Probablemente, la querella por injurias presentada por Michelle Bachelet en contra de la revista Qué Pasa, por el tratamiento dado a los dichos de un operador UDI en una conversación telefónica interceptada por la policía, resulte políticamente incorrecta e impopular.
Sin embargo, tal reacción inmediata constituye un gesto de dignidad muy respetable de parte de la presidenta.En Chile lo que escasea no es la libertad de prensa, la que no sufre limitación alguna, sino el pluralismo. Éste brilla por su ausencia dada la extrema concentración de la propiedad de los medios.
No cabe duda que ella pagará un alto precio por esta osada actitud, como ya se advierte en el unánime rechazo que ha suscitado entre nuestros medios y periodistas, amén de sus adversarios políticos, los que dicen ver amenazada la libertad de expresión por la acción judicial.
Si bien puede resultar natural una reacción gremial de autodefensa, en verdad, ella aparece como totalmente fuera de lugar en el caso chileno. Efectivamente, en Chile lo que escasea no es la libertad de prensa, la que no sufre limitación alguna, sino el pluralismo. Éste brilla por su ausencia dada la extrema concentración de la propiedad de los medios, cuyo expresión más evidente es el duopolio Copesamercurial, propietario del 100% de los diarios de Chile.
En este contexto, la alegada amenaza a la libertad de prensa que se alega para descalificar la acción judicial de Michelle Bachelet, resulta francamente risible y ridícula.
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