La reforma tributaria y un debate que nos gusta

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lo bueno de estos cuatro años es que las autoridades, tanto de gobierno como de oposición, están en plena vigilancia por la opinión pública: cualquier movimiento en falso y terminan para siempre.

Me encanta el debate que tenemos sobre la reforma tributaria impulsada por la Presidenta Bachelet. Por primera vez en los últimos diez años siento que estamos viviendo un diálogo sobre lo que debiera ser un tema país de verdad y no solamente que «fulano se agarró a mengano» o que «Valentina se acostó con diez mil hombres y cinco miembros del Club de Fútbol de La Reina». ¡Este sí que es un verdadero tema para conversar!

Y es que, y como dije en otra oportunidad en redes sociales, lo bueno de estos cuatro años es que las autoridades, tanto de gobierno como de oposición, están en plena vigilancia por la opinión pública: cualquier movimiento en falso y terminan para siempre. La Nueva Mayoría prometió y ahora, contra viento y marea, quiere cumplir con lo estipulado en su programa.

Esta reforma es el primer paso para la posterior reforma educacional. Quiere conseguir que los ricos, que son los que tienen más, paguen más impuestos. Se dice que son mandados a hacer para evadir, que nadan en mares de billetes con toda la plata que se roban y con lo que embaucan a la gente, tanto banqueros como dueños de tiendas o de retail. Afortunadamente algunos empresarios, como Roberto Fantuzzi, ya anunciaron que cumplirán con estas nuevas leyes, sin embargo, pareciera que los más radicales se alinearon con la UDI para hacer una campaña del terror, que pareciera tener la misma orquesta que la campaña del Sí de 1988.

Que los inversionistas se van a ir, que vamos a terminar como Venezuela, que vamos derechito a una sociedad marxista. Gente, tómense un calmante, respiren y cuenten hasta diez. Si el país llanero está como está ahora, es por las gigantescas devaluaciones y la estratosférica inflación que Nicolás Maduro no ha querido arreglar, dejando a muchos habitantes de ese país sin la posiblidad de comprar alimentos de primera necesidad y haciendo colas gigantes para conseguirlos. Y ojo, que el mito de los «especuladores» no es tal, puesto que los precios están así por las mismas devaluaciones.

Se dice que nuestra estabilidad económica se puede ir al carajo. Lo siento mucho, pero eso también es paranoia. Durante los primeros años de la dictadura se impuso un dólar fijo, se puso demasiado énfasis en los supuestos logros económicos que traerían bienestar, según ellos. ¿Alguien dijo «Milagro económico chileno»?. Pero nada de eso ocurrió, la crisis estalló el 82 y ni los Chicago Boys pudieron prevenir la hecatombe que significó uno de los mayores pastelazos de aquella nefasta época, donde se tuvo como lema la poca presencia estatal en las empresas.

Y lo que tampoco me gustó fue el video que el gobierno subió a YouTube explicando la reforma tributaria. No, es que es muy Marcel Claude, muy Cristina Fernández de Kirchner. Esos eufemismos de «los poderosos» no son necesarios, se puede explicar didácticamente los beneficios de esta reforma sin caer en clichés ultraizquierdistas. Ojo, yo no soy del extremismo diestro ni del extremismo zurdo, para estar en contra de Maduro no se necesita ser «golpista» y para querer una educación de calidad no se debe tener como requisito tener como modelo ideal el de los Castro.

Yo en lo personal creo en una educación pública, gratuita y de calidad. Y para ello los acomodados tienen que poner de su parte. Ya basta de las desigualdades y las condiciones impuestas por un falso ideal de «libre mercado» y el «si no te gusta no lo compres/veas/escuches» o el «si no te gusta como es Chile ándate a Cuba/Venezuela/Argentina». Es hora de que las empresas paguen lo que corresponda, para así cumplir con los anhelos del Chile inclusivo que quiere y necesita la mayoría. Y que la UDI deje de sacar a los fantasmas, ya estamos grandecitos como para que nos vengan a atemorizar con que viene el cuco y los jinetes del apocalipsis si le cobramos más impuestos a la elite más acomodada.