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Un fantasma recorre Chile, es el fantasma de la Nueva Derecha (Perdóname Karl). Contra este fantasma se han quejado, como babeante jauría, todos los desplazados de la vieja izquierda, los de centro-izquierda, centro-centro y otras fuerzas del progresismo flatulento, calcificado y recocido.
No hay un solo partido de oposición que no moteje a los gobernantes de ser de derecha espeluznante, retorcida y momificante. Pero los mandamases, erguidos y briosos cual verga de semental, les contestan desde sus airosos y petulantes poderíos, que ellos no son de derecha-derecha, que son la nueva derecha, que vendría siendo como la mezcla de las libertades empresariales privadas y personales con elementos de talibanismo cristiano y de un socialismo primitivo, mucho más primitivo que socialismo y que llegaron para quedarse porque son el único futuro que se merece esta nación.
La novedad del año para los regalones de esta nueva derecha conceptual, es que es la misma, pero distinta en su maquillaje nocturno, cuando todos los gatos son negros y la borrachera de la palabrería populárica hace que la fiesta parezca de verdad, hace parecer que los que aplaudían las estrellas en los hombros y barras en los brazos, hoy, son democráticos de tomo y lomo de toro, aunque gallardamente dejen podrirse en solitario en la Punta del Peuco o del Paico a los enamorados de la guerra, sus amigos y aliados de antaño.
El fantasma es poderoso, seductor, envolvente y mágico. Tiene los artilugios de un año nuevo en el Puerto, los movimientos de mano de un prestidigitador de circo trashumante y la cadencia de una mulata enamorando a la luna. Que belleza, lo tiene todo para embelezar a la audiencia y dejarla prendada de ella.
El drama es que la trashumancia, la magia y los fuegos de artificio duran un rato, no son para siempre y son entretenidos mientras están en el aire, pero una vez que se acaban muestran su verdadera cara, los gatos no son todos negros, la mulata está endemoniada y el mago padece de insomnio.
Como decía Serrat, después de la fiesta cada uno a su covacha y la nueva derecha, si no tiene más pasteles ni sorpresas que ofrecer, perderá irremediablemente a su público, porque los chilenos somos medios inocentones al principio y nos dejamos seducir por cantos de sirenas, pero, tal como pasa con ellas, uno se cabrea de darles y darles besos, ya que cuando busca la prueba de amor, no hay cómo ni por donde hacerla.
El fantasma de la nueva derecha no es más que eso, una pobre alma en pena, tratando que le crean que alguna vez fue humano aunque su rigor mortis lo tenía tieso y perdido de antemano.
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Foto: daquellamanera / Licencia CC
Comentarios
22 de noviembre
Ricardo, antes de mi opinión, encontré notable tu texto.
Respecto a esta «nueva derecha», si bien tengo la misma opinión que tu (la misma mierda en el mismo frasco pero con otra etiqueta), tengo el miedo de que sea un poco mas seductor de lo que creo. No es malo ponerse en el caso de que esto no sea una borrachera loca que se le vino al elector/a, sino que efectivamente gustó lo que les ofrece esta NuevaForma (ya sea por oposición a la Concertación, ya sea por sus propios medios) y en tal caso mas que esperar que se pase la resaca, habría que volver a proponer o reencantar si se quiere.
Yo soy concertacionista y creo en la potencia de la cultura e identidad que produjo esta en Chile, una «cultura concertación» que definió los 90 y tuvo su peak con la presidenta Bachelet (a mi entender). Sigo creyendo en esta coalición y en la necesidad de un pacto de centro-izquierda (…humanismo cristiano y laico) y por lo mismo la idea de cambiar nombres, logos, caras, etc. no son mas que ruido para mi. No significa esto que de aquí en adelante la estrategia se base únicamente en recordar lo bueno que se hizo, ni tampoco lo malo que hicieron los otros (por muy necesario que sea a ratos). En enero se comprobó que no basta. Tampoco soy muy de la idea de andar «recorriendo Chile» para buscar y conocer las «reales necesidades de la gente» amoldando el discurso dependiendo de lo que se quiere y no. Prefiero mil veces proponer un proyecto país, reflexivo, consensuado y contundente. Saber defenderlo.
Lo que hablo no es solo para la Concertación, es sobre todo para cualquier fuerza opositora a esta «chileanway» que ya anda pensando en quien sucede a Piñera, o peor aún: que siga.
Saludos.
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22 de noviembre
Hola Nicolás:
Gracias por las felicitaciones.
En relación a tu respuesta, mi convencimiento más profundo es que, en la medida que la Concertación, no se acuerde que en sus orígenes tenía el apellido: de partidos por la «DEMOCRACIA» y se haya quedado sólo en las disputas torpes y mezquinas por cuotas de poder , dinero y estatus y no por cambios reales de esta sociedad, lo que tú planteas cobra una enorme vigencia, La «nueva» derecha seguirá en el poder por largo tiempo ya que, independiente de su buen o mal gobierno, no tendrán contrapeso alguno en la vereda de enfrente. En el fondo, la tortilla se dió vuelta y los huevos que quedaron abajo, no demuestran ninguna capacidad para salir a flote.
Saludos