Fue en febrero que una carta de 200 miembros de la llamada ex Concertación nos dio una señal de que Chile estaba despertando, pero no cualquier Chile, sino un Chile que generalmente no grita ni marcha, que prefiere quedarse callado ante la histeria o los gritos populistas de la primera línea.
Estos dirigentes de la ex Concertación salieron al rescate de 30 años de historia, donde se pudieron hacer muchas cosas mal y quizás como dicen los millennials en redes sociales, se normalizaron varios temas que hoy sin duda deben cambiarse, pero son 30 años donde Chile creció y se desarrolló como nunca en su historia, donde “el modelo” pudo se dirigido por la centro-izquierda y por la centro-derecha y trajo como resultados, un ingreso masivo de estudiantes a la educación superior, tuvimos mejores trabajos, la tecnología llegó a los hogares y la pobreza fue reducida a un ritmo nunca antes visto. Si miramos el espejo retrovisor las cosas no se hicieron tan mal, esa carta nos recordó que estar orgullosos de lo construido no debe ser un pecado, que podemos mirar de frente a la violencia sin bajar la vista.Pero esta pandemia hizo lo imposible, querer volver a abrazarnos entre todos, aquellos que parecían enemigos se dieron cuentan que eran solamente adversarios en las ideas, la solidaridad venció la violencia.
El Covid-19 fue la segunda señal, nos cambió el escenario con resultados que ahora no podemos imaginar. Lo que ayer parecía importante hoy ni siquiera es urgente. El foco de las políticas públicas volvió a estar en la salud; médicos y enfermos son la nueva primera línea.
Los profesionales de salud son nuestros nuevos héroes y que sin quererlo conecta de forma inmediata con lo planteado en las primeras líneas de esta columna. Tuvimos meses álgidos donde nuestro país se dividió en dos: los términos fachos pobres v/s los comunachos (la violencia verbal era una realidad que lamentablemente, se hizo rutina) se hicieron populares en las redes y en las marchas. Pero esta pandemia hizo lo imposible, querer volver a abrazarnos entre todos, aquellos que parecían enemigos se dieron cuentan que eran solamente adversarios en las ideas, la solidaridad venció la violencia (por el momento).
La realización de la Teletón contra todas las adversidades de hacerla en la situación actual, nos trae la tercera señal. La Teletón es quizás junto a los Bomberos, lo que Jesse Norman denomina “La Gran Sociedad”, es el ejemplo claro de que la sociedad organizada puede hacerse cargo de los problemas, donde somos nosotros aplicando el principio de solidaridad en su máxima expresión dejamos de mirarnos al espejo para mirar al de al lado.
La realización de la Teletón fue el mensaje que como país no estamos dispuestos a dejar de lado lo construido por tantos años, donde valorizamos el aporte el ciudadano común y aplaudimos el aporte de los empresarios sin rencor alguno. La solidaridad abre el camino a la cordura.
La política va retomando de nuevo su rol histórico. El año pasado nadie dudaba que el Apruebo ganaba casi por unanimidad entre los chilenos, a los pocos meses, la balanza iba equilibrándose y el Rechazo ganaba terreno, si bien esa discusión fue pospuesta por la pandemia.
Sin duda que las distintas visiones del país volvían a ocupar sus cauces históricos. El gobierno y en especial el Presidente Piñera han retomado el control de la agenda y han liderado con éxito y evitando una catástrofe sanitaria, labor que ha sido reconocida en el plano internacional y cada vez más en las esferas locales. En los top de las encuestas como presidenciables con reales posibilidades no están los que homenajearon a la primera línea en el ex congreso nacional o quienes asistieron encapuchados a sesiones de la Cámara.
La labor de Matías Walker en la presidencia de la Comisión de Constitución ha sido reconocida por todos los sectores. Los sectores moderados que llamen al consenso y no al enfrentamiento vuelven a ser protagonistas.
