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La lucha contra la cosificación del militante

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En las próximas semanas, la Juventud Socialista de Chile (JS) llevará a cabo sus elecciones, donde se decidirá el futuro próximo de sus direcciones a nivel comunal, regional y nacional. En este contexto, la orgánica partidaria se pone en marcha para lograr con éxito un proceso eleccionario que seguramente traerá consecuencias en la izquierda y en la política nacional.

Es importante entender que la JS es parte del Partido Socialista (PS), por consiguiente, tiene incidencia directa en las decisiones que tome la colectividad, por medio del sufragio de sus militantes jóvenes y la discriminación positiva, además, de tener representación en las direcciones territoriales del PS correspondientes. Es por ello que sería erróneo establecer a estas dos organizaciones como cuerpos distintos. Es clara la relevancia de las elecciones de la JS para el PS, y en suma, para la izquierda chilena y el marco político en general.

La política de la JS y del PS, se sustenta en la existencia de facciones históricas, que estructuran las discusiones internas y el completo accionar dentro del partido. La mayoría de estas facciones o «lotes», trabajan en función de la resolución de estrategias políticas, basadas en la lucha por el poder desde una lógica electoralista. Ahora bien, tenemos dos caminos por tomar: el primero es el que predomina actualmente, el cual viene con la carencia de la discusión ideológica, lo que yo llamaría «cosificación del militante». Entendamos la política partidaria actual como una pintura, algo inmutable, que tuvo movimiento pero que ya se secó. El militante se ha vuelto una masa -indeterminada-, que solo toma valor en su categoría de voto: una cosa. A partir de eso, podemos entender el vacío de intelectuales o cuadros políticos sobresalientes en las últimas décadas, provocando la edificación de un partido elitista, conservador, que elige con pinzas los nuevos integrantes de dicha cúpula poderosa.

El segundo camino, se asemeja bastante a lo que sucede hoy. Las cosas van cambiando, la autogestión de comunales y de núcleos de jóvenes en su mayoría, deseosos de ideología y no de tecnocracia, señalan que la proyección de cuadros y nuevos dirigentes no debe pasar por su capacidad tecnócrata ni la manera en que pueden llevar a cabo ciertas tareas productivas o favorables al conglomerado, tampoco el que sepa defender de mejor manera las reformas. Este segundo camino es el que más interesa, y es donde la JS debe desarrollarse. En este sentido, la Juventud Socialista debe propugnar la proyección de militantes con la siguiente tríada: ideología, consecuencia política y conciencia de clase.

Los cuadros políticos y futuros representantes del Partido Socialista, los que ahora deben tomar lugar de la JS, tienen que estar nutridos ideológicamente de gran parte de la historia del marxismo, desde el mismo Karl Marx, pasando por los grandes teóricos de la izquierda latinoamericanista como Carlos Mariátegui, Víctor Raúl Haya de la Torre, y otros pensadores altermundistas como Immanuel Wallerstein.

La práctica política debe estar sustentada en un discurso ideológico, amplio y plasmado de consecuencia. Este sería el segundo punto de la tríada: la consecuencia política. No se trata de un proceso de causa-efecto, sino de tener una coherencia entre su discurso (teoría) y la práctica política. A partir de esto se generan mayorías transformadoras de tejido social. Finalmente, el elemento más importante de la tríada, es la conciencia de clase. Aquí me detendré en dos importantes autores del marxismo del siglo XX; el filósofo húngaro György Lukács y el historiador británico Edward P. Thompson. En Historia y conciencia de clase, Lukács señala que: «la conciencia de clase es la «ética» del proletariado: la unidad de su teoría y su praxis es el punto donde la necesidad económica de su lucha emancipadora se trasforma dialécticamente en libertad. Una vez reconocido el partido como forma histórica y portador activo de la conciencia de clase, se convierte al mismo tiempo en portador de la ética del proletariado en lucha. Esta función, que es la suya, debe determinar su política”.

Por otra parte, Thompson en La formación de la clase obrera en Inglaterra, establece que: «la clase cobra existencia cuando algunos hombres, de resultas de sus experiencias comunes (heredadas o compartidas), sienten y articulan la identidad de sus intereses a la vez comunes a ellos mismos y frente a otros hombres cuyos intereses son distintos (y habitualmente opuestos a) los suyos. […] Si bien la experiencia aparece como algo determinado, la conciencia de clase no lo está.»

Hacerse parte de las transformaciones sociales, económicas, políticas y culturales tiene relación con proponer desde una trinchera distinta, una de guerra de posiciones que es la lucha por la hegemonía, dando cara a la renovación neoliberal imperante.

