Luego de las “Elecciones Presidenciales 2017” en Chile, en donde tanto Sebastián Piñera como Alejandro Guillier pasaron a segunda vuelta, la discusión polarizada en estos días se ha centrado esencialmente en torno a la gratuidad en la educación superior. Este tema, el cual ha sido baluarte del Gobierno de Bachelet, ha sido retomado por las candidaturas actuales debido al juego del balotaje entre Guillier y Sánchez, pero también por lo sucedido entre Piñera y Ossandón. Se ha corrido el cerco dentro de la gratuidad a límites que jamás pensamos en la derecha, producto sin duda de la captación de votos del centro político y ciudadano. Pero sin embargo, nuevamente la infancia y los derechos humanos de los menores, han sido relegados a un tema menor y sin importancia.
Los países se desarrollan en la medida que se cuidan y resguardan los derechos humanos de los ciudadanos, pero en especial cuando se respetan los derechos esenciales de la infancia. Situación que no ocurre en Chile lamentablemente. Por años, no ha existido una voluntad política y de las autoridades por cuidar a los más pequeños, a los niños, niñas y adolescentes (NNA). Un país que se aprecie como tal, no puede aceptar que el 22,5% de NNA viva en pobreza, o que 75% de ellos haya vivido alguna situación de violencia, ya sea física, psicológica o sexual. En lo concreto, es inaceptable que por ejemplo el “Abuso Sexual Imprescriptible” (ASI), no sea de máxima prioridad para gobiernos que aspiren a ser “ciudadanos” y quieran el desarrollo de la nación.
Existen poco más de 4 millones de NNA en Chile, muchos pero muchos de ellos no marchan, no hacen huelgas, sino que viven en un sistema social, político y económico que los somete a violaciones constantes de sus derechos esenciales. Son parte de un sistema escolar que tiene incentivos económicos para que sean medicados, son exprimidos por un rendimiento escolar para la autoestima de sus padres y madres, de los colegios y quienes lideran la política pública. La salud infantil en los últimos 15 años muestra que la segunda causa de muerte entre 15 a 24 años es el suicidio, pero nuestras autoridades y sociedad en conjunto, miramos hacia el lado, no exigimos a los candidatos un mínimo de estándar en la materia, y lo que es peor, subvaloramos a la infancia y adolescencia.
En Chile se estima que cada 33 minutos ocurre un abuso sexual infantil. Una cifra que duele, espanta y genera profundo dolor, pero para quienes aspiran a La Moneda, no es relevante, y lo peor de todo, es que sectores de izquierda focalizan la discusión no en base a derechos, sino desde lo económico y material en base a aumentos de presupuestos para servicios como SENAME, por ejemplo.
Los países se desarrollan en la medida que se cuidan y resguardan los derechos humanos de los ciudadanos, pero en especial cuando se respetan los derechos esenciales de la infancia.
Nuestros niños, niñas y adolescentes no pueden seguir esperando, y mientras muchos se disputan el poder y sufragio de otros, cada 33 minutos un NNA es abusado sexualmente en Chile.
Mientras usted leyó esta columna, un NNA ya ha sido abusado sexualmente. Y no es prioridad para ninguna candidatura.
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