chile de hoy?

Al analizar cada una de esas áreas comienza con infraestructura. En este contexto critica que todavía no haya TAG para salir de Santiago y que “en 8 años ese problema no se ha podido resolver, ¿raro?”, se pregunta de modo irónico. Por tanto, “reclamo que la autoridad pública se ponga los pantalones… llame a las concesionarias, y les diga que esto no es presentable….falta mayor decisión pública para llamar a los privados y decirles lo que hay que hacer…digo esto, porque es indispensable esta colaboración público-privado…cuántas autopistas hacemos, qué hacemos con el metro, con las vías exclusivas…qué tipo de ciudades queremos…no hay problemas financieros, falta decisión política…mi llamado a pensar en grande”.

Lamentablemente para Lagos, los tiempos, los espacios y las demandas ciudadanas transcurren por otros senderos. Lamentablemente para Lagos, la inclusión no es sólo una cuestión de infraestructura. Lamentablemente para Lagos, cada día tiene su afán y cada gobierno tiene sus objetivos. Lamentablemente para Lagos, no todo es concesionable. Lamentablemente para Lagos, este gobierno sí tiene una tremenda voluntad política para hacer transformaciones que requieren de gran voluntad política.

Hay plata, hay financiamiento, “y es algo que debemos aprovechar ahora”. Y se pregunta ¿por dónde empezamos?  Su respuesta se dirige al Metro, con el objetivo de descongestionar la línea uno.

Y, entonces, “¿por qué no hacemos una agenda público-privado de cómo vemos el 2030 y lo que implica esto?…aquí, hay espacio para todos…es viable hacerlo…lo fue entre 1992 y el 2008…volvamos hacerlo…hay un espacio enorme para el financiamiento privado…y un espacio enorme para la conducción pública que viene por parte del Estado…que es el que define qué hacer”. Entiendo, afirma Lagos, “que todo lo que es concesionable, se concesiona; y se liberaban recursos para las necesidades sociales para hacer un país más inclusivo desde el punto de vista de su infraestructura”.

Luego, pone atención en las áreas de ciudad, energía, cambio climático y demografía. Son todos espacios en los que hay que hacer una agenda de colaboración público-privado. De hecho, “no hay razón para no tener una decisión política, aquí y ahora, de hacerlo… y tener –es decir, construir– una institucionalidad que permita tener un lugar de encuentro entre ambos espacios…un punto de encuentro en lo grueso hacia donde queremos llegar”.

“Nos está faltando ponernos al día…una meta”, afirma. Para el ex presidente, esto se debe –entre otros- a que cada gobierno que llega cree que es mejor que el anterior y que la historia de Chile comienza con ellos, olvidando que siempre se construye “sobre los hombros de lo anterior”, y que hay que pensar en “grande y a largo plazo”, en el marco de una inevitable colaboración entre el Estado y la empresa privada.

Entonces, ¿qué ha planteado Lagos en Icare y qué mensaje manda a La Moneda?

La polémica quedó instalada. Desde todos los sectores hubo reacciones. Mientras la oposición celebró el discurso y llamó al gobierno a seguir el ejemplo, en el oficialismo hubo cautela, molestia y reacción. Cautela, porque no se habló mucho y se destacó la visión de estadista de Lagos; molestia, porque algunos sectores sintieron que se trataba de “fuego amigo”; y reacción, porque rápidamente el gobierno instaló una “ambiciosa agenda de obras públicas” que, además, contribuiría a frenar la desaceleración.

Lo que hace Lagos, en definitiva, es valorar no sólo el rol de la empresa –del capital privado- en el desarrollo de una sociedad, sino también destacar que debe existir entre el mercado y el Estado, una relación fluida, común y de largo plazo sobre los grandes temas y desafíos del país. Esto es, justamente, lo que falta en el Chile de hoy.

Lo que hay en la reflexión de Lagos es que el país ha perdido la capacidad “de pensar en grande y a largo plazo”, mirando -a lo menos- hacia el 2030.

Este hecho se viene manifestado desde el 2008. En rigor desde el 2006, cuando entrega el mando a Bachelet. Por ello, afirma que “se han perdido 8 años”. Sin embargo, una pregunta: ¿acaso la reforma tributaria, laboral, constitucional y educacional, que impulsa el bacheletismo, no es pensar en grande y a largo plazo?

Para Lagos, este hecho -el de pensar a corto plazo- ha ido produciendo un distanciamiento y una pérdida de confianza entre el mundo privado y el sector público, sobre todo desde el momento en que se pone en operación el “programa de la igualdad”, en marzo del 2014. En consecuencia, esto se traduce en que la posibilidad de compartir una “mirada común” entre el Estado y la empresa se diluye. Es decir, lo que está ocurriendo en el Chile de hoy no es una buena noticia para el desarrollo y el crecimiento.

Por ello, argumenta, ha llegado el momento de “ponerse los pantalones” –es decir, fuerte y firme-, y hacer una agenda público-privado que piense, planifique y construya la infraestructura que el país necesita para los próximos 15, 20 o 30 años. Para este objetivo, la conducción pública es fundamental, y por tanto, se requiere que la autoridad pública tenga la voluntad política no sólo para impulsar esa agenda y seducir al capital (ofreciendo jugosas ganancias), sino también para generar confianzas y certidumbres en los mercados.

Lamentablemente para Lagos, los tiempos, los espacios y las demandas ciudadanas transcurren por otros senderos. Lamentablemente para Lagos, la inclusión no es sólo una cuestión de infraestructura. Lamentablemente para Lagos, cada día tiene su afán y cada gobierno tiene sus objetivos. Lamentablemente para Lagos, no todo es concesionable. Lamentablemente para Lagos, este gobierno sí tiene una tremenda voluntad política para hacer transformaciones que requieren de gran voluntad política.

Foto: emol

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1 Comentario

Jose Luis Silva Larrain

NO. ¿La reforma tributaria, laboral, constitucional y educacional, que impulsa el bacheletismo, no es pensar en grande y a largo plazo? NO, AL MENOS NO COMO ESTAN PLANTEADAS LO ES. Esas reformas se basan en concepciones probadamente erróneas porque para llevarlas a cabo se pretende usar los mismos recursos que actualmente generan crecimiento y empleo. Las prioridades ciudadanas cambian rápidamente si ven que amenazan el bienestar propio. Lagos lo percibe claramente, usted claramente no y el gobierno se metió en camisa de 11 balas: creo que ya sabe que no tiene forma de salir bien con esto, tal cual como muchos lo anticipamos.

Lagos no es santo de mi devoción pero por lo menos da mejores señales de que sabe lo que habla, genera una sensación de conducción que no tiene el gobierno actual en sectores mas profesionales y niveles ejecutivos. Y la actitud de las masas solo está comprometida con su propio bienestar en el corto plazo.