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La Moneda a ritmo de tango

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Al finalizar el cacareado almuerzo del Presidente Piñera con la mayoría de los presidentes de partido, la Ministra Von Baer escuetamente señaló que “se necesitan dos para bailar un tango”, tal vez con el fin de ilustrar que es necesario concitar acuerdos con la oposición y dejar que la pelota quede dando bote en terreno ajeno. Pero esto también admite otras lecturas que van más allá de una frase hecha o una idea peregrina de la secretaria de Estado. Démosle una vuelta. 

Si hay algo que define al tango es, sin lugar a dudas, la pasión; un sentimiento que se traspasa e irradia hacia todo lo que se relaciona con este género. Para la mayoría de los melómanos tangueros esta pasión se traduce en la obsesión por las versiones clásicas, como el famoso “Cuartito Azul” de Mariano Mores; para otros se trata de disfrutar del tango de vanguardia, aquel que impulsó en forma magistral y perseverante Astor Piazzolla. Otro cuento es la danza que aún divide a los que adhieren a la técnica clásica de aquellos que se obnubilan con aquel tango espectáculo, el de las piernas entrelazadas con precisión y velocidad febril. 

El tango no puede provocar indiferencia, ni siquiera entre los que lo repudiaban, al modo de Borges, que lo calificó como una fornicación vertical. Un concepto redundante porque “fornicar” se relaciona con “fornicatus” cuyo significado es “abovedado” y tiene que ver con la costumbre romana de tener sexo de pie en las bóvedas del circo; algo así como un entretiempo deportivo. Borges quería destacar no sólo el descaro del baile, sino también su origen marginal o, como dicen, los argentinos, arrabalero. Si tomamos la cosa en un sentido más positivo el tango nos remite a un amor desbocado y casi primitivo. De esta forma no puede ser sino de dos, lo demás sería pura promiscuidad. Pero este juego íntimo, que gusta de la exhibición, termina por trascender a la pareja para socializarse y cristalizar en lo que los propios argentinos conciben como la cultura rioplatense. 

La analogía de la ministra vendría a ser un llamado a la oposición a tener intimidad con el gobierno, con el añadido que sea a la vista de todos (si no, no vale). Sin embargo, a lo largo del gobierno no ha habido gestos de cariño ni nada que despierte la pasión de la oposición, algo que no sorprende si hasta la propia coalición de gobierno se queja del desapego de La Moneda. Para la Concertación la tarea de ser oposición no sólo se complicó por la crisis que implicaba perder el gobierno, sino también porque enfrentó el riesgo de la diáspora fomentada por el propio Piñera. Aunque los intentos del mandatario de fracturar a la coalición no funcionaron y apenas alcanzó para atraer a Ravinet, a Adolfo Zaldívar y Fernando Flores, esta actitud está reñida con un buen clima político. Ahora vienen las lamentaciones de Palacio que suenan como aquel pasaje tanguero lleno de falsas promesas: 

 “que ganas de encontrate/ después de tantas noches/ que ganas de abrazarte/ que falta que me hacés/ si vieras que ternura/ que tengo para darte/ capaz de hacer un mundo/ y dártelo después” (tango: Que falta que me hacés).

Al margen de las dificultades que implica recomponer una atmósfera de diálogo, cuya misión recae principalmente en el gobierno, al haber contribuido decisivamente al deteriorado escenario actual, se suma la poca o nula coordinación del Ejecutivo con su propia coalición. Esto hace que caiga en promesas irrealizables o que termine legislando en base a proyectos plagados de excepciones y vericuetos que sólo pueden ser insuficientes. Una tónica que será difícil de cambiar en el contexto de una UDI más agresiva e intolerante con La Moneda, aunque curiosamente el gobierno esté lleno de ministros de ese partido. No se puede bailar tango si se es descoordinado y eso viene ya a ser una condición natural de este gobierno, que ve cómo sus propios partidarios toman una actitud poco colaboradora. No sólo eso: Longueira se da el lujo de recordar el caso Spiniak como si fuese éste el momento de saldar cuentas con el mandatario. Está claro que entre Piñera y el senador de la UDI no hay un ánimo asociativo. Tal vez calce el tango: 

“Este odio maldito/ que llevo en las venas/ me amarga la vida/ como una condena./ El mal que me han hecho/ es herida abierta/ que me inunda el pecho de rabia y de hiel” (tango: rencor). 

