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La Seguridad Social: Comprendiendo un gran problema

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Existe una vasta literatura especializada respecto a la seguridad social en América y el mundo en general, pues este ha sido un problema de gran envergadura de antiguo en las sociedades humanas. Varios autores sostienen que, en su idea, la seguridad social puede encontrar su origen en el Estado de bienestar bismarckiano, pero la necesidad de protección frente a la incertidumbre del futuro data desde civilizaciones antiquísimas como la romana, cuya influencia en el derecho es reconocida por muchos países en occidente.


La Sociedad Civil espera de su Estado, de los órganos de este, desarrollar y desplegar el máximo esfuerzo por mantener la unidad, uniformidad y universalidad (al menos) del sistema de protección y seguridad social

Entonces, si el origen de la seguridad social se remonta a instancias históricas tan pretéritas como civilizaciones de la antigüedad, ¿por qué es un concepto difícil de procesar para ciertos sectores de la sociedad en el mundo?

Para tratar de responder a la pregunta anterior, se debe primero cuestionar qué es la seguridad social. Si se busca su definición en el diccionario de la RAE la seguridad social es un concepto que proviene del Derecho administrativo y el Derecho laboral, y que:

  1. “En sentido estricto, institución jurídica constituida para atender por desempleo, incapacidad, jubilación y otras situaciones socio-laborales de necesidad de las personas”; y
  2. “En sentido amplio, sistema o conjunto organizado de prestaciones destinadas a atender las situaciones de necesidad de las personas, que incluye la Seguridad Social en sentido estricto y acción social”

Para autores como Carmelo Mesa-Lago, la seguridad social es un conjunto de programas sociales fundamentales “tanto en prevenir la pérdida del ingreso del cabeza de familia, debido a riesgos sociales, como en desarrollar la medicina curativa” (Mesa-Lago, 1986:131). En la concepción de Mesa-Lago, la seguridad social, como él la llama, justifica su existencia en tanto la probabilidad de que en el futuro a mediano y largo plazo cada persona en edad productiva requiera asistencia financiera y médica es alta, por lo que este mecanismo de protección ayuda a disminuir la incertidumbre y ayuda a controlar el gasto e inversión social del Estado en el futuro.

Para José Pérez Leñero (1956:50-53), la seguridad social se define según la fuente que desarrolló su concepto (sea legal, académico, social o político) y que dependerá del caso de cada país que se analice. Sin embargo, sostiene que la seguridad social puede conceptualizarse como:

“La Declaración de Chile habla claramente del Seguro Social, dependiendo de la mayor o menor perfección de éste la consecución o no de los fines propios de la Segundad Social. La Recomendación de Filadelfia señala como medios el Seguro social, la Asistencia social y los Servicios médicos. El Seguro de carácter laboral abarca a todos los trabajadores en todos los riesgos que puedan tener por su carácter de trabajador. La Asistencia comprende la manutención de los mismos, inválidos y ancianos, así como la asistencia general. Los Servicios médicos atienden a todos los ciudadanos por la sola razón de serlo, tal como lo tienen ya implantado Rusia, Nueva Zelanda e Inglaterra.”

Debido principalmente al problema de la necesidad natural que, por envejecimiento, accidente y/o enfermedad pueda caer una persona, es que se establecieron durante el desarrollo del siglo XX los mecanismos de protección social en casi todos los países del mundo, como muestra este autor. El impulso fundamental que estimula la necesidad de establecer estos mecanismos de protección es la mantención del ingreso familiar, el acceso oportuno a las prestaciones clínicas, con la protección financiera debida de trabajadoras, trabajadores y sus familias y la garantía del acceso universal a todos los ciudadanos y sus cargas familiares. Todas estas demandas de muchas décadas antes de 1940, desde que los trabajadores se organizaron en lo que a fines del siglo XIX se llamó “la cuestión social” y que motivó las reformas impulsadas por Von Bismarck en Alemania en la década de 1880.

