La frase “falla de mercado” me evoca la imagen de un mercado bueno, generoso, solidario, que es atormentado permanentemente por fallas, errores lamentables. La idea subyacente es que “el mercado es bueno”, pero “sufre” de fallas. Creo que se requiere mucho más que la reciente crisis financiera para alterar un imaginario como este, de larga data.
Por otro lado, cuando escucho frases como “esto es culpa de la política”, me imagino a un grupo de personas de alma bondadosa, cooptadas por una fuerza que las obliga a realizar acciones alejadas del bien común. Hoy por hoy, eso sí, “la política”, a diferencia de “el mercado”, parece ser intrínsecamente dañina.
En mi opinión, difícilmente se puede emitir un juicio moral definitivo sobre el mercado, la política o muchas otras actividades humanas. Sí creo que ambas pueden ser herramientas para el bien común, mientras se desplieguen en un contexto de respeto, solidaridad y justicia.
El riesgo de considerar a la política una actividad dañina se acentúa cuando numerosos nuevos funcionarios de Gobierno, derechamente declaran “no entender de política”. Si hoy nos parece inaceptable que un abogado se ufane de no saber matemáticas, esto es peor, pues se parece más a un ingeniero orgulloso de no saber matemáticas. La política se presenta como algo totalmente prescindible para quienes debieran participar de su actividad y entender sus códigos.
Además, pareciera ser que la excelencia en la gestión puede desplazar completamente a la política. No estoy de acuerdo. La gestión de excelencia tiene un espacio relevante, que ciertamente en Chile debiera continuar creciendo, pero la política tiene un lugar irremplazable detrás de la gestión. Quienes digan lo contrario intentan instalar sus ideas entrando por la puerta trasera y en la oscuridad, evitando las discusiones de fondo.
Adicionalmente, se instala la idea de que quienes entienden de gestión, no entienden de política. Y que quienes entienden de política, hacen mala gestión. En realidad, existen muchas más posibilidades. Quien no entiende de política, puede aprender. Quien entiende de política, también puede realizar una buena gestión.
No basta con empujar una renovación de la política solamente como una renovación de rostros. También debe ponerse empeño en revalorizar la actividad política de cara a la sociedad. De lo contrario, continuará perdiendo legitimidad hasta una mínima expresión. Y entonces nos daremos cuenta de por qué hace falta.
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