Alea iacta est: “La suerte está echada”. Suele emplearse cuando se toma una decisión importante y arriesgada de la que ya no es posible volver atrás. También se puede aplicar con respecto a la decisión tomada por el expresidente Lagos de renunciar a su pre candidatura presidencial.
«El revival de antiguos próceres es un punto en contra a la hora de cautivar a las nuevas generaciones y a sectores de izquierda, sin cuya participación y entusiasmo, no hay candidatura progresista ganadora.»
Es necesario indagar las motivaciones principales para tal determinación. La razón principal ya había sido anunciada en su declaración del 2 septiembre cuando lanzó su candidatura, en su punto 6 decía: “Si chilenas y chilenos consideran que nosotros podemos llevar adelante una propuesta de avance y progreso y que entregue a las nuevas generaciones un Chile fortalecido, yo no me restaré a ese desafío. Para emprender ese camino, sin embargo, es necesario que se reúnan con decisión muchas voluntades”. La negativa del comité central del PS de apoyar su candidatura y optar por Alejandro Guillier, es una constatación que esas voluntades no se obtuvieron, por diversas razones. La más mencionada es su bajo apoyo en las encuestas, que indudablemente influyó en forma relevante en ese partido.
Por otro lado, al ser la nueva sociedad más exigente, los contenidos y los proyectos también deberán serlo para responder a las nuevas demandas y aspiraciones. Parafraseando a Keynes se puede decir: cuando las circunstancias cambian, también cambian las propuestas y los liderazgos. Es decir no se puede seguir haciendo lo mismo. Los liderazgos requeridos, entonces, son los transformadores y no los estabilizadores del status quo.
El problema es que las nuevas generaciones lo consideran a él parte del establishment -es sinónimo de una estabilidad y orden más conservador y pro empresariado que uno transformador basado en valores igualitarios- y recelan de la mirada monolítica y las figuras que tuvieron responsabilidad en profundizar la privatización de la educación a través del CAE, la vía libre para ampliar las ganancias de las AFP, el crecimiento de la salud privada con subsidio estatal y el modelo de concesión de puertos, carreteras y cárceles.
Los jóvenes y los sectores que se identifican de izquierda no se sienten plenamente representados con el liderazgo de RLE y están más abiertos a proyectos de futuro encarnados por nuevas figuras con agendas transformadoras del actual orden social, económico y político, encarnando otras formas, valores y prioridades, no tan abiertamente ligadas al periodo transicional. Ellos efectivamente constituían un obstáculo generacional y político a su candidatura presidencial. Por tanto, el revival de antiguos próceres es un punto en contra a la hora de cautivar a las nuevas generaciones y a sectores de izquierda, sin cuya participación y entusiasmo, no hay candidatura progresista ganadora.
Esos sectores son críticos de su primer gobierno, por ende, para el flanco sociológico de izquierda, él, no encarna el cambio social que la mayoría de los chilenos demanda y lo considera más una mochila que un activo en el actual contexto político-social y con un tejado de vidrio fácil de romper, expuesto a las pedradas del adversario que se dedicarán a recordarles sus errores y apuntaran a poner en entredicho sus políticas públicas en todos los ámbitos del acontecer nacional, destacando que tuvieron un sesgo pro empresarial y profundizaron la concentración económica durante su mandato; por tanto respaldar dicha candidatura lo consideran un auténtico monumento a la tontería.
A Ricardo Lagos, que fue un gran impulsor de las concesiones, se le critica porque bajo su gobierno se suprimió la exigencia de que el Estado conservara el porcentaje mínimo de 35% de las sanitarias que se había acordado durante el gobierno de Eduardo Frei, cuando se inició su proceso de privatización. En el caso de las AFP, se le hace responsable por fortalecer el sistema de capitalización individual al crear los multifondos (APV), contribuyendo a agudizar los estándares de desigualdad en Chile y no tomar medidas para la redistribución del ingreso.
Porque si hay una verdad universal en un proceso electoral es que unas elecciones las ganará quien sepa emocionar a los votantes haciéndoles partícipes de una idea de futuro y un liderazgo más horizontal. El expresidente Lagos no es percibido que cumpla este último requisito, al contrario es visto como un líder autocrático que basa su mando en la potestas y no en la autoritas.
Por muy carismático que sea un líder, si cree que puede ganar unas elecciones enfocando su campaña sobre sus muchas virtudes en lugar de hacerlo sobre los problemas, anhelos y preferencias de los ciudadanos, como mucho conseguirá componer un bello cadáver la noche electoral.
Por último, la pre-candidatura de Lagos Escobar no facilitaba la renovación de la política ni incentivaba la emergencia de nuevos liderazgos. Es sabio saber dar espacios a nuevos ciclos “epocales” en la que nuevos sujetos son los llamados a ocupar una serie de espacios culturales y políticos. Y entender la dinámica de los símbolos, la relación con otros actores y como se combina con las “imágenes” que proyectan las definiciones políticas ante la opinión pública. De haber persistido dicha candidatura hubiese quedado una imagen de un gesto autocomplaciente de petrificar liderazgos y oponerse a incorporar nuevas visiones a una política que requiere regenerarse.
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