Por tanto, la seguridad social se enmarca dentro de lo que se conoce como “derechos sociales, económicos y culturales” y que forman parte del catálogo de derechos fundamentales de las personas, por el solo hecho de ser tales, pues “en 1944 la OIT elevó a la seguridad social como instrumento internacional y planteó la necesidad de extender su cobertura. Y fue así que en 1948 en la Carta de las Naciones Unidas (Declaración universal de los DDHH) se estableció como derecho fundamental de toda persona por ser miembro de la sociedad el acceso a la seguridad y protección social”. (Mesa-Lago, 2005, como se citó en Rosas, 2013).

Atendiendo lo anterior, Pérez Leñero aporta al contenido de la seguridad social el sentido y la dirección cuando señala:

“Sea cualquiera la extensión y la técnica de la Seguridad Social, simple, o mixta de seguro, asistencia y servicios, es esencial a su contenido que su prestación sea función social y no’ caridad ni justicia privada, sino justicia pública. La sociedad, como tal, debe dar esa seguridad económica y social primero a los individuos y luego al conjunto de todos ellos, a la sociedad. Y los ciudadanos de ese país deben reclamarlo como un derecho suyo correspondiente a aquel deber social.” (Pérez Leñero, 1956:57-58).

Lo que se intenta destacar y remarcar es la naturaleza del origen público de la seguridad social. Se hace hincapié en esto, pues durante las crisis en las décadas de 1970-1980 se implementaron reformas radicales impulsados por las teorías monetaristas de Friedman en muchos de los casos, donde, como evidencia Mesa-Lago en 1986, surgieron servicios sociales privatizados como el sistema de pensiones entre otros servicios, existiendo desde entonces sistemas estatales (como el cubano) de seguridad social, mixtos y privatizados, como el caso chileno (Mesa-Lago, 1986:132).

La privatización de los servicios de seguridad social (como el sistema de pensiones en Chile) responden, por una parte, al alto costo que implica para el Estado el financiamiento de pensiones; particularmente si la población pasiva va en aumento y la activa se mantiene en igual número o desciende, por lo que la situación se vuelve un grave problema a solucionar, por la presión que implica esta situación a las finanzas públicas de un Estado.

Sea cual fuere el sistema que cada país acuerde darse para la protección médica y financiera del trabajo y las relaciones laborales, pública, mixta o privada, es importante recalcar los objetivos de la seguridad social. Respecto a la misión o funcionalidad a la que debe hacer frente la seguridad social, esta “mediante instituciones técnicas de ayuda, previsión o asistencia, tiene por fin defender y propulsar la paz y prosperidad general de la Sociedad a través del bienestar individual de todos sus miembros” (Pérez Leñero, 1956:63).

Además de lo sostenido más arriba, Mesa-Lago destaca el efecto redistributivo que un sistema de seguridad social aplica o ejerce sobre todo el sistema de desarrollo económico de un país, en consideración a si los principios de la seguridad social están presentes en el sistema en general o no. Este autor sostiene que la evidencia mostraría que las prestaciones médicas y las asignaciones familiares tendrían un efecto distributivo progresivo mayor que las propias pensiones (Mesa-Lago, 1986:142-144), por lo que el sistema en general, concebido como un todo, debe mantener la unidad, la universalidad y uniformidad para provocar ese efecto redistributivo de la riqueza producida por el país, integrando a las personas con menores ingresos al crecimiento productivo de la nación.

Reforzando lo anterior, la Oficina Internacional del Trabajo en 2001, durante la LXXXIX reunión de la Conferencia Internacional del Trabajo, reservó un espacio particular en sus conclusiones sobre la seguridad social y la importancia de esta en las políticas de los Estados, señalando:

“La Seguridad Social es muy importante para el bienestar de los trabajadores, de sus familias y de toda la sociedad. Es un derecho humano fundamental, y un instrumento esencial para crear cohesión social, y de ese modo contribuye a garantizar la paz y la integración social. Forma parte indispensable de la política social de los gobiernos y es una herramienta importante para evitar y aliviar la pobreza. A través de la solidaridad nacional y la distribución justa de la carga, puede contribuir a la dignidad humana, a la equidad y a la justicia social. También es importante para la integración política, la participación de los ciudadanos y el desarrollo de la democracia”. (Pérez y Soto y Calderón, 2012:82).