Si tomamos estos dos fragmentos, llegamos finalmente a la importancia de educar a las masas, haciéndolas valer por sí mismas desde una perspectiva revolucionaria, fuertemente comprometidas en lo ideológico y lo práctico. Para ello, la conciencia de clase es fundamental, ya que las experiencias comunes se entrelazan generando la cohesión que finalmente, llevaría a la consecución de la hegemonía.

La Juventud Socialista se ve en la necesidad de establecer una nueva manera de hacer política, pensando en el futuro del Partido Socialista y la izquierda chilena. Desde las ideas y la discusión ideológica, poner fin a los pactos electorales con partidos como la Democracia Cristiana y al mesianismo de las reformas, buscando el fin de una sociedad despolitizada y alienada.

Hacerse parte de las transformaciones sociales, económicas, políticas y culturales no tiene relación con validar lo que digan y hagan las castas del partido o los grandes conglomerados progresistas, sino lo contrario, proponer desde una trinchera distinta, mediante -como diría Gramsci- una de guerra de posiciones que es la lucha por la hegemonía, dando cara a la renovación neoliberal imperante.

Las elecciones, son un buen momento para tomar posición.

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3 Comentarios

Servallas

Leyendo este artículo me parece que estoy en los sesenta, hasta Gramsci aparece alumbrando el camino de Marx, es un Deja Vu, la lucha de clases, la conciencia de ser proletario, los gurúes (apóstoles del odio), etc. Triste. Me imagino que todo esto se aprende mientras se estudia pedagogía, no creo que se llegue con estas ideas desde cuarto medio. Invitaría a los jóvenes que están pensando en inscribirse en un partido político de izquierdas o derechas que lo mediten un poco, que usen su cabeza, que vean lo nefasto que puede ser la ideología política para la mente, junto con la religión secuestran el seso, caes en una trinchera y el horizonte se llena de enemigos. En la generalidad del espectro los partidos políticos hoy son grupúsculos, son asociaciones pequeñas porque detrás de ellos no hay en realidad ninguna, ninguna intención de mejorar la vida de las personas, son agrupaciones que sólo buscan el poder, alcanzar el poder para tener poder sobre otros y dominarlos ese es su norte, su razón de existir. Quizás sea hora de pensar en un nuevo humanismo laico, más solidario, más fraternal, más orientado a ser mejores personas, rectas, morales, éticas, de entre ellos debería salir el mejor, el de más altos valores y capacidades para gobernar.

snvilugron

snvilugron

Reconozco el valor e importancia de la renovación de la política partidista, de la aparición de jóvenes que tengan como meta mejorar las decadentes prácticas políticas, las que se han hecho más patentes en la actualidad. No obstante, tras la lectura surgen algunas inquietudes. Espero sean motivo de reflexión:
1. ¿Qué pasa con el cuestionamiento y la búsqueda de una nueva ética en la realidad concreta del PS? Esa nueva mirada que las bases quieren instaurar queda como un mero saludo a la bandera cuando escucho a un Camilo Escalona o un Osvaldo Andrade (solo por dar dos nombres), actuando en las mismas lógicas que la mayoría de los ciudadanos (y simpatizantes de izquierda) detesta. Sin deseo de descalificar, lo que señalas me parece romántico y pueril visto la realidad del PS. El socialismo en Chile está muerto. Es cosa de ver a sus referentes. Al momento de la «verdad», los jóvenes que saltan al ruedo de la política no provocan ningún quiebre.
2. ¿El PS y sus militantes todavía apelan a ser «vanguardia» de los cambios y transformaciones sociales? Encuentro maravilloso que se apelen a teóricos de la política, de la historia y la filosofía para enriquecer la discusión. Pero otra cosa es «educar a las masas». Suena a un mesianismo paternalista (quizás no fue esa tu intención), lo cual no parece propio del siglo XXI. No soy militante ¿eso me convierte en masa?, ¿Debo ser «guiado»? Contribuir a la educación debe tener otro significado. Dejo el balón botando…

Saludos

David Espinoza Flores

Me parece importante tener una postura ideológica, pero esta debe ser aferrada a la realidad actual….no creo que con ese discurso logre algún tipo de mayoría para realizar una actividad política, solo será una muy pequeña elite mareada con conceptos teóricos de biblioteca y eso está reñido con la política de masas que son los protagonistas de los grandes cambios sociales.
Mejor no comentar más!!!
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