La batalla contra el reformismo, contra su oportunismo e ilusiones, contra la pretendida Nueva Mayoría y sus falsedades, tiene relación directa con la denuncia de su democracia formal. Es decir, contra ese sistema político a través del cual los dominantes encuentran la mejor forma de conciliar la supremacía de sus demandas (siempre particulares y sectoriales) a expensas de las necesidades del pueblo, haciéndolas pasar por intereses generales de la sociedad, como parte de la definición del bien común. Entonces, para que el combate se radicalice en nuestro favor, en beneficio de quienes desde las calles libramos las luchas necesarias para alterar este Chile, hay que insistir en que las consignas de esa “democracia” contienen engaños múltiples, pero que además encierran en su núcleo una gran fuerza política, aquella que nos desafía a reivindicar el concreto respeto por los derechos humanos que por supuesto incluyen garantías políticas pero también sociales, económicas y culturales.
El desafío es de todos porque la clase de los trabajadores es bastante más amplia de lo que pensamos. En realidad, abarca no solamente a quienes con nuestro esfuerzo generamos la riqueza– y así colocamos en movimiento al país pudiendo a su vez paralizarlo- sino también a los que por su condición social y económica son necesarios para garantizar la acumulación y reproduccción privada del capital. Me refiero a la dueña de casa que cría a los modernos obreros, esclavos y asalariados al servicio de las corporaciones; también pienso en nuestros estudiantes, en los vendedores ambulantes, en el pescador artesanal, en los inmigrantes, inclusive en los cesantes porque ellos son parte del ejército de reserva (al que tantas veces se refirió Carlos Marx) que con su existencia logra mantener sueldos precarizados para de ese modo resguardar la tasa media de ganancia de la patronal. Es la manera en que subliminalmente actúa esta “democracia” de baja intensidad que defiende la estabilidad neoliberal.
Hoy el reformismo está luchando no por reivindicar el poder para el pueblo, para nuestra clase mayoritaria, sino por mantener y consolidar su ligazón con los grupos políticos que en nombre del crecimiento y del falso desarrollo han lucrado en estos últimos cuarenta años con nuestra educación, salud, jubilaciones, etc. En la medida en que lo entendamos así estaremos en condiciones de librar las batallas en favor de ese Chile que es democrático, popular y profundamente libertario.
¿Por qué desmovilizarnos y soportar la explotación ejercida por parte de los dueños de los capitales cuando podemos tomar el cielo por asalto?
Por último, a pesar de que ninguna lucha es poco relevante nuevamente debemos preguntarnos por qué conformarnos con el mínimo posible, por qué tenemos que ser la clase subalterna cuando somos nosotros los que generamos la producción, la riqueza, el empleo y el dinamismo económico. ¿Por qué desmovilizarnos y soportar la explotación ejercida por parte de los dueños de los capitales cuando podemos tomar el cielo por asalto? En esas circunstancias, hay que apoyar y saludar la lucha de los compañeros de WalMart (Líder), entendiendo que la unidad desde las bases entre la clase de los trabajadores, nuevamente entendida en su sentido más amplio, es la piedra angular para el triunfo de nuestras demandas, y que esa unidad se forjará al calor de la movilización y de la participación popular.
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Alfredo A. Repetto Saieg
Arturo: Una (r)evolución no es una autarquía en el sentido que lo planteas; más bien es un proceso social y colectivo. Te coloco el ejemplo de las cooperativas: no tiene sentido la propiedad de ese tipo sin un cambio radical en la economía porque en última instancia y a largo plazo para que la cooperativa sobreviva en términos económicos no le queda otra que integrarse a la lógica del capitalismo. Sobre los gestores, eso lo decidimos y construimos entre todos, democráticamente, a través de las decisiones de los trabajadores como clase social. Saludos.
Arturo
Alfredo, como bien indicas, la alternativa existe perfectamente: hacer una cooperativa. Están todas las herramientas legales, económicas (se puede generar como una organización sin fin de lucro), etc, donde los proveedores podrían vender sus productos, pagando sueldos del tamaño que quisieran a los que laboran, etc. Y, como se observa, eso no sucede….
