Desde el siglo lV a.C las mujeres han formado parte de la milicia, se tiene registro de ellas en los ejércitos de Atenas y Esparta y posteriormente en el de Alejandro Magno. Durante la Segunda Guerra Mundial su presencia militar aumentó, se estima que Inglaterra contó con 250 mil mujeres, en el caso de Estados Unidos fueron alrededor de 400 mil, mientras que en el ejército alemán participaron, al menos, 500 mil mujeres.
Con la guerra, los cargos de “conductor de carro de combate”, “tirador” o “infante” “francotirador” adquirieron términos femeninos, que hasta ese momento no existían.
No obstante, la historia no solo desdibujó el papel femenino en la guerra, casi lo neutraliza. Una realidad que la socióloga bielorrusa Svetlana Alexievich, logra capturar magníficamente. “La guerra no tiene rostro de mujer” es su libro compilatorio de testimonios femeninos que formaron parte del conflicto bélico de los años 40. Alexievich describe cómo décadas después de la guerra, los hombres siguen despreciando la voz de las mujeres.Elegir a Vogue no fue una decisión ignorante y vana, sino todo lo contrario, usó un vehículo que llega a grandes y distintas audiencias, y por la temática propia de la revista, resultaba imposible ignorar su aparición.
Un ejemplo claro se da en Minsk, Bielorrusia, al interior de una fábrica donde labora una ex francotiradora y es el propio director de la maquiladora quien cuestiona a Svetlana: ¿Para qué quiere la versión de esa mujer en la guerra? ¿Para que quiere escuchar sus fantasías?
Como si sus vivencias fueran de menores de edad incapaces de establecer un juicio lógico que valide sus opiniones.
Evolución entre pólvora
Actualmente, el trágico escenario en Ucrania, además de reavivar a las mujeres en la milicia, ya reconoce sus voces. Como es el caso de Olena Zelenska, la primera dama ucraniana, quien hoy puede describir al exterior, la penumbra de dolor que atraviesa su nación.
Con el reportaje titulado: “Retrato de Valentía”, Olena, aparece en la revista Vogue utilizando un mensajero banal para transmitir un mensaje feroz: los estragos de una guerra que no ha terminado.
«No te hablo de amor. Hablo de los horrores que están sucediendo aquí, en las afueras de Kiev, y de todos los demás horrores que tienen lugar ahora en nuestro país, en los territorios ocupados”: «Retrato de valentía», Olena Zelenska
Elegir a Vogue no fue una decisión ignorante y vana, sino todo lo contrario, usó un vehículo que llega a grandes y distintas audiencias, y por la temática propia de la revista, resultaba imposible ignorar su aparición.
El absurdo
Alrededor del mundo, la comentocracia ha tildado de frívola su aparición en Vogue, sin darse cuenta que termina haciendo un análisis frívolo centrado en la forma y no en el fondo.
Seguramente los asustadizos críticos estarían más tranquilos, si Olena hubiese aparecido en un panfleto de universidad pública, o al menos, en la revista Time.
El uso del mobiliario bombardeado como parte del paisaje en las fotografías, también provocó molestia ¿Pero qué otro escenario se puede mostrar en medio de una guerra?
De realizar las fotos con una pared blanca de fondo, igualmente habría sido criticada por no recorrer las calles de Kiev.
Pero la audaz, vocera del Ministerio de Asuntos Exteriores de Rusia, María Zajárova, reconoció el impacto mediático del reportaje y atacó con severidad: «¿Se han dado cuenta de cómo los medios occidentales promocionan a la esposa de Zelenski? “
«Una visita a Estados Unidos, portadas en revistas, sesiones de fotografías en un búnker… El motivo es banal. Zelenski está cansado y la audiencia mundial no le percibe”, agregó Zajárova.
Solo que en su intento por desviar la atención con tales argucias, olvidó que es el ejército ruso el que está perpetrando crímenes de lesa humanidad en Ucrania ¿Qué es peor?
Grandes aciertos
Oleana Zelenski consiguió el centro de la conversación, logró que su mensaje retumbara en occidente y combate la inconsciente normalización e indolencia que los seres humanos tendemos desarrollar ante la violencia cotidiana, al recordarnos el conflicto de una manera distinta.
Una legítima intervención que revela que la guerra ya tiene rostro de mujer.
Y a ver…
Es obvio que lo ideal sería que la guerra simplemente no tuviera un rostro humano, pero la realidad es bélica, y anteriormente las mujeres padecían la guerra en silencio, hoy legítimamente pueden hablar de ella y apelar mediáticamente a favor de su país.
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