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La nueva manera de errar

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Los dados cayeron, finalmente. Y, como todos sabemos, la decisión favoreció a la señora Intendenta con la confirmación en su cargo. Este artículo se redactó antes, el día 16, cuando aún la esperábamos y ambas posibilidades estaban plenamente vigentes. Que finalmente se haya optado por una u otra no hace más que destacar el hecho esencial de que ambas eran malas y costosas y así sólo cabía elegir la menos mala. O sea, cometer el error más leve. Cabe entonces preguntarse cómo se llegó a esta situación y qué podría hacerse para evitarla en el futuro. O sea, diseñar una política  política, y esto no es una redundancia.
 
Me refiero a diseñar una política que se dedique y logre enfrentar los desafíos de gobierno en el plano político. Un vamos a actuar de esta u otra manera cuando enfrentemos una decisión en el plano de la política. Por ejemplo, privilegiar el mundo de los valores y actuar de acuerdo con ellos en términos de honestidad, transparencia, criterio y  lealtad a su discurso. Cueste lo que cueste. O bien, actuaremos de acuerdo con la conveniencia electoral: en tal o cual zona necesitamos votos, por lo que actuaremos de manera que nuestras decisiones los generen. 
 
Me parece observar este gobierno no ha logrado ese objetivo: Se decide sobre la base de una intuición personal que, en el caso de los negocios y la bolsa se ha demostrado muy exitosa y en el caso de las decisiones políticas, ha sido un fracaso estrepitoso. Algo que no debe sorprender cuando parte del discurso ha sido la denostación metódica y sistemática de la política. Se la ha tildado de actividad nefasta, ejercida por individuos corruptos que sólo buscan sus propios beneficios. Los hay, por cierto, a ambos lados de la frontera.
 
Pero no podemos simplificar de esa manera. Los hay también, y abundantes, que han ennoblecido la actividad política con un compromiso serio, generoso e inteligente con los asuntos públicos.
 
Se distinguen los primeros  de los segundos en que, al contar estos últimos con un esquema político previamente meditado,  probado por la experiencia y al que son leales, sus decisiones son oportunas y por ello, optan entre una alternativa acertada y otra, fallida. 
 
En cambio, cuando se ha basado una campaña electoral en eslóganes  vacíos y soluciones milagrosas y se le ha bautizado como el gobierno de la excelencia y la nueva de gobernar,  se terminará indefectiblemente en un gobierno mediocre y una nueva manera de errar.
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