La ley Mi Cabo es una forma descarada de decir con esto los tendré comiendo en mi mano. La ley Mi Cabo es una repugnante sobada de espalda y golpecitos en el hombro a este grupo de jóvenes-adultos uniformados policiales que ya no se sienten tan a gusto.
A nadie se le escapa que el proyecto de ley, llamada peyorativamente por la ciudadanía Ley Mi Cabo, es creada para ensalzar exclusivamente a las F.F.E.E. de Carabineros.
La denominación “Fuerzas Especiales” pone un terrible y a la vez indefinido acento a su función. Fuerza especial que es creada y tiene como único objeto reprimir a la ciudadanía que sólo encuentra que la única manera de representar sus frustración es gritándola en las calles.
Y digo ensalzar porque ese Carabinero “carne de cañón”, ese Mi Cabo que está al frente recibiendo las bolsas de pintura, pedradas, molotov e insultos mientras sus oficiales los dirigen cómodamente desde sus oficinas vía internet, está cansado de no poder contarle a sus vecinos en qué se gana la vida. Ese Mi Cabo vive en la misma población de quienes reprime y su familia tampoco sale a comprar al negocio del barrio con el orgullo de antaño de decir, «Mi hijo es Carabinero». La familia y ese Mi Cabo se ven obligados a reunirse solamente con sus colegas, porque le temen al odio que a sus pares cultural-socioeconómico-color de piel, que hoy en día produce su oficio. Ese Mi Cabo y su familia saben que en las casas de quienes tienen que proteger son tratados como empleados de segunda categoría a diferencia de cómo podían compartir de igual a igual en sus barrios antes de ser un uniformado de las F.F.E.E.
A la pregunta ¿Te gustaría tener una relación de amistad o amorosa con un funcionario (a) de las F.F.E.E? realizada en la región metropolitana en tres universidades del segmento socio económico alto a 30 jóvenes, la repuesta fue categórica, jamás. Y la respuesta a la misma pregunta realizada también en la región metropolitana a la misma cantidad de jóvenes en consultorios periféricos fue el mismo categórico, jamás, en un 78%, y un 12% se abstuvo de contestarla.
Ellos saben que sólo serán respetados mientras tengan un arma que les cuelgue del cinto. Y de eso, sobretodo la generación treintona de este grupo, muchos ya están cansados. Una cosa es tener un revólver y ganar plata, y otra es no poder gastarla sin remordimientos, ni convivir gratamente en su entorno.
Dicho esto, la ley Mi Cabo viene a ser la demostración del desesperadamente necesario voto uniformado, como claramente queda registrado en la foto de un hoy setentón, otrora ministro de la Dictadura y hoy senador, Alberto Cardemil, cerrando filas junto a una María Angélica Cristi, también en esos entonces treintitantoañera acérrima defensora del Golpe de Estado y hoy una casi octogenaria diputada. El gesto o guiño desesperado buscando la complicidad electoral de ese nostálgico choclo de ex militares y pares etarios, que por juicios, condenas y enfermedades propias de la edad se ha ido desgranando irremediablemente, es demasiado obvio.
La ley Mi Cabo es una forma descarada de decir con esto los tendré comiendo en mi mano. La ley Mi Cabo es una repugnante sobada de espalda y golpecitos en el hombro a este grupo de jóvenes-adultos uniformados policiales que ya no se sienten tan a gusto. Donde el poder sólo pretende encandilarlos con una promesa fatua e impracticable para que realicen nuevamente lo que la generación de los 70´ hizo, la función que ninguna otra rama de las Fuerzas Armadas quiere hacer. El condenable y estigmatizado por generaciones “Trabajo Sucio”. Tratando de hacerles creer que no son tan de segunda categoría, como nosotros.
Porque digo impracticable, y sólo me referiré a Los Insultos. La palabra Paco, no puede ser considerada jurídicamente como agravio. Tampoco todas las típicas palabras que la pudiesen preceder. Culo es aceptado por todos los diccionarios como sinónimo de ano y “aniado” no tiene ninguna definición. Por tanto las palabras que pudiesen ser consideradas como insultos según el vocabulario que está establecido en mi Chile como lenguaje único y regulador de la expresión escrita y hablada para la interpretación correcta de las leyes, tienen que ser absolutamente definidas, ergo crear un vocabulario “Legal” o jurídico que indique claramente la(s) palabra(s) o expresión(es) que sería(n ) causal del delito de Insulto.
Y lo que definitivamente demuestra que es sólo una falsa y hasta sospechosa promesa sin intención de ser cumplida y, aunque se pudiese crear un Diccionario Jurídico de Insultos tipificables como delito, para la Constitución Chilena, todos debemos ser juzgados en tribunales civiles o militares bajo la misma ley. La que se debe aplicar, como injuriado o injuriador, a todos los chilenos por igual, ya sean Mi Cabo, Mi Lonko, Mi Ciudadano y aunque les duela a uno u otro, Mi Encapuchado.
Para aprobar la dichosa ley Mi Cabo que permita la existencia de leyes sólo para defender a algunos, se requiere eliminar el Artículo 1º- Las personas nacen libres e iguales en dignidad y derechos-, modificando la Constitución de 1980. Para esto habría que convocar a un Plebiscito para hacer una Nueva Constitución. ¡¡Enhorabuena!! O quizás no era en la Constitución o su modificación en lo que estaban pensando cuando desarrollaron este insólito proyecto.
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