El Partido Comunista ha sido un actor relevante de nuestra historia política. No sólo porque alguna vez fue uno de los partidos de ese signo más grandes del mundo fuera de la órbita soviética, sino porque, al igual que otras formaciones hermanas de él, fue parte de una expresión cultural de malestar y crítica hacia la sociedad. No es casual que hayan sido miembros o cercanos a él, gente como Pablo Neruda, Violeta Parra, Vicente Huidobro, Roberto Matta, Pablo de Rokha y Víctor Jara, entre muchos.
Desde el retorno a la democracia, el PC ha sido una organización que ha mantenido una fuerte presencia en las organizaciones sociales, pero una muy débil en el quehacer nacional. Son varios los factores que explican esto: primero, una natural baja y descredito experimentado tras la caída del Muro de Berlín. No son pocos los partidos comunistas a nivel internacional que desaparecieron, como el otrora poderoso PC italiano, o quedarán disminuidos dramáticamente, como el francés. El comunismo, ideológicamente, perdió su atractivo. Segundo, el binominal ha significado que quede fuera de las dos grandes coaliciones que se favorecieron de él en las últimas décadas. Tercero, el éxito de la Concertación no dejó espacio para su crecimiento. Cuarto, la permanencia en el imaginario de muchos de una suerte de “pánico sicológico” de sólo escuchar su nombre. Esto facilitó el que la clase política que ha administrado el sistema los pueda obviar. Por último, el propio PC no ha realizado, al menos visiblemente para la opinión pública, una autocrítica y renovación de sus planteamientos que lo transformen en un competidor serio del eje PS-PPD.
La coyuntura actual, donde la Concertación se encuentra perdida ante el fenómeno de los movimientos sociales e inclusive es incapaz de defender sus propios éxitos frente a la crítica que le formulan esos mismos movimientos dejando que los retraten como “20 años de injusticia”, sumado a un gobierno sin pericia, partidos de derecha dirigidos por personajes no sólo sin liderazgos sino que además disociados de la realidad nacional, parece configurar la hora del PC. Si éste pasa de la fase de “partido de protesta” a “partido institucional”, buscando ya no sólo sumarse a las marchas, sino de ser un puente entre la institucionalidad actual y quienes la desafían, puede recobrar el sitial que muchas veces tuvo: Un actor serio y que apostó al equilibrio del sistema político.
La política necesariamente implica la capacidad de mostrar que se puede administrar el poder. Sin eso, a la larga, se pierde ese ingrediente fundamental para poder ejecutar proyectos y transformaciones en la sociedad. Sin poder, las ideas no alcanzan. El PC es el único actor del parlamento que posee realmente redes en los movimientos sociales. Por eso, como nadie en época de crisis puede tender puentes hacia ellos. Para eso se necesita que nuestra clase política, partiendo por la derecha, no los demonice. Y en segundo lugar, que el PC esté dispuesto a ser nuevamente un partido que aspira al poder y su administración.
Sólo la ignorancia y la ceguera pueden reducir la historia del PC chileno a la clandestinidad, luchas armadas o “chapas como Sebastián Larraín”. Sería un avance para nuestra democracia el que el PC se termine de normalizar. Ojala el gobierno, los actores políticos de la Alianza, la Concertación y muy importante, el propio PC, se convenzan de esto.
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Foto: protion 9 / Licencia CC
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peon
La traición de la ex Concertación:
Las administraciones de la Concertación de partidos políticos para la traición del pueblo chileno:
en cuanto a la defensa del patrimonio nacional, referida a la minería y especialmente al cobre,
«NO FUERON PEORES QUE LA DICTADURA,
FUERON LO PEOR QUE HA EXISTIDO EN LA HISTORIA DE CHILE…»
http://www.youtube.com/watch?v=gdCKVJUZ1iE&feature=related
En el cobre están todos los recursos que requiere la educación y la nación entera para llegar a ser lo que aspira ser
y en una Cámara Ciudadana Digital el poder que necesita el pueblo para gobernar y hacer todos los cambios que se necesitan en el país…
Lo demás, es sólo paja molida y mijagas, pero, se entiende que siempre habrá quienes se conformen con ellas por falta de información…
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humberto-trujillo
Es importante y no tiene nada de malo que dirigentes sociales o sindicales pertenezcan a partidos políticos.Lo malo es cuando estos dirigentes empiezan a recibir ordenes de partidos dejando de lado su accionar dentro de sus organizaciones.Es ahí donde se empiezan a generar conflictos que repercuten en estas organizaciones ,que ven con recelo que determinados partidos empiezan a jugar un rol que no les corresponde.
Eurocomunismo y Sudacacomunismo II | El Quinto Poder
[…] debate me permitiré hacer algunas precisiones. Para eso, me remitiré a una columna anterior (“La hora comunista” aparecida en elquintopoder.cl y de modo más resumido en mi blog de La Tercera) en la cual […]
iedusal
Sinceramente, no creo que sea la hora del PC. No veo que el PC haya construído una política de futuro en las organizaciones sociales, sino más bien ha establecido lo que algunos llamamos la «política testimonial» o identitaria. Esa forma de política que se basa en que el horizonte de lucha queda circunscrito a la defensa de la identidad, ya sea mediante el uso de los estereotipos de la izquierda tradicional, o de los deslices frecuentes a la defensa acérrima del gobierno de Allende por medio de sus intelectuales.
Salvo en contadas excepciones, que usualmente eran castigadas por el PC mediante la «excomunión,» los dirigentes comunistas lograron instalar temas que miraron al futuro. Ese es el caso de Pavez en el Colegio de Profesores, o de Cristián Cuevas en la lucha sindical, e incluso algunos ex-dirigentes de las federaciones universitarias de los noventas y dosmil. Pero el PC jugó gran parte de su capital político en el ataque al binominal, en lo que llamaban la lucha contra la exclusión, que finalmente se resolvió sin ningún movimiento social mediante.
Tal como la derecha, esta columna le da un sobregiro a la cuenta corriente de los comunistas en Chile. Esta movilización social es, por donde se la mire, autónoma de las organizaciones políticas tradicionales (sean de izquierda o derecha), por mucho que Camila Vallejo o el desacreditado Gajardo sean los rostros en la tele. El PC hoy se presenta más bien en una posición favorable de la circunstancia social, pero para nada es el artífice de este momento, y difícilmente tiene una respuesta política con la que salir victorioso.
Saludos.