A pesar de lo complejo que implica la financiación de un sistema de seguridad social, por la presión fiscal y privada que ello implica, la Sociedad Civil espera de su Estado, de los órganos de este, desarrollar y desplegar el máximo esfuerzo por mantener la unidad, uniformidad y universalidad (al menos) del sistema de protección y seguridad social, principalmente por sus efectos de redistribución de la riqueza y de legitimación política tanto del sistema político como el de desarrollo económico, que son los dos pilares fundamentales en los que descansa todo el aparato de protección social de una sociedad postmoderna.

En la línea argumentativa anterior José Luis Monereo Pérez, citando a Pérez Leñero sostiene que, si bien este último evita la palabra “socializar”, en su idea de seguridad social subyace el concepto de “socialización” o “nacionalización” de las necesidades humanas, que en cuanto tales serían estatalmente socializadas, pues el Estado expresa los intereses de la sociedad y garantiza los derechos sociales y asume su “deber” de instrumentalizar esos derechos jurídicamente. Y agrega este autor que Pérez Leñero advirtió que la seguridad social requiere de un soporte técnico y financiero, porque por mucho que los efectos de sus medidas sean de orden o magnitud político, la seguridad social es un sistema de seguridad económica y que su vía financiera principal debe ser la cotización sin perjuicio del uso de la vía impositiva. (Monereo, 2020:294-296).

En consecuencia, el debate sobre la reforma al sistema de pensiones chileno, el que básicamente es un sistema de ahorro forzoso, diseñado principalmente para financiar el mercado de capitales (y no necesariamente para el financiamiento futuro de las pensiones) ha perdido toda legitimidad, en tanto no entrega certeza ni seguridad futuras a sus pensionados, y sí garantiza a los grandes grupos económicos acceso a bajo precio de capital o crédito para sus operaciones financieras, lo que se contrapone, al menos, con los principios de igualdad, equidad o uniformidad en el trato, solidaridad y redistribución en el ingreso y de sostenibilidad financiera. Esas son, básicamente los motivos por los que el actual sistema de AFP’s ya no cuentan con el respaldo de la población y únicamente de los grupos económicos.

Esta es otra de las materias por las que es necesario un debate constitucional en Chile. ¿Queremos una seguridad social universal, solidaria y efectiva o solo un sistema de ahorro forzoso para financiar el mercado de capitales y que el Estado “subsidie” las pensiones de miseria?

La pregunta queda abierta.

TAGS: #DerechosSociales #RolDelEstado Seguridad social

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Comentarios

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21 de julio

Todo suena bonito. Y poner la disyuntiva final es la guinda de la torta. ¿quien podría oponerse a algo tan lindo y altruista como «seguridad social universal, solidaria y efectiva»? Lo que, como siempre, no explica el como
Porque esa es la pregunta de fondo: ¿como? ¿como podrá ser que una persona que trabaje 40 años, tenga una pensión por 30 años mas, comparando además su ULTIMO sueldo con esa pensión? Si es por sus propios medios, es evidente que, incluso si impusiera por la mitad de su sueldo, la pensión sería parecida al promedio de su sueldo durante 40 años. Si al monto total ahorrado le ponemos (¡Horror!) una rentabilidad (capitalista abusivo…), quizás podría ser que necesitara imponer un 30% para llegar a tener un 60% del sueldo PROMEDIO, no el final.
Entonces, para evitar discutir el COMO, se pone la yunta delante de los bueyes: se dibuja el pretendido final: todos con una pensión buena, da lo mismo lo que hubieran trabajado en su vida, etc,etc. Y luego se «discutirá» el COMO. Pero el apoyo se logra así: primero mostrando las flores, para después mostrar las raíces.
Cuando Bismarck hizo su sistema, se fundamentó en una expectativa de vida muy corta; asimismo lo usó como control político sobre las personas. ¿vamos a poner sobre la mesa esos argumentos, a la ciudadanía, no a los políticos? Porque estos últimos se darán cuenta que para cubrir esos montos, deberán aplicar impuestos leoninos a empresas OJALA oligopolicas, para que tengan una rentabilidad que confiscar.

21 de julio

Hola Arturo.

Gracias por tomarse el tiempo para leer y debatir.