Entonces, claramente hay una solución (la actual) que es mas conveniente para el sistema en general.
Pero, concedamos aún así que el problema es que los trabajadores del comercio tienen el problema del capital para crear la cooperativa; o sea, digamos que «alguien» (no veo otro que Papá Estado) les entregue un capital (regalo, para que no haya lucro..) a estas personas, de forma que establezcan una cooperativa de trabajadores del retail. ¿no se transforma eso luego en un Walmart, pero con la propiedad atomizada en millones de trabajadores?. Y luego, como siempre, aparece el conflicto mas clásico de las cooperativas (y es el quid de porque no proliferan en el mundo): la tasa de contribución de cada uno al sistema es dispar, por lo que quienes mas contribuyen se enojan con los que aportan poco o sencillamente no aportan. Esto, típicamente porque la cooperativa tiene un sistema de propiedad mancomunado que no tiene que ver con el aporte real: es un patrimonio de los cooperativistas. Entonces, mejoremos el sistema, y la flamante Cooperativa de Trabajadores del Retail tiene un sistema de (eliminemos la palabra propiedad para no ser tan neoliberales..) gobierno basado en un sistema democrático, donde todos tienen que aportar lo mismo; el que no aporta, se tiene que salir; o el que aporta menos, tendrá un porcentaje de voto menor al que aporta mas. Recordemos que el sistema no tiene lucro; por lo tanto si hay excedentes, estos deben ser reinvertidos, o bien se sube el sueldo a todos en una proporción de acuerdo a….¿igualdad o porcentaje de voto?…nuevamente, para eliminar lo neoliberal, digamos que se reparte en partes iguales a todos los miembros. Digamos ahora que esa plata puede ir al sueldo, o a mejorar los locales de atención al público. Como nadie es neoliberal, todos apoyan mejorar el local en vez de tener sueldo mas alto. Hasta hora todo bien!. Pero luego viene una crisis: bajan las ventas. No hay para los sueldos. Todos deben recortar su sueldo en….¿lo mismo todos, o en proporción a lo que gana cada uno?. Y ahí queda la hecatombe.
Toda esa charchara para solicitar tu explicación de como se elimina el interés individual en TODAS las situaciones; a menos que propongas una real dictadura del proletariado, donde hay violencia estatal sobre quien no este de acuerdo.
Saludos
Alfredo A. Repetto Saieg
Arturo: en lo personal adhiero a la «teoría del valor» del Che Guevara en el sentido de que en una sociedad justa, más equilibrada y democrática tendría que primar el valor de uso por sobre el valor de intercambio; es decir, se trata de construir un país donde la utilidad social y colectiva de las mercancías sea el referente principal (sobre la que se organice la economía digo) antes que el valor de cambio que insiste en lo meramente mercantil, etc. Saludos.
Arturo
Por supuesto que se puede hacer la super revolución en que cada uno sea dueño del producto de su trabajo: se llama autarquía, y no es otra cosa que salirse del mercado, sembrar la propia comida, tener un par de animales a los que cortarles el pelo o lana para tejer ropa, etc.
En todos los otros casos, el trabajo se une al del otro en forma secuencial para lograr productos y servicios. Esa unión no es fácil, se necesita conjugar las formas de operar, etc, y el capital para que ninguno de los eslabones de la cadena reciba su parte solo cuando el bien final sea consumido. En suma, ahí aparece el gestor, el WALMART, que efectivamente aporta gran valor a la cadena; y en realidad es quien hace la cadena. Por lo tanto, la super revolución proletaria comunista significa eliminar a estos intermediarios-gestores, llevándonos a la edad media.
Ahí aparece la versión socialista, que asume que estos gestores son necesarios realmente, entonces reaparece la genial idea del Papá-Estado-Walmart, quien va a hacer la pega, super bien, justamente, eficientemente, y ahí todos son iguales respecto a pedirle a Papi que arregle todo lo que no nos gusta.
¿En donde quedaríamos? ¿con o sin Walmarts? ¿o Papi-Walmart?