Por último, la analogía del tango de la Ministra Von Baer también revela que el gobierno visualiza la crisis como un problema tradicional de la política; tal vez asume que un acuerdo de partidos allanará las cosas. Pero la mesa no parece ser solo de dos, si se atiende a las numerosas demandas y movilizaciones de estos últimos meses. Pese a la necesidad de incorporar a los actores sociales y darles un rol efectivo, el gobierno no se muestra capaz de interpretar lo que la gente quiere. De hecho, es la Iglesia la que ha logrado mejores resultados. Mientras, la UDI ha optado por tomar distancia del ambiente de conflictividad y pareciera esperar que el Presidente se allane a entregarles parte del control político. A ojos del gremialismo la consigna pareciera apuntar a que, si no tienen lo que quieren, dejarán que Piñera termine encerrado en el Palacio de gobierno. El mensaje de la UDI podría ir con un clásico:

“Ya de audaz no hacés alarde, / pues te duele la rodada/ y aprendiste un poco tarde, / que el guapo se vuelve cobarde/ y no vale prepotencia cuando talla la pasión” (tango: Guapo y Varón). 

En fin, para terminar nuestro periplo tanguero no nos olvidemos de un tango clásico: “Carillón de la Merced”, que surgió de un viaje a Santiago de los famosos compositores Lepera y Diescépolo. El tango ensalza el sonido del reloj de la iglesia, algo que para el gobierno es más que simbólico cuando lleva tanto tiempo dando la hora. 

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Foto: olympicoandres / Licencia CC

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3 Comentarios

maria

Buenísima entrada. Mejor final.
La verdad es que si yo fuese algo cercana al gobierno exigiría sacaran a la vocera de su cargo por el modo tan cínico,solapado y prepotente a la vez de encarar a los medios y de mandarle recaditos a la oposición, contradiciéndose de sus dichos previamente emitidos en el almuerzo famoso ese…almuerzo al que yo jamás hubiese aceptado ir,por consecuencia.la cosa es que a la vocera le falta esa inteligencia que se conecta con el pecho, no con el traste; si la tienen en La Moneda para ladrarle a los contendores, como lista para ir al choque, mal por ella…si no fuese porque muchos pagamos los platos rotos por tanto desacierto recurrente de esta administración, me alegraría ver cómo la torre armada por piñera se derrumba a diario.
para bailar tango, se necesitan dos…
la oposición que siga mi ejemplo,por respeto.
yo, paso.
chan chán.

    luismarco

    luismarco

    María Paz, gracias por tu comentario. La verdad yo también pasaría de un almuerzo así, pero supongo que la oposición no quiso dar pie para que Piñera siga haciéndose la víctima ni otros personajes del oficialismo. Si hasta Carlos Larraín tuvo un lapsus de humildad el otro día pidiendo colaboración de la Concertación, como si la derecha hubiese hecho una oposición constructiva. La Von Baer tiene menos tacto político que un cangrejo,no tiene capacidad para argumentar, repite frases comunes y hace lo imposible por provocar. Creo que no es que la tengan para ir al choque, sino que ella es así y punto. Lo que he visto es que los voceros de gobierno son bastante dueños de establecer su estilo. Hay que recordar la formalidad de Heraldo Muñoz, el humor de Osvaldo Puccio, la locuacidad de Vidal o la aplicación de la Tohá. Aquí parece que campea la odiosidad, pero bueno, recurriendo a una frase hecha «es lo que hay». Saludos

maria

Gracias Luis por responder a mi posteo.
Honestamente, y en pocas palabras, palafraseando a su insolencia les diría a los personeros en masa:A OTRA COSA MARIPOSA.
reprobaron.

saludos 🙂