Su punto de vista, además de mantener los vicios propios de la econometría, obvia (ignoro el porqué) la necesidad de crear un sistema acorde a los principios de la seguridad social, los cuales debe atender a la complejidad de la realidad así como también depende de las voluntades de cada uno de los miembros de la sociedad civil.

La seguridad social es un mecanismo de protección, que tiene un cariz financiero, pero fundamentalmente tiene un aspecto de legitimación del sistema político, que también usted obvia en su comentario, al insistir en su pregunta sobre «el cómo».

¿Cómo construimos una seguridad social para todos? Bueno, con la participación de todos. ¿Cómo? Organizándonos en la Sociedad Civil, a través de los partidos políticos (si no sufren de desconfianza, en una democracia sana, por ejemplo), a través de las Juntas de vecinos, es decir, a través de la participación para presentar las propuestas. Usted apoya la rentabilidad, y ya ve usted que eso no es suficiente para la legitimidad de lo que, entre líneas, usted propone.

No hay una única fórmula, puede disentir de mi propuesta, como yo disiento de la suya. Sin embargo, vivimos en el mismo país y debemos buscar la manera de acordar un mecanismo que acoja tanto su propuesta de rentabilidad con los principios de protección que todos merecemos y no ser financistas de los dueños del capital, ¿se entiende?

Que tenga un buen día.

Saludos cordiales.

21 de julio

Estimado
Claramente no calzamos, sobre todo porque efectivamente usted pone el objetivo final por delante del como.
Al hacerlo, usted pone la participación, la organización, juntas de vecinos, etc como la solución al como. Ese es el «como» bonito.
Pero el como «incomodo» es poner la frase: los niños de hoy DEBERAN pagar las pensiones de los viejos de mañana. Si usted pone esa frase por delante, definitivamente su objetivo final ya no es tan fuerte. Si además le explica que , crecientemente, deberán poner mas plata porque hay que pagar que habrá mas viejos y menos jovenes. Entonces, si la famosa «seguridad social universal, solidaria y efectiva» se contrasta a ese COMO, ya no se hace tan fuerte como norte, y hay que buscar una solución mas intermedia.
Entonces, si no se pone en la misma tabla de los premios, los sacrificios que deberán hacerse, es bien demagógico.
Todos estamos de acuerdo con mejorar, pero siempre hay que entender la paradoja de la sabana corta.
Saludos

21 de julio

Entonces, don Arturo, ¿cuál es su propuesta? ¿Más AFP? ¿AFP «enchulada»?

Si es eso, evidentemente usted no comprende qué significa la seguridad social o la vida en sociedad. El vivir en sociedad no implica, en caso alguno, la libertad de explotar todo, incluido a las personas. La vida en sociedad tiene bastantes objetivos, como la seguridad personal y la libertad de buscar la mayor realización material y espiritual posibles mediante el apoyo de la estructura estatal, que es la forma que nos hemos dado para regular nuestra cooperación.

Usted se planta, en su discurso, desde una postura de superioridad e incuestionabilidad de un modelo de desarrollo que ha demostrado no ser sustentable, ni justo, ni garantiza la libertad a todo sino a unos pocos, pues son quienes concentran los recursos para ello. ¿Es esa la base de una sociedad democrática? Evidentemente no.

El mercado no es la solución, como así se ha demostrado (bajo un modelo de desarrollo capitalista) es el Estado. Pero una sociedad verdaderamente democrática y libre, considera; al menos, la posibilidad de redistribución y protección de la población con el claro objetivo de mantener la legitimidad del sistema político, porque sino: ¡Se viene una nueva Bastilla!

Todo lo sucedido muestra que el mercado no es la única solución, y que ésta solo puede venir del acuerdo democrático al que lleguemos como sociedad madura que somos. Y esa discusión es la que se está produciendo. Si no es de su agrado, es lamentable.

Saludos.