Una gran parte la oposición creía que estaba ad portas de la caída del Presidente Piñera, pero la historia le enseñó a quienes creyeron que las barricadas pueden destruir nuestra democracia, que no es tan fácil borrar todo de una. Las caídas de las acusaciones constitucionales contra la ex Ministra Cubillos, contra el Presidente y el intento contra el Ministro Blumel fueron una clara advertencia de lo que sucedió hace pocos días.
No basta con tener una mayoría de parlamentarios que los une solamente el no ser de Chile Vamos, tenían los votos para ganar el liderazgo de la Cámara de Diputados, pero demostraron in situ que no están preparados para gobernarse ellos mismos, mucho menos para gobernar el país.
Los proyectos políticos requieran de principios y objetivos comunes, de lealtades y confianzas en la palabra empeñada y la oposición carece de ello. Hay partidos y líderes que tiene mirada de largo plazo y que los necesitamos; el rol de la DC, la unidad de socialistas, radicales y el PPD, debe ser un llamado para ellos que no hay que inventar la rueda, en la democracia del siglo XXI necesitamos puentes y no bombas molotov.
La centro-derecha tiene la oportunidad de seguir gobernando, no claudicar sus principios ni caer en la tentación del populismo. Defender “la gestión” como un activo, no renunciar a la política, sino que responder a la crisis política paradojalmente con más política.
Comentarios
18 de abril
Otro comentarista que lee la pandemia en clave «18 de octubre». Hay dos grupos que lo siguen haciendo, una izquierda radical, que a comienzos levantó la cuarentena general como una suerte de Plaza de la dignidad II para aplicarle una derrota al gobierno y una derecha (que representa muy bien este autor), que cree que la pandemia será el nuevo «33 mineros» que sacará al gobierno del 6% y le darán a la derecha una renovada oportunidad. Ambas versiones no entieden que esto es un desafío civilizatorio, no conocido por nadie vivo hasta hoy, y que ni el autor ni yo podemos adelantar cuales serán sus consecuencias políticas, sociales y económicas. Esto a menos que el autor este pensando en que es una oportunidad de aplicar la «Doctrina del Shock» que tanto le agrada a los neoliberales.
Ahora, sobre los cambios que el autor sin un solo dato señala estarían ocurriendo en la gente, con respeto a la necesidad del cambio constitucional, le presento mi personal encuesta (reconozco sus debilidades metodológicas): ni yo, ni nadie en mi familia, ni ninguno de mis amigos, ni nadie que conozca en mi entorno laboral y vecinal más intimo, ha cambiado su opinón sobre el tema, por lo cual le recomendaría guardar cautela análitica, porque la historia le puede volver a reventar en el rostro. Saludos y cuidese, que el coronavirus no distingue entre izquierda y derecha.
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19 de abril
Tampoco le compro al autor, fuera de sonar maqueteado, vende una propaganda amarilla en la médula.
El manejo del gobierno ha sido suficiente, la incapacidad para cohesionar y dar mensajes tranquilizadores es brutal, propio de semidioses que miran a la ciudadanía desde un balcón.
Por otro lado “médicos y enfermos”, equipos de Salud (médicos, enfermeras, paramédicos, auxiliares de aseo, etc) y pacientes, esa es la forma HUMANA Y CIVILIZADA de expresarse.
Sobre Matias Walker… haga memoria, no abuse de la percepción selectiva, porque muchos recordamos la negociación para cuidar a Andrés Zaldivar que luego no cundió en la elección de las cámaras.
La movilización de la ciudadanía es y seguirá siendo una manifestación de la necesidad de una nueva Carta Magna, donde quienes se sumen, pasarán a la historia.
En fin…. linda columna… para el Mercurio
19 de abril
Quisiera estar de acuerdo con sus ideas, pero pienso que es abusar de optimismo. Son muchos los que intentar dislocar lo que pueden, en la idea de una re- fundación hay una catarsis colectiva, hábilmente alguien o algo desató un baile de locura que no cesará hasta que se destruya todo, en fin, quiero pensar que vendrán otras gentes, otras generaciones de chilenos que reconocerán el esfuerzo de los chilenos post-dictadura, por ahora, como vemos, somos victimas de la propaganda, del dibujo en el aire, de la cuchufleta, de la oferta de nada en realidad.
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