El caso de espionaje a marineras tripulantes de la Fragata Lynch ha producido un rechazo generalizado de los medios y la opinión pública, todo visto desde el enfoque de la vulneración de la privacidad con el agravante de tener fines de connotación sexual y abuso hacia la mujer. Es difícil ponerse en el lugar de las víctimas, no obstante cualquier persona se sentiría insegura y con una gran carga de impotencia al enterarse que vulneraron su intimidad, y era objeto de diversión de sus propios compañeros de trabajo. Sin duda el tema más importante de este caso es el de la violencia sexual en contra de la mujer, pero hay otro tema de segundo orden que no se puede dejar pasar; la calidad de la defensa nacional.
La Fragata Lynch, simbólicamente, la hundieron en tiempos de paz sus propios tripulantes. Introdujeron elementos de espionaje, planificaron su instalación con absoluto sigilo, grabaron las rutinas de parte de la tripulación y las difundieron entre los interesados que lamentablemente eran tripulantes del mismo buque vulnerado.
Las fuerzas armadas son como la reja de una casa, muchos pensarán que no es necesaria la reja porque nunca han violado su morada, pero la lectura correcta es que nadie ha invadido su soberanía gracias a que la reja es de buena calidad. Las fuerzas armadas chilenas tienen un alto prestigio internacional por su profesionalismo, vocación y disciplina. Cualquier chileno, independientemente de su postura frente a diversos temas que involucran a los uniformados, reconoce que tenemos cuerpos armados de primer nivel, que cumplen un rol disuasivo tan efectivo, que ha obligado a nuestros vecinos a buscar resolver conflictos por cualquier otra vía, menos la armada, desde la guerra del pacífico. Por eso es grave lo que ha sucedido, muestra a la tripulación de la Fragata Lynch sin disciplina y corruptibles.
La Fragata Lynch, simbólicamente, la hundieron en tiempos de paz sus propios tripulantes. Introdujeron elementos de espionaje, planificaron su instalación con absoluto sigilo, grabaron las rutinas de parte de la tripulación y las difundieron entre los interesados que lamentablemente eran tripulantes del mismo buque vulnerado, pero eso no les importó, porque no tienen claro que su objetivo es la seguridad de la nación y que parte de su trabajo es la proteger sus elementos de guerra como también a sus camaradas de armas. En caso de una guerra, esta falta de profesionalismo hubiese tenido un alto costo para Chile.
El comandante de la Fragata Lynch, debe renunciar, por amor a la patria, bajo su mando sucedieron hechos graves de indisciplina que dejan ver su falta de aptitud para mantener a sus subordinados siempre en alerta, conscientes de su rol disuasivos en tiempos de paz y por sobre todo en formar el espíritu de cuerpo entre su dotación, para evitar justamente este tipo de abusos. Sin duda, esta noticia dio la vuelta al mundo, afectando gravemente el prestigio de la institución, mostrando las vulnerabilidades del personal y de los buques, afectando gravemente el rol de las fuerzas armadas en tiempos de paz.
Reiterando insistentemente que el tema más importante en este caso no es la defensa nacional, sino la violencia en contra de la mujer, es de esperar que el hecho no se tome como una broma infantil y que la justicia aplique sanciones ejemplificadoras, como también asuman los costos políticos las cadenas de mandos involucradas y que la institución le explique al país como es posible que la seguridad de un buque pueda ser vulnerada por un número no menor de sus propios tripulantes.
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