21 de julio

Estimado.
La solución que yo pondría es siempre conectada con la realidad, y mostrando siempre los pro y contras de las alternativas, no idealizando ninguna. Y, por lo mismo, aclarar a todos que no existe magia. No hay una forma que todo sea perfecto, aunque nos querramos poner de acuerdo: siempre hay un trade off, entonces podemos buscar nuevos equilibrios, pero no prometamos Utopía.
Seguidamente, el problema de las AFP ¿donde está?:
– Que cada uno se rasca solo? Depende, es bueno y malo. Si uno quiere desconectar de la vida laboral, su flujo previsional, es nefasto. Pero si lograr estabilizarlo, y que tenga un final digno. Eso es posible de lograr.
– Que el mercado del trabajo paga poco: ¿se cambiará eso con un cambio de sistema previsional? No
– ¿Que esa plata apoya el mercado local? Ahi hay un tema político, porque ¿es malo eso? ¿se preferíria que fuera en empresas extranjeras? Cuando se pide usarla en iniciativas con alto riesgo, pero con modelos de negocio novedosos, ecológicos, etc, se debe aceptar la posible perdida….eso si que es ruleta. El haber invertido en empresas solidas tenía como norte asegurar los montos.
– La parte mas positiva, en mi perspectiva, era que no se le traspasaba al futuro los problemas actuales; el problema es que si se traspasó, porque la parte de las lagunas fue tolerado y ahi se invalidó el sistema.

Para efectos de realismo también, en los paises mas avanzados, aunque uno no tenga ingreso, debe pagar impuesto. Esa discusión viene.

21 de julio

OJo, don Arturo. Señalar que usted se pone en el «pedestal» de la realidad es muy presumido de su parte. Su «realismo» no es más que la excusa para mantener un sistema que segrega ilegítimamente. Que el mercado se autorregula esa es una utopía, don Arturo. Plantear que Chile requiere urgente un verdadero sistema de seguridad social no lo es. Todo lo contrario, es ver la realidad y proponer hacerse cargo.

Hay ejemplos donde países con PIB similar a Chile han resuelto el problema pues lo consideran un asunto básico o fundamental inherente a las personas por ser tales, y la sociedad se hace cargo de ello, pues asumen que ese es el costo de la vida en sociedad y es parte de los deberes sociales que cada uno tiene para con su comunidad.

Por último, el pago de impuestos y gravámenes es un deber, pues con ello financiamos al Estado y las políticas que se deben implementar. Pero en Chile sucede que los dueños del gran capital eluden y evaden, y se justifican en la sospecha hacia el Estado y sus autoridades, que se roban el dinero o que es dañino a la inversión. Todas esas excusas son salvables con una legislación responsable que Chile no tiene, principalmente porque los inversionista han logrado cooptar a legisladores, principalmente porque las reglas del juego están diseñadas para que ellos sean siempre los ganadores y no la sociedad en su conjunto.

Usted insiste que su posición es la realista, pero lamentablemente, la dura realidad dice lo contrario, don Arturo.

Atte.

FRC.

21 de julio

Estimado.
¿donde me pongo en el pedestal, si lo único que argumento es que lo importante es poner la verdad, con sus beneficios y costos, sobre la mesa? A mi me parece, al revés, que usted pone en el pedestal a todos los sistemas que no sean el Chileno.
Y sus palabras finales lo corroboran, respecto a de inmediato argumentar «en Chile sucede que los dueños del gran capital eluden y evaden». Muéstreme por favor un solo país que no presente casos de evasión o elusión. Y, por consiguiente, supongo que usted argumenta que quienes no son dueños del capital son verdaderos santos ¿cierto? O sea, los ricos son malos, los pobres son buenos. Ese es el discurso mas viejo del mundo, usado en general para necesitar de un santo redentor entre medio que le quite a unos para darle a otros.
Sin seguir polemizando sobre la intencionalidad, remitamonos a paises de similar PIB
Uruguay: tiene un sistema mixto, «solidario» y AFP. El sistema «solidario» está técnicamente quebrado, es decir, no alcanza con lo que se le quita a los trabajadores, el Estado tiene que poner mas plata
Croacia: el sistema quebró, por lo que el gobierno tuvo que hacer reformas…que los sindicatos abortaron.
En general, todos los paises con sistemas de reparto han ido incorporando capitalización individual. Por lo tanto, Chile, en sentido contrario, seguramente irá a algo parecido. PERO, no olvidar, el costo : alguien tiene que pagarlo. Por lo pronto, la tasa de cotización sube a (Chile 10%) 20 o 30%. No hay magia.

