Esta condición de monopolio de lo político, por parte del empresariado, pone en jaque la cuestión del Estado como espacio de ordenamiento social y a su vez pone en duda las posibilidades de “re-vivir” un Estado sin capacidad de acción, por medio del ordenamiento de fuerzas políticas de “nuevo tipo”.
Las imperiosas necesidades de “re- vivir” la política desde el Estado por parte de las “fuerzas de oposición” se encuentra con la muralla de la irreformabilidad del sistema político. Nace la pregunta ¿qué es el Estado hoy? Para poder responder esto es preciso dar con una suerte de imaginario político instalado durante el siglo XX, principalmente, que concibe a este (Estado) como la instancia institucional de los conflictos y consensos de la sociedad.
En el Estado se expresarían las fuerzas políticas representantes de las distintas clases sociales, desplegando su funcionamiento por medio de la división de poderes. En consecuencia el Ejecutivo tendría la función directa de mediar en la conflictividad social buscando el consenso o la imposición de una expresión mayoritaria o minoritaria de la sociedad. El poder legislativo debería normar lo resultante de la conflictividad social, por medio de la deliberación representativa realizada en el parlamento, que se entiende como expresión legitima de organizar “lo común a todos”. Y por último, el poder judicial, que, de acuerdo a la mediación del Ejecutivo y a la normativa legislativa, debe sancionar y promover el orden socialmente producido.
Todo este entramado de producción social de orden, según algunos sectores de la “oposición”, se encuentra “raptado” por quienes no desean generar este amplio consenso social del buen vivir. El problema ante este supuesto se presenta al momento que aquellos que hoy (Concertación) plantean esto, ayer fueron gobierno y eran ellos entonces quienes estaban “raptando” la política del Estado. Cuestión paradójica, por decir lo menos. Si hiciéramos un acto de sacrificio político y creyéramos en la buena fe de los ex-gobernantes, atrapados en las garras de un sistema irreformable, sería entonces cuestión propia del Estado actual la ausencia de potencialidad política, o sea, capacidad de hacer y de constituirse en un campo decisional, el Estado seria un espacio despolitizado.
Entonces ¿qué hace el Estado hoy? Si concordamos con la des politización de este, podríamos decir que el Estado, ya no cumple la función de mediar un orden social, sino más bien sancionarlo. Por ende el viejo ideal republicano de un Estado plenamente político, ha dejado ser, para convertirse en una cascara jurídica, dispuesta solo a sancionar lo ya dicho, negando cualquier orden nuevo. Esto lo podemos ver diariamente, desde la vereda de quienes han demando al Estado su representación como espacio de decisiones. Los estudiantes han generado la última gran movilización social y no han podido romper tal situación, simplemente el Estado no es capaz de procesar la conflictividad social, no puede hacer lo que su vieja condición antes de la dictadura mejor hacia, la cooptación e incorporación de los movimientos sociales.
Si está situación de ausencia de política, de incapacidad de decisión afecta al Estado actual, cabe la pregunta ¿y dónde está la política? Reiterando que si entendemos la política como el campo decisional por excelencia, las cuestión es ¿donde se está moldeando la actual situación del país? Si nuevamente volvemos a la contingencia, podríamos argumentar que los únicos que están “modelando” los intereses de lo “común” son los empresarios. Esto se refleja en el caso del Costanera Center, cuya construcción necesitó solo post factum la sanción del Estado, sin su necesidad mediadora (planes reguladores, estudios de suelo, etcétera). Esta condición de monopolio de lo político, por parte del empresariado, pone en jaque la cuestión del Estado como espacio de ordenamiento social y a su vez pone en duda las posibilidades de “re-vivir” un Estado sin capacidad de acción, por medio del ordenamiento de fuerzas políticas de “nuevo tipo”.
El problema, entonces, no sería la conformación de representaciones políticas dispuestas a conquistar el Estado para lograr las transformaciones, sino que la cuestión seria oponer a la política del empresariado “otra política”. Esta otra política tendría su seno en los espacios vitales de la vida, centros laborales, universidades, escuelas y poblaciones, buscando instalar un nuevo “ethos” social radicalmente distinto al capital: el trabajo.
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Fuente de fotografía
Comentarios
16 de noviembre
Un par de semanas atrás un economista me hizo saber que en la constitución del 80 se cambió la figura legal del estado de Chile por la de «fisco» que tiene rut como si fuera una empresa más. ¿Es así?
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28 de noviembre
Me suena el análisis… =)
Al igual que hace un par de semanas, el tema, como diría alguien a quien no debería citar(XD) es el qué hacer, o en realidad, el cómo hacer. Y las perspectivas las ponen las organizaciones políticas… Creo que por ahí van «nuestras» deudas…
Saludos Mauricio!
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