Durante siglos, tal vez miles de años, las religiones (hay 5.900 hoy y se calculan en 10.000 las pasadas) han sido mediante su institucionalización, o sea las iglesias, una herramienta del poder. La religión es política; una herramienta ideológica formidable de control y sumisión social al establishment de todos los tiempos. Su capacidad para adaptarse y reinventarse según las condiciones sociales de cada época y sociedad, no tiene parangón entre los constructos culturales creados por el hombre.
[texto_destacado]La globalización y la mundialización de la economía de libre mercado, le está dando una nueva oportunidad de desarrollo e impulso que pocos imaginaban hace solo unas pocas décadas. En esto, además ha colaborado la desintegración de los socialismos reales y sobre todo el declive y anemia perniciosa de las izquierdas de todo el mundo, cuyo proyecto de una nueva sociedad que estableciera en la tierra el reino de los cielos, se esfumó del imaginario colectivo.
En efecto, si hay auténticos emprendedores y nuevas empresas es en la industria de la fe. El producto que ofrecen (a través de miles de marcas de Dios) es el más anhelado por los humanos: la salvación, la superación de la muerte, la vida eterna, la aceptación de los sufrimientos e injusticias terrenales. El mercado: todos los habitantes de la tierra; es el más amplio que se conozca para la relación oferta/demanda. Para acceder al producto no se necesita educación especial, ni conocimientos, ni dinero, posición social ni linaje; bastar decir: sí, creo.
El desprestigio de las grandes marcas, las iglesias tradicionales, ha permitido junto con las facilidades que los Estados dan a la creación de nuevas iglesias, la proliferación de todo tipo de credos, nacionales e importados. Una vez constituidos, comienzan rápidamente hacer dinero con los feligreses, comprando templos, inmuebles, espacios radiales y televisivos, colegios y cementerios. El paso siguiente es la política. Allí han dominado por siglos los políticos de las iglesias tradicionales, pero ahora comienzan a tener como competidores unos sujetos torvos, con un posicionamiento agresivo y diferenciador. Tal es el caso de Brasil, donde la ‘bancada evangélica’ comienza a arrinconar al gobierno de Dilma Rousseff exigiendo la regresión en libertades civiles logradas a través de muchos años por la sociedad laica.
Una vez más, es la sociedad civil la que debe hacerse cargo de defender sus derechos y profundizar la democracia hacia una sociedad laica, libre y pluralista.
El debilitamiento de los Estados y la entrega al mercado de lo que antes eran políticas públicas, incluye comprometidamente a la industria de la fe. Allí donde hay ausencia de Estado surgen como hongos los fanáticos y fundamentalistas religiosos. Ejemplo palmario es el EI en Siria y Boko Haram en Nigeria.
¿Y en Chile? No esperemos nada de nuestra derecha, miope y enfangada en sus impúdicos negocios que ha sido por siempre su única vocación. Pero ¿y la izquierda? ¿Qué hace la izquierda? Socialistas, comunistas, están en otra. Estos temas no existen para ellos, habitan en otras esferas. Una vez más, es la sociedad civil la que debe hacerse cargo de defender sus derechos y profundizar la democracia hacia una sociedad laica, libre y pluralista.
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Ricardo
Como siempre, claro y preciso, eres un guru, » No te mueras nunca»