22 de julio

Usted insiste que el camino de la rentabilidad en cuentas de capitalización individual son la panacea, cuando usted mismo, a renglón seguido manifiesta que Uruguay y Croacia tienen un sistema mixto, porque uno completamente priado no cumple con la misión de entregar protección y seguridad financiera futuro. Y con ello no digo que el sistema de reparto puro sea la respuesta.

Usted no desea ver que el mercado no funciona, al menos, para la provisión de servicios como pensiones o salud. Porque discrimina por dinero, sexo y edad y no por razones técnicas justificadas. El modelo chileno fracasó, y es ese modelo que usted defiende, dejó a profesores, técnicos, obreros sin posibilidad de afrontar una vejez digna, aún cuando trabajaron toda su vida y ahorraron, forzosamente, para financiar un mercado de capitales y no su futuro y vejez.

¿Es eso moral o ético? ¿Le parece que exigir el reconocimiento de la dignidad humana y su derecho a pensión justa es, populismo?

Si a usted eso no le quita el sueño, entonces la base de nuestro desacuerdo, además de político, es fundamentalmente ético. Porque actualmente el costo del sistema de pensiones, señor mío, lo pagan los pobres con su dinero y sus vidas, y «nosotros» con el «pilar solidario», y eso es inaceptable.

¿Cómo pagar mejores pensiones? No lo sé. Sí puedo decirle, que hay suficiente creatividad en nuestra gente, y podemos construir algo novedoso, si cooperamos todos para todos y no para unos pocos.

Atte.

FRC.

22 de julio

Estimado, si lee bien todo lo que he escrito, no he mencionado que la rentabilidad ni la AFP son la panacea. Han fallado, pero no en eso. Concuerdo con muchos respecto a que las AFP no entendieron que su rol era mucho mas amplio que tener rentabilidad; su rol era dar pensiones, y se quedaron mirando mientras sucedía.
Pero lo otro es cual es la solución. Y, nuevamente, cuando la solución es «arreglemoslas, después paga moya», es lo populista y demagógico.
Es evidente que se deberá transitar a un sistema mixto. ¿Estamos de acuerdo en eso?. Ahora, en esa mixtura, la duda es si con la parte pública, extraída del trabajo, alcanzará a dar pensiones «dignas» para todos o el Estado tendrá que sacar platas de otros lados también. Si sucede lo último, es un sistema quebrado, que tarde o temprano colapsa. Si, por el contrario, sucede que el mercado del trabajo es capaz de absorber el alza de cotizaciones hasta el 20% o 25% (Ojo, aceptando los trabajadores la baja de remuneraciones que eso implica, para ayudar a los menos «afortunados»), entonces si es un sistema viable.
Pero, por lo mismo, el punto es que NO HAY MAGIA. No es puro voluntarismo, de querer que las cosas sean buenas y bonitas, y punto. Hay sacrificios, hay perdidas, hay rabias.
Y la otra pregunta bien de fondo es si, quienes no participan o participaron del mercado del trabajo, deben tener pensiones pagadas por el resto. Ese es otro dilema, que los adalides de la igualdad dan por hecho, pero que la realidad contrasta.

J.A.

21 de julio

Hay que decir que la seguridad social no es un invento nuevo, viene desde las primeras civilizaciones con la protección de las viudas y los niños, es una característica de la civilización; esta fuera de discusión lo contrario. El tema ahora es que es una arma politica, y se usa para mostrarse “ humanista” y desprestigiar al oponente , y sobre todo para dar sustento al discurso populista. ( Es curioso, en un artículo que acabo de leer se defiende el populismo – la ventana de overton). Me parece sobre este punto que el estado debe dar hasta donde duela, es una de sus razones de ser, pero al mismo tiempo debe orientar esfuerzo por que esos compatriotas que requieren de su ayuda vayan disminuyendo, debe planificar para que todos puedan alzar el vuelo, en caso contrario solo aumenta la mediocridad y el clientelismo, y en su actuar se vuelve más y más injusto. Otro enfoque es volver al “Padre Estado”, en que el amoroso padre nos da todo lo que mínimamente necesitamos a cambio de una amorosa esclavitud.

22 de julio

Hola J.A.

