Es de conocimiento público que la política pasa por momentos de crisis, que la desconfianza se ha apoderado de la ciudadanía y los niveles de aprobación están en su mínimo histórico, lo cual no es sorpresa al notar el hastío en que viven los chilenos que a diario ven por la televisión (y redes sociales) los distintos escándalos de corrupción que han afectado de manera transversal la política chilena.
No es raro que la gente tenga rabia, a fin de cuentas todos los sectores se han visto trastocados al menos en algún punto por los diferentes casos y muchos a estas alturas prefieren cambiar los noticiarios cuando ven en qué situación se encuentra Sebastián Dávalos, cuáles aristas nuevas se revelan de SQM o PENTA y cómo empresas como Corpesca incluso pagaban un «sueldo» al Senador Orpis para que velara por sus intereses.
Todo lo anterior nos lleva a la típica frase de «Los mismos de siempre». «Los mismos» que se arreglan los bigotes entre ellos, «Los mismos» que siempre se postulan a cargos de elección popular, «Los mismos» que se ven beneficiados por sus propias leyes. Es tal la cólera de la ciudadanía que ya no hay tiempo para distinciones, todos son «Los mismos».
Pero mucho cuidado, no es culpa de la gente, si no de los propios políticos, que se han encargado de ensuciar esta actividad en todo su esplendor y por tanto terminan pagando todos por las faltas de unos pocos (o muchos).
La clave de esta columna precisamente es romper ese mito generalizador, en donde las personas plantean que todo quien busque ser parte del mundo político está automáticamente sucio y afectado por los errores de los demás. No obstante, es esta creencia popular la que nos tiene en el infierno político actual, por los puntos que señalo a continuación.
En las elecciones del año 2013 participaron 9 candidatos presidenciales, todo un hito en la historia contemporánea de nuestro país, en donde había casi literalmente para todos los gustos: Desde un ex DC en solitario como Tomás Jocelyn-Holt, hasta la favorita Michelle Bachelet. Desde un ecologista reconocido como Alfredo Sfeir, hasta la representante de la derecha Evelyn Matthei, pasando por una dirigenta social como Roxana Miranda, un regionalista como Ricardo Israel y dos economistas, uno liberal y otro social como Franco Parisi y Marcel Claude, además del ya conocido Marco Enríquez-Ominami.
En resumen, no había excusa. Por primera vez en mucho tiempo habían opciones para todos, sin embargo el hastío pudo más y con una abstención del 59%, fue electa sin mayores sorpresas Michelle Bachelet, la misma a quien muchos de los que no fueron a votar, hoy critican y despedazan. No defiendo a Bachelet en ningún caso, sino que intento mostrar que si ese 59% hubiese votado, es probable que estaríamos viviendo otra historia.
La invitación es participar, opinar y no quedarse con "los mismos de siempre". Hay que buscar, ampliar los espectros políticos y hacer entender que la gente es la que tiene el poder. Con su voto, con su firma, con su voz pueden cambiar este país, desde cualquier vereda, aunque sea desde la izquierda, el centro o la derecha.
Lo anterior es un mero ejemplo de lo mismo que se nos avecina en la siguiente elección municipal de este año, los partidos políticos tradicionales se han aliado como siempre y han puesto barreras que suelen ser difíciles de superar por los movimientos emergentes, y he aquí de nuevo en donde conecto mi idea del principio: no todos son los mismos de siempre. Pero la gente no suele tomarlo en cuenta, y cuando los movimientos políticos asumen la difícil y desgastante tarea de recolectar firmas y procurar representar a un nuevo sector, la gente no lo apoya, o se convierte en una tarea titánica.
Hoy en día hay 18 partidos en formación, sin embargo es probable que muy pocos alcancen a juntar las firmas requeridas para poder participar del presente proceso municipal, esto, no porque sean «Los mismos», sino que la misma gente hastiada de tanta corrupción se ha vuelto apática con la política, afectando a todos quienes intentan hacer algo diferente.
Nuevamente hay de todo, desde un Partido Mapuche hasta de Extrema Derecha, pasando por el MIR, por Ciudadanos, Amplitud y Revolución Democrática, posiblemente los tres más visibles, pero que sin embargo también se han visto afectados por esta apatía producida por los «mismos de siempre», y aún cuando Giorgio Jackson por ejemplo, sea quien lidere a RD (siendo el político mejor evaluado de la escena nacional) de igual manera se ha visto complicado al momento de recoletar las firmas, y este es el problema principal.
La invitación general es esa, a participar, a opinar y no quedarse con «los mismos de siempre». Hay que buscar, ampliar los espectros políticos y hacer entender que la gente es la que tiene el poder. Con su voto, con su firma, con su voz pueden cambiar este país, desde cualquier vereda, aunque sea desde la izquierda, el centro o la derecha.
Lo importante es no juzgar antes de tiempo y más allá de eso, celebrar e impulsar a los que no son «los mismos de siempre», para que de una vez y por todas, sean los ciudadanos comunes y corrientes desde nuevos espacios los que le den la vuelta a este podrido sistema político.
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Jose Luis SIlva Larrain
A mi modo de ver el tronco del articulo demuestra una vez mas que la crítica odiosa contra el sistema, sin mas argumentos que el disgusto contra “los mismos de siempre”, etc.. es algo absolutamente visceral y estéril: Incluso con el abanico mas grande de posibilidades en las elecciones resulta que vota menos de la mitad y los pocos que votan lo hacen mayoritariamente por la candidata mas conservadora de la izquerda o sea la mas representativa de “los mismos de siempre” y además despues de asumir con una aceptación ciudadana que baja a lugares también históricos. La gente pide cambios y participación, pero cuando por fin consiguen una opción de cambio y de mayor participación prefieren tirar una piedra y dar la vuelta. Yo creo que los menos culpables de “El podrido sistema político” son los políticos señor, porque históricamente mientras mas participación se pide y ofrece solo se tiran y se reciben mas piedrazos, nunca hemos tenido una cultura distinta, o casi nunca.
Casi nunca porque mientras mas reviso nuestra historia reafirmo mi postura política donde se hace cada vez mas nítido lo que fue un paréntesis excepcional, de como un país tan podrido pudo llegar a ser lo que fue: gracias al gobierno militar y el tiempo que duró la herencia institucional que nos dejó.
Asi lo veo yo al menos
Saludos cordiales
ChristianJorquera
Estoy de acuerdo estimado, naturalmente los primeros culpables en esto son los mismos políticos, es por ello que en un párrafo dice «Pero mucho cuidado, no es culpa de la gente, si no de los propios políticos, que se han encargado de ensuciar esta actividad en todo su esplendor y por tanto terminan pagando todos por las faltas de unos pocos (o muchos).»
A final de cuentas hay un hastío generalizado y de una u otra manera hay que hacer entender a las personas que el sistema político puede (y debe) ser diferente.
Servallas
No hay falacia, los Jackson en este país son los Jackson, y es como en el Ill Gattopardo de Giuseppe Tomasi di Lampedusa, todo cambia para seguir igual.