La geografía de la multitud la entiendo como una acción eminentemente política y, en ocasiones, ideológica, no institucionalizada en los convencionalismos organizativos, distribuida en una sociedad civil, que acumula una animosidad a propósito de expectativas no cumplidas desde lo económico, político, social y cultural, o bien derechamente, resentida por las injusticias respecto de lo ámbitos indicados y que responde a una espacialidad concreta que a su vez convive con otras. En esta relación se logran cadenas de empatía, solidaridad y, por defecto, oportunidades de construir un relato/discurso y acción alternativa, que en más de una oportunidad deviene en movilización social, permitiendo el conflicto y la resolución del mismo, donde se esperan ganancias para todos.
En este marco, Chiloé no es muy distinto de Aysén, Magallanes, Freirina, el Valle del Huasco (en específico Alto del Carmen, con el proyecto minero Pascua Lama), entre otros. Uno de los ejes que los une, es el referido a su condición de periferia, junto con la incapacidad de existir en condición de desarrollo en los circuitos económicos – comerciales globales por una institucionalidad política, económica, cultural, fiscal, administrativa y social centralizadora, la cual reaparece cuando se evidencia un conflicto orquestado por manifestaciones de la geografía de la multitud nacional, regional o local, que trasciende a los medios de comunicación y se posiciona en la agenda pública.Se necesitan otras manifestaciones que, por lo menos, relativicen este peso de la noche neoliberal, que también, atraviesan a la geografía de la multitud. ¿El proceso constituyente, será capaz de recogerlos? Se espera que sí. Gradualmente se deben consolidar otras definiciones éticas y morales que permitan otras lecturas de la realidad.
En esta circunstancia, esta geografía de la multitud más o menos consciente, es intervenida por los dispositivos institucionales los cuales, desde las diferentes escalas y sectores del gobierno nacional se disponen a un disciplinamiento indicarán algunos; conducción política indicarán otros o ejercicio del gobierno también podrán indicar. Se agregarán las acciones de los gobiernos subnacionales (ineficientes pero operantes) y en un marco de resolución de conflicto, se logrará la paz social necesaria. En este marco, el peso de la noche ¿disputa posiciones a la geografía de la multitud?
El peso de la noche deviene en una condición idiosincrática de pasividad ante los hechos conflictivos y reivindicación legitima de derechos, determinando un ‘ánimo colectivo pasivo’ característico de una ‘masa – sociedad civil – comunidad’ a lo largo del tiempo histórico, haciendo posible los más altos grados de gobernabilidad desde un Estado y Gobierno centralista, interrumpiéndose sólo cuando esta geografía de la multitud irrumpe. Este peso de la noche, además, opera en clave de tipo individualista, hecho que hasta el momento, a partir de las evidencias sociopolíticas, vehiculiza el rápido encuentro de la paz y gobernabilidad. Se cree que la geografía de la multitud, en parte, también manifiesta tal cuestión.
En esta disputa entre la geografía de la multitud v/s el peso de la noche individualista, ¿qué quedará después del disciplinamiento de Chiloé?, ¿Qué quedó después de Aysén, Freirina, Alto del Carmen y otras expresiones de conflictividad socioambiental?
Lo que queda son expresiones que contribuirán con unos sedimentos morales y éticos que en otro momento serán recogidos para superar la moral y ética imperante. Se necesitan otras manifestaciones que, por lo menos, relativicen este peso de la noche liberal – neoliberal, que también, porque no, atraviesan a la geografía de la multitud propuesta. ¿El proceso constituyente, será capaz de recogerlos? Se espera que sí. Gradualmente se deben consolidar otras definiciones éticas y morales que permitan otras lecturas de la realidad.
Comentarios