Las reivindicaciones sociales no tienen relación alguna con buscar el desprestigio de alguien o un grupo de personas. No puede, usted, estar más equivocado. Eso de discurso populista es una argumentación muy débil, debo agregar.

Lo que se está demandando, es D I G N I D A D. La profesora que trabajó más de 30 años sin lagunas, ¿por qué no puede exigir dignidad para su vejez después de formar a varias generaciones? Un jornal, un jardinero, una trabajadora de casa particular, ¿por qué no puede acceder a medicina preventiva o laboral luego de 30 años de trabajo? ¿Es eso moral o ético? ¿Exigir dignidad es populismo? Lo dudo.

Un país se construye sobre la base de una ciudadanía consciente, educada y sana. Revise la historia de los países desarrollados y podrá encontrar una clave para comprender su calidad de vida: Estado de bienestar. Revise, los datos y la historia están disponibles.

Es fácil decir que los otros quieren todo gratis, cuando se tiene un techo, ropa y alimentos seguros. Pero cuando el hambre arrecia, ahí todos corren donde «papito» Estado para saque a los gendarmes reprima a los rotos hambrientos agitados por populistas. Cuando la crisis golpea, ahí debemos socializar las pérdidas y que «papito» Fisco pague. Ahí sí que somos socialistas.

No digo que el mercado no funcione o que el Estado se encargue de todo, solo digo que como sociedad debemos encargarnos de nuestros jubilados y necesitados. Eso hacen las sociedades democráticas.

Atte,

FRC.

J.A.

22 de julio

Caramba, ¿que tiene que ver las reivindicaciones sociales en este cuento?, estamos de acuerdo con la seguridad social, estoy de acuerdo con Ud. y lo digo de nuevo, hasta que duela y más, además que ¿tiene que ver el mercado en todo esto?, -son procesos que no están llamados a dar seguridad social- , aunque si funciona correctamente proporciona los recursos que el estado redistribuye, ( políticas de distribución y redistribución). El populismo por otra parte es un discurso transversal, no sólo socialista, es un recurso del político profesional, el jornalero, el jardinero, la dueña de casa, el pescador, el artesano son tipificaciones usadas hasta la saciedad para construir retóricas que en realidad están pensando en el poder, no en en el jornalero, el jardinero…..Respecto a lo gratis, lo que digo es que se debe enseñar a pescar, la dignidad es eso, de lo contrario se fomenta y eterniza la cultura de la pobreza y del papito estado y sus pescados…con libreta.

23 de julio

Hola J.A. Disculpe la demora en replicar.

De su mensaje anterior comprendí que no estaba de acuerdo, por lo que respondí en esa línea. Me disculpo si no comprendí bien lo que quiso decirnos.

Respecto a si el mercado o el Estado, excluyentemente, son los que deben proveer el servicio de pensiones a jubilados, es ese el debate que debe abrirse para hacerse cargo del problema en que estamos. Tanto el sistema de reparto como el sistema privado de capitalización individual presentan problemas. Lo que planteo es la necesidad de, que en conjunto como Sociedad Civil madura que somos, discutamos un mecanismo que atienda el problema de las pensiones considerando el envejecimiento de la población.

Quizá un modelo híbrido pueda servir, quizá se proponga otro. El punto central es que los dineros del servicio de pensiones no debe dirigirse al financiamiento del mercado de capitales como objetivo primario, sino la de asegurar el financiamiento del servicio. ¿Se entiende? El mercado y el Estado no son enemigos excluyentes (y vaya la lección que nos ha dado China, al respecto), son herramientas tan válidas una y la otra en tanto se dirijan al servicio del bien y el interés general y no hacia el bien y el interés de unos pocos.

Atte.

FRC.-

Anysur

22 de julio

Creo que me lo pasaron en historia, el señor feudal dueño de todo daba protección a sus feudados….

22 de julio

Hola Anysur.

Consulta, en esas clases de historia, ¿le explicaron en qué consistía el régimen feudal? Porque de lo que planteo no hay siquiera un atisbo a lo que podría decirse que hay alguna relación con tal forma de dominación.

Saludos.

FRC.-

anysur

22 de julio

Ciertamente, mucha semejanza con nuestra realidad.

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